La fuerza global

La naturaleza intrínsica del poder imperial es el Poder omnipotente e ilimitado frente a todas las fuerzas que se le oponen y aún de aquellas que se le subordinan, porque la regulación de la conducta política derivada de la ley, es una limitación inaceptable a su natural pretensión de imponerse a todo factor o circunstancia, que impide su manifestación y objetivos.

Eso es la parte fundamental de la historia de los viejos imperios y del imperialismo y por ende, de la Humanidad, aún cuando el proceso civilizatorio ha alcanzado importantes niveles de restricción del poder de los Estados y hasta ha podido acordar normas punitivas en contra de quienes desafian las prohibiciones y restricciones que la vida moderna le impone al comportamiento de tales fuerzas.

Las trágicas consecuencias de los conflictos armados de mitad del siglo XX y el surgimiento de la paridad histórica de fuerzas entre dos Potencias con capacidad destructiva holocáustica, hizo posible que, por primera vez en la historia de la Humanidad se hubiese avanzado en un proceso de contención y limitación de las capacidades ilimitadas de tales poderes, sin que ello impidiera que en sus áreas de influencia directa o por interpósita fuerza subalterna, se continuara con el ejercicio del Poder de este poder metajurídico, en lo que eufemísticamente se dio en llamar la Guerra Fría.

Pero, la sorprendente disolución de la Unión Soviética y el desplazamiento del Partido Comunista en la dirección del Estado por fracciones burguesas, dieron como resultado la ofensiva del imperialismo norteamericano para afirmar su indisputada hegemonía sobre la totalidad del planeta Tierra y el control de la Humanidad y sus preciados recursos, para ponerlos al servicio de las grandes corporaciones financieras e industriales, que de esa manera podrían invadir los territorios nacionales que se le resistían para imponerle la lógica global y neoliberal del Capitalismo del siglo XXI.

Para el desarrollo de esta nueva fase del imperialismo, fue imprescindible sepultar los avances del orden jurídico internacional, pactado en los tiempos del equilibrio estratégico con la extinta Unión Soviética y, particularmente, desconocer el papel de equilibrio que pudiera cumplir el organismo para la paz y la seguridad internacionales, la promoción del desarrollo y de los derechos humanos: La Organización de Naciones Unidas, la que, pese a mantener una élite en su Consejo de Seguridad y, poseer una Asamblea General con una mayoría de gobiernos no imperialistas; fue apartada como mecanismo de solución de las controversias internacionales, salvo como medio de justificación de las tropelías de la hegemonía unipolar estadounidense.

Hoy, cuando la ONU esta conformada por una mayoría con posiciones más independientes e inclinadas al multilateralismo se hace cada vez mas evidente que el Poder Omnipresente y Omnipotente del imperialismo norteamericano avasalla la opinión mayoritaria de los miembros de esta organización mundial y avanza paulatina pero irreversiblemente, hacia la construcción de espacios de poder convergentes con los viejos imperios y algunos potencias medias emergentes, dejando al margen el sistema de cooperación internacional para la Paz y el Desarrollo Social construido en mas de 60 años, por la Organización de Naciones Unidas.

Barak Obama, al igual que sus predecesores en la presidencia de los Estados Unidos, ha convertido, merced del Poder Despótico, Arbitrario e Ilegitimo que ejerce en la ONU, en el jefe de la organización mundial, desplazando a sus autoridades e irrespetando a sus organismos en la convocatoria, dirección y conclusión de las reuniones internacionales y en la creación de grupos de países que se abrogan la representación de la comunidad internacional al imponer soluciones a la crisis financiera global del Capitalismo, condenar a países que resisten su dominación y movimientos que insurgen en defensa de la soberanía de sus pueblos contra la tiranía del Capital.

Obama sigue la lógica imperial del ejercicio ilimitado de su poder no firmando tratados internacionales que restrinjan su capacidad de dominación, desconociendo la soberanía territorial y judicial de los otros Estados, declarándose juez y policía universal y, adfirmar como “mandato divino”, su obligación de mantener la guerra en todo el Planeta, con el fin de garantizar la preservación del sistema capitalista y el dominio de sus corporaciones globales sobre las modestas economía de la mayoría de los países.

El límite definitivo de este Poder no esta en la crisis sistémica del decrépito aparato industrial y financiero norteamericano sino en el escenario planetario, porque si bien es cierto, el origen de esta potencia imperial se ubica en los Estados Unidos, su fuerza económica, política, cultural y militar se encuentra esparcida en toda la Tierra, asegurando la construcción, desarrollo y consolidación de un Estado Global de nuevo tipo, por lo que, solo una concertada acción internacional, que acumule las fuerzas de los trabajadores y demás sectores anticapitalistas amantes de la paz, la Justicia Social, la preservación del ambiente y la protección de sus acervos histórico, podrá derrotarse, definitivamente, la amenaza que representa la fuerza maligna del imperialismo para el futuro de la Humanidad.

yoelpmarcano@yahoo.com


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Yoel Pérez Marcano


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