El premio Nobel de la Paz al pueblo de Honduras

¿Qué pensaría Bolívar? Ahora los laureles son para quien evite la muerte, para quien evite la guerra y no a quien dedique su vida a la causa de la libertad ¿Le darán otro premio Nobel a Oscar Arias si logra la misión que le impusiera Hillary Clinton?  

Desde al año 1.901, año tras año, se entrega el Premio Nobel a la Paz.  Ha sido entregado a 95 personas y a 20 organizaciones. Es curioso observar la cantidad de sires y de lores que lo han recibido, así como personajes altamente comprometidos con  los poderes hegemónicos como el caso de  Willy Brand, Henry Kissinger y Oscar Arias,  por 17 veces no se encontró ganador, reservándose la cantidad de diez millones de coronas suecas para la misma organización. No dejando de haber sido muy justo en otros casos: Martín Luther King , Rigoberta Menchú, Al Gore, Teresa de Calcuta y otros. 

Yo tengo algunas consideraciones en relación al premio que instituyera el inventor de la dinamita. Sobre todo acerca del concepto de paz que se maneja al escoger nominados y ganadores.  La paz no es evitar la guerra o hacer esfuerzos por contenerla cuando estas situaciones conflictivas corresponden al reclamo justo de los pueblos ante fuerzas instituidas por lograr su libertad o derechos humanos restringidos. Paz es un concepto de no agresión universal, mientras en nuestro mundo unos pretendan vivir  del trabajo de otros, no habrá paz, mientras en nuestro mundo naciones poderosas como los Estados Unidos ejerzan dominio, invasión, sometimiento, intervención militar o injerencia sobre países más pequeños, no habrá paz. 

Hay dos clases de guerra fundamentales: las guerras de dominación y las guerras de liberación. Las primeras son ejercidas por imperios armamentísticos para apropiarse de países que le representan intereses políticos o económicos y las segundas son guerras libradas por los pueblos en contra de las clases opresoras: naciones imperiales, burguesías  criollas o gobiernos de facto impuestos por alianzas de la iglesia, las burguesías y los militares lacayos que le sirven. 

La verdadera paz no se podrá  lograr sin el ejercicio de guerras, esto no lo digo yo, lo imponen quienes detentan el poder que nunca van a ceder su mando de otra forma. De manera que en casos como el de Honduras no se podrá valorar la paz  asignándole valor alguno tan sólo por evitar confrontamiento, el único valor posible en Honduras es la restitución de la democracia y el castigo severo a quienes la derrocaron, es la instauración de un gobierno interino para reestructurar los poderes tomados por los golpistas y una salida en la que la voz y la decisión del pueblo, ejercida en elecciones libres, transparentes y monitoreada por comisiones internacionales que garanticen su legitimidad. No será la paz ninguna mediación lograda por Oscar Arias, repitiendo las lecciones con que “pacificara” a una América central convulsionada por las mismas desigualdades que hoy de nuevo la llevan a las calles. 

Hago estas reflexiones  ante el supuesto acuerdo de mediación que Oscar Arias anunciara para el viernes, no suceda que a la Fundación Nobel entonces, se le ocurra darle nuevamente un oscar, perdón, un Nobel al señor Arias, o quizá a la Sra. Hillary Clinton , ya que tantas veces se han quedado sin candidato para este reconocimiento. 

El premio Nobel de la paz debería demostrar un reconocimiento a quienes verdaderamente hacen todos los esfuerzos por desmontar dominaciones hegemónicas que causan hambre e infelicidad sobre las mujeres y hombres de ésta tierra, a quienes limpien las malezas para abrir una senda hacia un mundo donde no exista la explotación del trabajo de los seres humanos, el premio Nobel de la Paz debería, señor Nobel, dedicarse no sólo a expiar sus culpas por haber traído  a este mundo la dinamita que miles de muertos a ocasionado, sino más bien a expiar a este mundo de los seres que han hecho de su invento un instrumento de dominación. 

Diez millones de coronas suecas es mucho dinero para un solo hombre, pero jamás alcanzaría para ayudar a tantos que durante siglos han sufrido, han luchado y han muerto por crear un nuevo mundo.

La nobleza de éste premio se dignificaría entonces si por primera vez se entregara este premio no a un hombre sino a  un pueblo que ha tomado las calles pacíficamente y ha resistido y ha sido asesinado con balas llenas de pólvora y que en éste año, no podrá ser otro que el glorioso pueblo de Honduras. 


brachoraul@gmail.com  


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Raúl Bracho


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