Así mata la CIA a sus Cachorros cuando éstos les traicionan

EE UU en la OEA no dijo ni pío

Fue un oligarca neogranadino, el canciller colombiano Alberto Lleras Camargo, quien dijo de manera contundente y como una gran cosa: “LA OEA ES UN DIGNO MINISTERIO DE COLONIAS DE LOS ESTADOS UNIDOS.” Es decir, la política de Harry Truman “El Sucio” que buscaba imponer un ejército interamericano con un generalato estadounidense.

Nuestro Presidente Rómulo Betancourt fue uno de los artífices de este Ministerio en 1948, como jefe de la delegación venezolana que asistió en Bogotá a la IX Conferencia Interamericana. Su posición se inscribía dentro de los parámetros del panamericanismo que comprendían: 1º la defensa hemisférica y 2º la intervención multilateral (piezas claves del sistema de seguridad y defensa y dominación del imperio).

Realmente la OEA fue creada, exclusivamente, para atacar a todo movimiento comunista en la región, y a partir de los ochenta, para defender los envíos de droga a Estados Unidos y Europa; para la conformación de centros paramilitares, para la instalación de bases militares en Colombia y Ecuador, y la radical instrumentación del genocida Plan Colombia.

La razón por la cual Álvaro Uribe ha tenido que oponerse radical y criminalmente a todos los empeños por la unidad latinoamericana del Presidente Hugo Chávez es porque sabe que el imperio lo tiene en una lista. Álvaro Uribe recuerda los casos de Rafael Leonidas Trujillo, de Marcos Pérez Jiménez, del mismo Anastasio Somoza, de Duvalier (hijo) y de Manuel Antonio Noriega y por ello pone sus barbas en remojo. Cada vez que Chávez y Uribe se reunían para tratar temas bilaterales que contemplasen incremento de las relaciones comerciales; la creación de un gasoducto que fuese desde la frontera con Venezuela hasta las costa del Pacífico; cuando analizaban el tema de los desplazados, la guerrilla, el secuestro, la droga y últimamente lo relacionado con un plan para pacificar Colombia, entonces Estados Unidos enviaba sus comisionados a Bogotá para mostrarle a Uribe el espantoso dossier de sus relaciones con paramilitares, con el asunto de los desaparecidos; masacres incontables en todo el país que lo comprometían a él y a su entorno; sus descomunales negocios con la droga, el pulpo de su mafia criminal incrustado en el Ejecutivo, en el Congreso y en el Poder Judicial. Entonces los mismos gringos que trabajan para la Oficina Oval le anexaban a estos documentos los juicios que se le habían hecho a Manuel Antonio Noriega, y le decían: “Nosotros, señor Presidente, sabemos que usted es un hombre razonable, que usted entiende de negocios, que usted es diferente y jamás nos colocará en una situación irritante, preocupante…”

Betancourt se estaba movilizando prestamente para neutralizar y derrotar en su país el entusiasmo que despertaba la Revolución Cubana. Dio órdenes expresas a su canciller Marcos Falcón Briceño para que se expulsara de la OEA a Cuba. El ex canciller Ignacio Arcaya había votado contra esta resolución recibiendo instrucciones de URD, lo que le cuesta el cargo.

En realidad, el 28 de junio de 1961, había sido aprobada la Declaración de San José por la cual se acordaba condenar toda clase de intervención extranjera. Resultaba todo un espantoso sarcasmo el que el Secretario de Estado Christian A. Herter, manifestara en esa oportunidad que los Estados Unidos (que habían intervenido en los asuntos internos de todos los países del mundo) tiene la esperanza de que los miembros de la familia interamericana demuestren su unidad para resolver sus diferencias y reafirmen su alianza en términos inequívocos.

El 14 de diciembre de 1961, fue el gobierno colombiano el que solicitó a la OEA una reunión extraordinaria para sancionar a Cuba. El 30 de enero de 1962, con 14 votos a favor, 1 en contra y 6 abstenciones se aprueba la resolución de “Exclusión del actual gobierno de Cuba de su participación en el Sistema Interamericano”. Todos los países presentes sabían que esa decisión carecía de base jurídica porque la Carta de la OEA no contempla ese tipo de acciones. Pero la orden emanaba del Departamento de Estados y los CACHORROS, que copaban casi todo el continente, fervorosamente la acataron.

En ese momento, la poderosa prensa de la región apoyó este crimen contra Cuba. En Venezuela esos poderosos medios felicitaron a Rómulo Betancourt por haber sido Venezuela uno de los más decididos demandantes de esta acción. El jefe de la Cadena Capriles, Miguel Ángel Carriles, exclamó: “Le han dado la razón a Venezuela y a la Cadena, y a mí que fui el primero en lanzar en mis periódicos la acusación contra Fidel y su gobierno y en insistir que por ser comunista no podía estar representado en los organismos interamericanos[1]”. El 15 de febrero Betancourt defendiendo su Doctrina clausuró las publicaciones comunistas Gaceta e Izquierda, porque criticaban esta decisión.

Luego de la reunión en la OEA, celebrada el 4 de marzo de 2008, para considerar la invasión ordenada por Uribe contra Ecuador, toda la prensa poderosa obvió la decisión de que tal hecho constituía una criminal violación de la soberanía de Ecuador, y por el contario dio prioridad a la afirmación de que Colombia no había sido condenada. En toda la historia de nuestro hemisferio ha resultado casi imposible condenar en la OEA a un CACHORRO. ¿Alguna vez en ese organismo se condenó acaso a Fulgencio Batista, a Pinochet, a Somoza, Stroessner, Duvalier? Por el contrario, sí fueron sancionados Jacobo Árbenz y Fidel Castro. Entre 2002 y 2003, se hicieron desesperados esfuerzos en este organismo para que se condenara al Presidente Hugo Chávez.

Esta reciente resolución es importante porque ha disgustado enormemente a Estados Unidos, ya que el Consejo Permanente resolvió reafirmar el principio de que el territorio de un Estado es inviolable y no puede ser objeto de ocupación militar ni de otras medidas de fuerza tomadas por otro Estado, directa o indirectamente, cualquiera fuera el motivo, aún de manera temporal.

Ahora bien, vamos a referirnos al único caso conocido en la historia de América Latina en el que Estados Unidos admitió que se sancionara a uno de sus más insignes CACHORROS, Rafael Leonidas Trujillo, el cual acabó asesinado por la CIA.


El 24 de Junio de 1960 había ocurrido un espantoso atentado en Los Próceres contra el Presidente Rómulo Betancourt que fue para Washington la gota que rebasó el vaso. El gobierno venezolano envalentonado ejerció todos los mecanismos interamericanos posibles en contra Rafael Leonidas Trujillo por ser éste el autor intelectual del hecho. Se solicita que una comisión de la OEA se traslade a Venezuela para que haga una investigación de campo y sus conclusiones las presente la propia OEA.

Sin perder tiempo se solicita una reunión de Consulta de Ministro de Relaciones Exteriores para los días 16 al 21 de agosto de 1960 en San José de Costa Rica. Una solicitud que está sustentada el artículo 6 del TIAR y que tiene como objeto fundamental considerar los actos de intervención y agresión del gobierno de la República Dominicana contra la vida del presidente venezolano. En la cita interamericana se resalta el pacto entre Venezuela y EEUU donde EEUU respaldaría a Venezuela frente al gobierno dominicano y Venezuela apoyaría a EEUU frente a la condena anticomunista a Cuba.

Por primera vez en la historia, insistimos, de las relaciones interamericanas parecía que el imperio accedía a condenar un gran aliado suyo; en realidad era un juego porque la muerte del dictador ya estaba anunciada, y ahora Betancourt debía cumplir su parte reciprocando para condenar a Cuba.

El 26 de agosto Estados Unidos admite y hace cumplir la resolución: “Ruptura de relaciones diplomáticas de todos los Estados miembros con la República Dominicana… suspensión inmediata del comercio de armas e implementos de guerra de toda clase.

Se estaban dando pues los pasos para salir de aquel hijo mimado de la CIA a quien Harry Truman llamó orgullosamente "campeón del anticomunismo en América". Estaban frescos aún los recuerdos, cuando en 1947 Truman ardorosamente presionó al gobierno de Cuba para frustrar la expedición de exiliados dominicanos que desde Cayo Confites intentaba derrocar a Trujillo. Pero así actúan las mafias con sus hijos. Cuando ya no sirven los matan o dejan que se los juzgue con un fardo de condenas monstruosas y por ende que se les enjuicie; si se les mata mucho mejor. Son simples objetos del deseo del poder, que quedan a la deriva después de que han servido mucho al imperio; un camino por el que transitaron, el propio Rómulo Gallegos, Carlos Delgado Chalbaud (asesinado), Rafael Simón Urbina (asesinado), Marcos Pérez Jiménez (echado a la jauría), Anastasio Somoza (asesinado), Duvalier, Fulgencio Batista, Trujillo (asesinado), Manuel Antonio Noriega…

Fue el sencillo juego de siempre: se le entregaron armas a los descontentos que pueden ser inclusos comunistas, no importa; luego habrá que matarlos, y esto es más fácil. Pesaba mucho la decisión el atentado contra Betancourt el mejor aliado de los nuevos planes estratégicos de Washington.

El 30 de mayo fue el golpe: con las metralletas entregadas por la CIA. Imbert Barreras declaró años después: "Estuve a tres metros de él. Apunté mi 45 y le disparé dos veces. Uno de los proyectiles le dio en la barbilla. Cayó de espaldas, muerto". Roberto Pastoriza disparó el tiro en la nuca. Varios de los agentes de la CIA involucrados en la conjura –entre ellos Wallace Berry, alias Lorenzo Wimpys-, recibieron la protección y se les puso a salvo fuera del país. Así mata la CIA a los Álvaro Uribe que traicionan a su Patrón.

[1] “Yo asistí al Gabinete Capriles (La Cadena por dentro)”, Tomo I, Isaac Benarroch Pinto, Colección Relatos de Actualidad, Impresos Tiuna C.A., Caracas, 1965, pág. 220.

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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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