La rebelión del traspatio

Heinz Dieterich expresó esta semana en este mismo diario su certeza de que en los próximos meses Estados Unidos invadirá a Irán. El escritor alemán fundamentó su opinión en el hecho de que, aniquilados Irak y Afganistán a manos de los mismos norteamericanos, la nación persa, ya sin contrapeso, podría erigirse en una potencia nuclear en la región, capaz de controlar el paso del petróleo de Oriente hacia Occidente. La tesis del analista germano se unió a la de muchos otros que vienen advirtiendo desde tiempo atrás de las intenciones hegemónicas de la nación norteña sobre el subsuelo asiático.

El obsceno presupuesto presentado por Bush para 2008, que alcanza la impensable suma de 700 millardos de dólares, debe contemplar el cálculo del costo de una interminable guerra en el Medio Oriente, con todas las implicaciones de destrucción y muerte que conllevaría una invasión a un país mucho menos vulnerable que lo que era Irak hace cuatro años, y ciertamente más poderoso desde el punto de vista bélico.

La intención, nuevamente, sería la intimidación. El imperio no está dispuesto a tolerar que nadie que no sea su aliado, pretenda erigirse en potencia autónoma.

Con la acción también enviaría un claro mensaje hacia otras dos naciones en franca actitud de provocación con sus alardes de soberanía: Corea del Norte y Venezuela.

Por el estrecho de Ormuz pasa 40 por ciento del petróleo que consume Occidente, y Venezuela tiene lasmayoresreservasdecrudo.Actualmente somos el quinto productor mundial y abastecemos alrededor del 17 por ciento del mercado norteamericano. Somos a la vez el tercer socio comercial de EEUU en Latinoamérica, sólo superado por Brasil y México, pero por encima de países de importancia estratégica como Argentina, Chile y Colombia. Es decir, este paisito chiquito, subdesarrollado y bravucón, es un importantísimo proveedor de energía con toda y su todavía inexplorada pero inmensa y rica Faja del Orinoco. Paradójicamente, durante el gobierno de Chávez el intercambio comercial entre el nuestro y la nación norteña se ha incrementado notablemente.

Por eso no extrañan las palabras de Condoleezza Rice de esta semana, en las que afirmó que el mandatario nacional está destruyendo el país, a las que se sumaron las del subsecretario de Asuntos Políticos, Nicholas Burns, quien le manifestó su preocupación al canciller brasileño, Celso Amorim, sobre la democracia venezolana. Nos quitaron también una ayuda que no necesitamos para el combate del narcotráfico, pero la acción de todas formas es harto elocuente.

En el escenario interno, nos encontramos de nuevo con un descarado intento de golpe alimenticio: el acaparamiento y la especulación de artículos de la cesta básica no deben verse como hechos aislados. Basta recordar la crítica situación que vivió Chile los meses que precedieron a septiembre de 1973, para comprender que estamos en el ojo de un huracán que se está orquestando otra vez contra nosotros. Los libretos se repiten. Nada de lo que pase adentro está desligado de lo que acontece fuera. No olvidemos que la rebelión ha cundido por América Latina y somos un ejemplo de dignidad que no conviene que exista.

Alerta, pues.

mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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