La OTAN, Colombia y Nuestra América

Elanuncio de presidente Juan Manuel Santos sobre la inminente incorporación de Colombia a la ORGANIZACIÓN DEL ATLANTICO NORTE (OTAN) equivale a la integración institucional a escala continental y global de ese Estado suramericano a la política y al accionar de conquista y re-conquista militar Norteamérica y a las guerras destructivas del Imperialismo Occidental encabezado por EEUU.

Es, además, la confirmación por ese gobierno vasallo de su interés e intención de concebir los accidentados y controvertidos Acuerdos de Paz de la Habana como una gran trampa que procura convertir a Colombia en una plataforma militar sub-imperialista destinada a ayudar a EEUU a reconquistar y recolonizar Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia… junto a la inmensa riqueza de la Amazonía y de toda nuestra América: su petróleo, gas natural, oro, litio, uranio, titanio, tierras raras, reservas de agua y biodiversidad.

No es accidental que esa ominoso decisión haya sido anunciada semanas después que la dirección ejecutiva de las FARC-EP aceptara sorpresivamente la posibilidad del desarme unilateral de esa organización político-militar, abandonara la demanda de la Constituyente Popular y Soberana (llamada a refundar sus instituciones) y se inhibiera frente a la permanencia en su territorio de 7 BASES MILITARES gringas y del aparato de guerra estadounidense  que tutela su poderoso ejército y sus fuerzas paramilitares; aceptando de hecho los tratados militares y económicos que previamente anularon la soberanía de ese país hermano y creando de paso una peligrosa desarticulación de la resistencia bolivariana en medio de una paz  chueca y engañosa, por suerte descreída e impugnada por el 64% de los votantes que se abstuvo de concurrir a la farsa del plebiscito con que se pretendió legitimarla, y evidentemente resistida y objetada por un gran número de combatientes farianos.

  • Antecedentes.

La decisión de incorporar a Colombia a la OTAN -preliminarmente adoptada entre el PENTÁGONO y la cúpula militar colombiana, y cabildeada con los miembros europeos de esa organización regional- estaba en carpeta desde hace varios años en espera de un  momento oportuno.

Ella fue referida por el ex-presidente Uribe, siendo Juan Manuel Santos su Ministro de Guerra, poniendo en evidencia que el territorio colombiano ya no solo estaba siendo concebido por EEUU y la clase dominante-gobernante colombiana como un escenario de una guerra local contra las FARC, el ELN y otras fuerzas insurgentes, sino además seleccionado para montar una eventual plataforma militar del imperialismo occidental destinada a impedir la segunda independencia del continente latino-caribeño, en el contexto de una estrategia de guerra global infinita y de la crisis de decadencia del capitalismo imperialista; proyectando la incorporación de las fuerzas militares regulares y mercenarias (paramilitares) colombianas a los planes del Comando Sur del Pentágono diseñados para en todo el continente y muy específicamente a su apuesta de privilegiar la OTAN y extender su poderío y su gravitación al Atlántico Sur desde su condición de principal articulación militar imperialista a escala mundial.

El TIAR americano  ya había quedado postrado a raíz de la guerra de las Malvinas, mientras la OTAN fue potenciada hacia el Sur y hacia el Oriente durante ese episodio… hasta adquirir dimensión de gendarme militar global del Occidente Imperialista, con EEUU a la cabeza, en el contexto de la nueva  guerra imperialista y la nueva barbarie capitalista impregnada de saqueos caóticos; practicadas sistemáticamente contra la ex–Yugoslavia, Palestina, Irak, Afganistán, Libia, Siria, Ucrania…sin lograr en la mayoría de esos casos estabilizar su dominio ni crear sistemas económicos y políticos eficientes.

En verdad lo anunciado por el presidente colombiano -el mismo truhán de los “falsos positivos”- confirma que el proyecto de convertir a Colombia en un inmenso porta-aviones de la OTAN no era una simple bravuconada o solo amenazas sin fundamentos. Era una de las variables imperiales de cara a lo que acontecía -y podía acontecer- en nuestra América y en el mundo.

Ese proyecto bélico va camino a su pronta implementación, impelido por las enormes dificultades militares de EEUU a la luz de la audaz recomposición de Rusia como superpotencia militar y de su alianza estratégica con China Popular (en vía convertirse en la primera superpotencia económica mundial); así como de los reveses sufridos en Ucrania y Siria, de la nueva alianza de Turquía y ciertos Jeques árabes con Rusia, de sus desgarraduras internas y el auge del chauvinismo neofascista, incluida la victoria de TRUMP, el separatismo de Inglaterra de la UE y el posible triunfo de la Len Pen en Francia.

La intensificación del contra-ataque imperialista en su “patio trasero” tiene, por tanto, mucho de repliegue  y de aventura con perspectiva de uso de la fuerza en alta dimensión.

  • Carácter de esta apuesta.

La apuesta a ese tipo de paz en Colombia, procurando a continuación convertirla en súper-base de la OTAN, implica un salto en la posibilidad de expansión de su estrategia de guerra integral regional, precedida de los inestables golpes desgarradores en Argentina y Brasil, y los programas y planes desestabilizadores contra los procesos soberanos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, con fuerte énfasis ahora contra la Venezuela bolivariana.

En ese contexto la distensión con Cuba, más incierta ahora con lo acontecido en las elecciones gringas, es pura maniobra. Lo dominante es la posibilidad de que EEUU emplee las fuerzas militares y para-militares colombianas y las bases estadounidenses establecidas allí como activos de una OTAN que recientemente destruyó la sociedad Libia, con menos motivos imperiales que los que EEUU y el imperialismo occidental tiene contra el chavismo venezolano.

Esa Pax seguida de la entronización de la OTAN en Colombia equivale a la ampliación de las posibilidades de guerras  contra Venezuela y contra Cuba, contra Ecuador y Bolivia, en toda la Amazonía y contra nuestra América.

Es un designio peor de lo que coyunturalmente e inconsistentemente el comandante Timochenko califica de “perdida de la soberanía colombiana”, previamente aplastada por las bases militares establecidas allí y por el modelo de recolonización neoliberal que los acuerdos firmados por él no revocan. Es la posibilidad del uso de Colombia como componente militar contra la soberanía de Venezuela y de toda nuestra América.

En el caso de las FARC-EP procede reconocer el error y salirse como mejor pueda de la trampa que aceptó su dirección ejecutiva impregnada de una alta dosis de oportunismo de derecha y de una falsa e ilusoria idea de “reconciliación” con sus enemigos esenciales. Urge que las FARC-EP se re-vinculen al pueblo que deslegitimó el tristemente plebiscito de Santos y Uribe.

  • La OTAN es la receta que Santos les ofrece a los claudicantes ¿Qué hacer entonces?

Dado que la clase gobernante colombiana monta el poder de la OTAN sobre una falsa paz, urge contra-atacar lo que esto implica dentro de la actual contraofensiva imperialista-derechista en la región.

En los casos de los procesos independientes amenazados por la impronta OTAN-COLOMBIA, procede que como Estados soberanos refuercen su alianza militar con Rusia, China y todos los países de alguna manera enfrentados al pentagonismo de EEUU y al imperialismo occidental; y que como movimientos patrióticos, antiimperialistas, revolucionarios… promuevan la conformación de una amplia confluencia mundial y regional antiimperialista, preferiblemente motorizada o con significativa presencia de las fuerzas anticapitalistas coordinadas.

A la luz de la experiencia en Siria, precedida del nefasto precedente de la OTAN en Libia, el Gobierno del Presidente Maduro y el liderazgo chavista de las fuerzas armadas bolivarianas han acertado al procurar mayor colaboración militar de Rusia y China frente al anuncio colombiano de integración a la OTAN acompañado de la pretensión de convertir a Colombia en la principal potencia militar del subcontinente, asignándole un rol parecido al de Israel en el Medio Oriente.

Pero aun ese importante paso sería insuficiente si no se recurre a impulsar tenazmente el internacionalismo revolucionario, el latino-caribeñismo, el bolivarianismo… a nivel de partidos, movimientos sociales y fuerzas culturales transformadoras; esto es, si no se opta por la unidad de los trabajadores/as y de los pueblos en pro cambios revolucionarios trascendentes que garanticen que la región sea zona soberana y de paz, libre de bases y tropas imperialistas.

Esta es una magnífica oportunidad, fruto de una imperiosa necesidad, para relanzar y potenciar coordinaciones internacionales de carácter antiimperialistas y anticapitalistas como el Movimiento Continental Bolivariano (MCB), para retomar y enriquecer su agenda, su espíritu contestario y su rebeldía; para el accionar independiente y radical de los movimientos sociales capaces de profundizar las transformaciones y concomitantemente exigirle al ALBA, a UNASUR y CELAC posturas que contribuyan -desde sus variadas tonalidades- a impedir el despliegue de la estrategia militar imperialista, la creciente presencia militar del Comando Sur y sus flotas y bases militares, y la peligrosa incorporación de Estados de la Región a plan global de la OTAN; para contribuir a que definitivamente nuestra América conquiste soberanía y logre librarse definitivamente de las guerras imperialistas.

Los virajes hacia la recolonización, los golpes brutales al debilitado progresismo y a las reformas mediatizadas o estacadas, están generando nuevas respuestas masivas y nuevas crisis de la gobernabilidad derechista, junto a nuevos hechos y planes de violencia imperial que bien merecen y bien pueden ser derrotados por una oleada popular de mayor profundidad.

Eso es lo que acontece en Argentina y en Brasil, y será peor para las derechas y tutores si en Venezuela osan imitar esos malos ejemplos, sobre todo si en Colombia el anuncio gubernamental  de su avieso ingreso a la OTAN es impugnado debidamente por las funestas implicaciones que conlleva para ese país, para Venezuela y nuestra América; procurando a la vez la derrota de todo oportunismo conciliador y las necesarias rebeldías de las fuerzas insurgentes, de toda la izquierda anti-sistémica y  partidarias de la suma de soberanías camino a la Patria Grande liberada y al nuevo socialismo.

11-01-2017, Santo Domingo, RD.

 

 

 



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Narciso Isa Conde


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