Desde el comienzo de las elecciones presidenciales los ciudadanos estadounidenses percibieron muy claramente las intenciones manifiestas de los representantes de cada bancada partidista, y hacia donde apuntalaban una brújula invisible, que para muchos, se ha convertido en la tabla de salvación de un gobierno que traicionó los antivalores más rancios de una sociedad trastocada en los cimientos más profundos del ser humano.
No en vano el slogan de Trump y su “Make America Great Again” (de volver grandiosa la América nuevamente) ocasionó el resurgimiento de viejas rencillas que no cicatrizaron totalmente en el inconsciente norteamericano. Los rencores que parecían olvidados de un pasado plagado de persecuciones políticas, estudiantiles, sangre y guerra fueron reavivados nuevamente a un punto de manifestarse con violencia en cada Rally de Trump.
El discurso de Trump y su ensañamiento contra los latinos, especialmente los mexicanos e ilegales, fueron la gasolina para un incendio que parece aproximarse de manera acelerada si los vientos favorecen a un empresario que no teme despotricar contra nadie ni mucho menos aplastar al enemigo.
Los tiempos de un Estados Unidos invasor y depredador que llevó a miles de jóvenes a guerras sin cuartel en nombre de una libertad ficticia parece que arriba con más fuerza en un momento tan delicado para nuestro planeta que día a día deja de existir.
Trump no perdonará a sus enemigos en ningún rincón del planeta. Parece que hemos llegado al principio de una guerra que afectará a todos por igual e explosionaremos en una onda cósmica en cualquier momento. ¿Se recuerdan el botón rojo?
En un Aló Presidente, el presidente Chávez decía casi como un canto “…Vientos de guerra se asoman en América Latina”, parece que el tiempo ha firmado su sentencia.
*Comunicador Social
Profesor universitario
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