¿Qué pasó el 6D y qué debemos hacer?

La Revolución bolivariana está atravesando una de sus peores crisis. No es solo una situación que se deriva de la derrota electoral sufrida el 6D, sino que es consecuencia de diversos factores acumulados y hoy nos coloca en desventaja ante un adversario moralizado y con ansias de revanchismo.

¿Cómo operó el enemigo?

Desde la muerte de líder histórico de nuestro proceso de liberación nacional el imperialismo ha movido todas sus piezas con el objetivo de aniquilar la esperanza que representa la Revolución bolivariana como una alternativa al modelo neoliberal.

La razón del imperio para atacar a Venezuela es simple, la Revolución bolivariana simboliza una complicación directa para sus intereses en el continente y es la principal promotora del acercamiento de América Latina y el Caribe con Rusia y China. Por otro lado, Venezuela consolidó instrumentos como la CELAC, el cual aísla a los gobiernos de EEUU y Canadá. El imperio no podía tolerar esta humillación.

Para entender la complejidad de la situación en necesario conocer cómo el imperialismo adoptó todas las formas de lucha para desquebrajar el apoyo popular con el que cuenta la Revolución y cuales herramientas utilizó para ello:

· El Estado norteamericano con todas sus instituciones civiles y militares. (Departamento de Estado, instituciones de control financiero, CIA, NSA, Comando Sur, entre otros.)

· Gobiernos de derecha (España, Colombia, Guyana, entre otros).

· Organismos internacionales (OEA, UE y ONU)

· Medios de comunicación (CNN, , EFE, REUTERS, BBC, AP, entre otros).

· Partidos políticos y ONG’s (PP, PSOE, Partidos de centro derecha y conservadores de la región).

· Parlamentos y funcionarios de derecha de distintos niveles.

· Empresas transnacionales (EXXON, Calificadoras de riesgo, P&G, entre otras).

· Personalidades políticas y de la farándula internacional.

· Aparatos paramilitares.

· Oposición venezolana.

Esta impresionante maquinaria fue puesta en movimiento desde la muerte del comandante Chávez, pues no es un secreto que el adversario conoce muy bien la situación de nuestro país y el perfil de nuestros dirigentes. Estamos hablando del imperio más poderoso que ha existido en la historia de la humanidad.

Los militares chinos en los 90 desarrollaron el concepto de la guerra sin restricciones, la cual tiene como única regla, que no hay reglas. No es necesario declarar de manera formal la guerra a otros Estados para atacarlos.

En el caso de Venezuela el imperialismo abrió múltiples frentes: 1) el psicológico, dirigido a desmoralizar las masas y desprestigiar a la dirigencia; 2) el económico, con el objetivo de asfixiar a la población negándole los productos de primera necesidad; y 3) el internacional, orientado a descomponer la imagen del Gobierno nacional y atacarlo desde distintas posiciones como la OEA, la ONU, ONG’s, medios de comunicación y gobiernos al servicio imperial.

Es importante precisar que estos frentes no fueron identificados por la dirección como un ataque general, sino que se les dio respuesta de manera aislada y con cierto desorden e improvisación. No obstante, aunque se logró neutralizar algunas acciones, se perdió de vista el objetivo estratégico y fuimos derrotados en el plano electoral.

A raíz de los múltiples ataques y el desorden de nuestras respuestas, un cuarto frente interno fue abierto y jugó un papel determinante en lo ocurrido, y es que la gran mayoría de gobernaciones, alcaldías y el Estado nacional y sus instituciones se diluyeron ante la ausencia de direccionalidad que acabó en:

· El desbordamiento de los niveles de ineficiencia, improvisación, burocratismo y corrupción.

· Que el chavismo de base identificara este comportamiento nefasto, en ocasiones avalado por algún alto dirigente del PSUV, y se tradujera en desmoralización, descontento, frustración y desmovilización.

Por otra parte, el Gobierno nacional no supo dar respuesta a la crisis económica, la inseguridad y la ineficiencia de las instituciones del Estado. Sino que priorizó acciones de tipo asistencialista y demagogas obviando la situación crítica de las comunidades y con un discurso alejado de las realidades del pueblo.

Las bases populares hoy están conmocionadas por la derrota y exigen a sus dirigentes respuestas y orientaciones, lamentablemente debido a la incapacidad y desorganización generalizada que existe en estas instancias, estas respuestas puede que no lleguen. Más allá de la derrota electoral y la crisis de direccionalidad existe algo mucho más grave y es la crisis moral. Muchos de los gobernadores, alcaldes, concejales, directores y ministros han desprestigiado la causa socialista y deben asumir sus responsabilidades.

¿Qué hacer?

La derecha viene por el referéndum revocatorio, la liberación de los asesinos de la guarimba, el desmonte del andamiaje legal que diseñó Chávez para proteger al pueblo, la toma de los poderes públicos y es necesario prepararse para esos escenarios e incluso debemos pensar de manera objetiva en la posibilidad de perder el poder político en Venezuela.

Sin embargo, todavía estamos a tiempo de rectificar el rumbo de la Revolución bolivariana y mantener algunas posiciones, pero esto depende de las decisiones que tome el presidente y lo cierto es que Maduro no puede seguir improvisando, debe organizar sus ideas y planificar una retirada estratégica, reagrupar todas las fuerzas revolucionarias y organizar una contraofensiva general.

Debemos: 1) refrescar la dirigencia en todos sus niveles; 2) reagrupar, reorganizar y remoralizar a la base chavista; 3) asumir con responsabilidad y autocritica nuestros errores y rectificarlos; 4) emprender una lucha a muerte en el frente económico y garantizarle los productos al pueblo. Debemos hacer un plan de manera prioritaria para la recuperación económica de la nación lo antes posible para nivelar los índices macroeconómicos asumiendo con valentía y explicarle al pueblo paso por paso; 5) fortalecer la lucha contra el hampa; y 6) emprender una cruzada para liberar el Estado de corruptos e ineficientes.

Es importante precisar que las UBCH y los CLP son las únicas estructuras del PSUV legitimadas por el voto de la militancia de base. Ningún cargo en las estructuras municipales, estadales y nacionales es legítimo. Así que las bases están en su derecho de exigir la renuncia de los dirigentes que fracasaron. Nos podemos quedar sin la Asamblea Nacional, pero nunca sin el chavismo.



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