La nueva frontera con Colombia

Construir no es fácil, sobre todo construir sobre ruinas y escollos que han luchado para no desaparecer del contexto histórico en el cual se han arraigado con todos los vicios políticos y sociales; que la humanidad de estos lugares, ha asumido de forma folklórica y costumbrista, hasta el punto de que se le crea es el gentilicio local en una región determinada de las geografías colombo-venezolanas. Se refiere esto, a esa construcción de la nueva frontera entre Venezuela y Colombia que con mucha fuerza y esperanza esboza; el ciudadano presidente de La Republica Bolivariana de Venezuela Nicolas Maduro Moros.

Si se habla de construir es porque no existe o la que se tiene es disfuncional y anómala, entonces hay que hacerla de nuevo y distinta. Nuestra frontera colombo-venezolana se comporta como tierra de nadie desde hace algún tiempo. Ya peligrosa con la guerra intestina colombiana de muchas décadas, se magnificó su desastre con el llamado Plan Colombia; que en menos tiempo que esa guerra; la convirtió en el infierno más grande conocido por la América moderna. Ya el mundo sabe esa historia que convirtió a Colombia en el vecino más peligroso de Suramérica.

Ahora, la desgracia colombiana no es causada por su pueblo, ni por sus costumbres nacionales, ni por su folklor. El pueblo colombiano ha sufrido esa absurda política guerrera que una oligarquía sanguinaria impuso para eternizarse en el poder de ese país (nuestro hermano país). Originando la estampida humana hacia otros lugares americanos donde consiguieron cobijo y solidaridad. La bendición para Colombia es que al este de su geografía está situada Venezuela, quien ha representado un amortiguador a gran escala, para ese golpe de sangre sufrido por los colombianos; sobre todo por los más desposeídos, por los campesinos, por los marginales de sus urbes, por sus analfabetas, por sus olvidados, por los insignificantes o sea por los pobres. Derivado de ese odioso clasismo que reina en sus más poderosos lideres que dominan toda la plataforma estadal, social, económica, eclesiástica, militar, mediática y hasta criminal. Ellos han impuesto esa desgracia.

El desafío venezolano es de alto perfil, y los colombianos todos, están obligados por las circunstancias a aportar su cuota con responsabilidad, apresto y vocación humana, en esta construcción. No es fácil para los habitantes de estas fronteras vivir la vida tal y como se conciben hoy estos lugares de los dos países. Para los venezolanos es urgente mantener el bienestar que aún queda y que con gusto se comparte con los colombianos llegados. Para los colombianos es inaplazable mirar a sus paisanos abandonados por el estado en los límites fronterizos, lejos de dios, de la justicia y de la buenaventura.

El presidente Maduro ya cuenta con su pueblo, el pueblo puede contar con ese estado venezolano humanista. La construcción no será de un muro, ni barricadas, ni bases militares. Será la ampliación de la esperanza para los dos pueblos, se construirá la convivencia llena de paz, con justicia, con respeto, dentro de la legalidad y la solidaridad, donde el bien común prevalezca como la prioridad de vida. Esta construcción pasa por la transformación humana, con nuevos paradigmas sociales y políticos, con nueva visión económica, que se vea a la frontera como la convergencia de dos pueblos que son unidos por su historia, por sus tierras, por la patria grande, por sus héroes de libertad, por su humanidad.

En este sentido la construcción de una nueva y distinta frontera, debe quedar como ejemplo para otros pueblos de América y el mundo. Que la humanidad entera se dé cuenta que la patria nuestra americana es el paraíso de la convivencia, de los recursos, que estamos llenos de vida, que somos hijos de Dios, que somos esperanza y que aquí cabemos todos sin distingos de creencias, ni ideología, sin racismo, que todos somos hermanos porque somos hijos de Bolívar. La construcción de esta nueva frontera tiene que ser histórica y tiene que ser Dios mediante, el inicio de la nueva visión latinoamericana en lo político, en lo estratégico, en lo pragmático, en lo real. Debe ser el más grande monumento a Bolívar y su credo americano. Estamos obligados venezolanos y colombianos a construir la frontera dignificada, estamos obligados a confiar en nosotros mismos, estamos obligados a dejarles a nuestros sucesores una patria verdadera, americana llena de hermanos de sangre, hermanos de lucha y hermanos de libertad.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1971 veces.



Pedro Barrera


Visite el perfil de Pedro Barrera para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Pedro Barrera

Pedro Barrera

Más artículos de este autor


Notas relacionadas