Autodestrucción

Juan Manuel Santos está en serios problemas y, erráticamente, ha hecho una proyección suya y de su gobierno, a partir de un discurso de confrontación contra el gobierno venezolano, pretendiendo, además, meterse en aguas profundas de la ideología, campo en el que es hartamente carente, por su pragmatismo político, su carencia de formación intelectual, frente a un pueblo, el neogranadino, que a golpes y porrazos ha aprendido de política y ha tenido que saber distinguir,  empíricamente, entre quiénes son los paramilitares y qué persiguen asesinando en masa, el papel de los  narcopolíticos y su relación directa con el gobierno estadounidense, el papel que han jugado históricamente las FARC-EP y el ELN, además de los defensores de DDHH, activistas políticos del campo progresista y de izquierda, a quienes la derecha colombiana les ha negado la representación popular con el temor de perder la hegemonía frente a éstos que reciben el afecto del pueblo,  a los que históricamente, han asesinado o arrinconado con subterfugios legales.

     Es decir,  Juan Manuel Santos, obedeciendo a la oligarquía colombiana y continuando el mandato del narcopolítico y artífice de los paramilitares, Álvaro Uribe Vélez, ha olvidado que los colombianos votaron por él en la segunda vuelta de su ultimo mandato, como el al menor, sólo para que no llegara a la presidencia el otro candidato y, para frustración del pueblo colombiano, resultó que “de dos, dos”, es el saldo a favor del narcoparaco  Álvaro Uribe Vélez, lo que ha devenido en una gran movilización social silenciosa de la mayoría de los colombianos que no apoyan la maniobra belicista contra Venezuela de Juan Manuel Santos y empiezan a entender la jugada macabra de la oligarquía neogranadina, dueña y artífice de los paramilitares, llamados  Autodefensas Unidas de Colombia  (AUC), que son aprovechados por el gobierno de Barack Husseín Obama, desde sus siete bases apostadas en suelo colombiano, para atacar a Venezuela en cualquier momento, porque si no llega a suceder, esto significaría la desnudez y caída de Juan Manuel Santos, además de la traición de quien ocupa la U.S. Embassy en Colombia.

      Por otra parte, Juan Manuel Santos sabe con mucha amargura que eso que él disfraza  sin sustento ideológico, ni material alguno, como la “tercera vía”, no es más que la continuación del fracaso político y económico, que ha liquidado al sector productivo colombiano, en especial a los productores agrícolas y pecuarios, además del empresariado que apostó por él. Juan Manuel Santos no ha sabido cómo reactivar la economía y cómo zafarse del “Acuerdo de Libre Comercio” (ALCA), acuerdo firmado con EEUU para entregarle lo mejor de su producción a precios de gallina flaca y poniendo a pasar hambre al pueblo, en el que, por sólo dar un ejemplo, Colombia es el país productor del mejor café del mundo, pero tiene que vender el noventa por ciento  (90%) de su producción a pérdida a EEUU, razón por la cual se han visto en la necesidad de trasegar toneladas de café en grano producido en Mérida y Táchira, para ellos poder cubrir el mercado nacional. Esta desgracia del ALCA es una de las razones por las cuales el gobierno que entendemos que gobierna Juan Manuel Santos, no es capaz de abastecer todo el Departamento de Santander, por lo que se han decidido a impulsar  una política fronteriza parasitaria que estimule el contrabando y bachaqueo desde Venezuela, en detrimento de la economía venezolana, razón por la cual una de las exponentes de la rancia oligarquía parasitaria, culpa al gobierno bolivariano,  socialista y chavista, por vender alimentos y servicios al Pueblo venezolano en la frontera, a precios solidarios y no con el salvaje neoliberalismo que ellos aplican a su pueblo, al que no les importa si se muere de hambre y miseria.

     Ahora, resulta que proyectando su fracaso, como viéndose en un espejo, Juan Manuel Santos afirmó que “la revolución bolivariana y su modelo se está autodestruyendo”, aventurera afirmación que preocupa, no por lo dicho, sino por lo no dicho y por lo que subyace,  es decir, como nadie se adelantó a discutir nuestros modelos políticos, ni nadie de los chavistas, ni el Obrero Presidente Nicolás Maduro, ni la Canciller venezolana, Delcy Rodríguez, nadie les ha reclamado ni afirmado que la revolución se esté destruyendo, penosamente, Juan Manuel Santos deja entrever su compromiso y participación en la conjura que contra Venezuela tienen el gobierno estadounidense, los paramilitares bajo el mando de Álvaro Uribe Vélez y los oposicionismos desesperados de Venezuela. A pesar de que la señora María Ángela Holguín haya dado el ósculo de la paz, con cierto asco  o desdén a nuestra Cancillera, sabemos que sólo los mueve el recuperar el mercado que tenían con Venezuela y buscar formas diplomáticas que vuelvan a distraernos para ellos seguir parasitando en la frontera común y así mantener esa tensa calma con Venezuela, hasta tanto Barack Husseín Obama cumpla con su promesa de emprender la “Executive Order”, antes de que las pruebas y el desentierro de tantos muertos empiecen a señalar la participación del Caín neogranadino, tanto en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, como en sus dos gobiernos que sus vecinos venezolanos estamos padeciendo, sin soslayar el abandono y miseria en la que ha sumido a su pueblo con su chiste bobo, llamado “Tercera Vía”, que ya empezó a autodestruirse.

   Prueba de ello es la queja que tienen desde el gobierno colombiano, por cuanto no son capaces de recibir y mantener a sus connacionales deportados por estar bachaqueando, contrabandeando y asesinando, entre otros delitos, como hicieron los paramilitares de Uribe Vélez, porque los más de cinco millones de colombianos  de buena voluntad que hacen vida en Venezuela, son tan nuestros, como colombianos, por ser hijos de la Gran Colombia,  tal y como  lo soñó el Libertador Simón Bolívar, el Comandante Hugo Chávez y lo está haciendo realidad el obrero subestimado por la oligarquía criolla y sus paramilitares, me refiero al Presidente Nicolás Maduro. Lo que más urticaria e irritación causa a Juan Manuel Santos es que en todos los rincones de la amada Colombia, el pueblo grita: “Chávez vive” y “Al lado,  con Maduro los colombianos están seguros”. Entonces, ¿De qué lado está la autodestrucción?. “Qué nadie se equivoque”.



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Luis Alexander Pino Araque


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