¿Anti colombiano yo?

I

Lo primero que convendría precisar es el significado de “colombiano”. Aunque en la actualidad se sobrentiende que es el gentilicio de la ciudadanía de la República de Colombia y cualquier cosa proveniente de ese país, como el café colombiano o la papa colombiana, el contenido histórico de la palabra Colombia expresa un proceso mucho más amplio en el tiempo y más extenso en lo territorial.
Colombia es un nombre que se debe a dos venezolanos universales: Francisco de Miranda y Simón Bolívar. El primero la soñó y planteó para toda la América Hispana, el segundo la propuso para la unión de las nacientes naciones independientes.Bolívar lo escribió por primera vez en 1815 en su famosa Carta de Jamaica, donde le daba por capital a Maracaibo o una nueva ciudad caribeña que homenajeara a fray Bartolomé de Las Casas.
En términos históricos, lo “colombiano” tiene que ver con Ecuador, Panamá, Venezuela con su franja guayanesa incluida, y la Nueva Granada, la actual Colombia.
Vista la relación previa, ningún bolivariano será nunca “anticolombiano”.
Anticolombianos fueron Páez y Santander.

II

En el Magdalena el 6 de diciembre de 1928, las fuerzas armadas de Colombia abrieron fuego contra un número indeterminado de obreros que mantenían una huelga a la UnitedFruitCompany: colombianos armados por el Estado matando a otros colombianos indefensos, para complacer intereses de Estados Unidos.
Esto es el “santanderismo”, una sub-doctrina de la Doctrina Monroe, según la cual, la América es para los gringos, y esto es “un alivio para Colombia, que mucho ganará acercándose a un socio tan poderoso”.
El Santanderismo tiene dos contenidos esenciales: en lo interno, opresión del pueblo para mayor explotación feudal-capitalista, y en lo internacional, sujeción a los intereses del imperialismo yanqui.
Por eso la oligarquía dominante ha hollado el sagrado nombre de Colombia, apoyando las intervenciones gringas en Nuestra América y las absurdas guerras imperialistas contra Corea y Vietnam; se anotaron en la farsa para que los yanquis ocuparan y destrozaran Irak, Afganistán, Libia y Siria.
Desvergonzadamente le dieron la espalda a Argentina para adherirse a la embestida inglesa en las Malvinas.
Esa burguesía “colombiana” asesinó al líder popular Jorge Eliecer Gaitán, provocando el terrible “Bogotazo” donde murieron centenares de personas, y desatando la violencia conservadora contra toda brizna de justicia social.
Gaitán había desenmascarado a los autores intelectuales y materiales de la Masacre de las Bananeras.
Desde entonces viene el conflicto cuyo fin se negocia hoy en La Habana.
Esas mentes obtusas fueron las que hicieron emigrar al genio literario de Gabriel García Márquez, que murió refugiado en México. Esas mismas manos opresoras que mataron al humorista Jaime Garzón, a los candidatos presidenciales Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo Ossas.
Manos y mentes “colombianas” que entregaron su país al dinero fácil pero criminal del narcotráfico, y que han lanzado miles de chicas a la tragedia de la trata de personas. Los mismos que para sostener su podrido poder crearon al paramilitarismo como forma depravada de terrorismo de Estado.
Resultado: genocidio de la Unión Patriótica, nueve millones de expatriados, casi cinco millones de desplazados internos, cuatro mil ejecuciones viles de jóvenes inocentes o “fasos positivos”, descuartizamientos con motosierras, hornos crematorios clandestinos, fosas comunes, violencia sexual de género como arma de guerra.
Los patrones gringos pusieron el Plan Colombia y unos centavitos de los robados al mismo pueblo colombiano, desde tiempos del Canal de Panamá.
¿Quién es el anti-colombiano?

III

¿Cómo se ha manifestado esta situación de Colombia en Venezuela?
Desde la década del setenta han llegado a territorio venezolano más de cinco millones de personas colombianas. Son los pobres, los perseguidos, los que llegaron sin nada que no fuera esperanzas: la ilusión de lograr una nueva vida.
Por los dos mil doscientos diecinueve kilómetros de límite terrestre ha venido a pasar la droga colombiana con sus nefastas secuelas sociales y morales. Por esas inmensas trochas se fueron ochenta mil autos robados en Venezuela, allá les “legitimaron” un mercado de aguantadores, aquí quedaron las familias afectadas y enlutadas por el despojo violento que en muchos casos representó la muerte del despojado.
Por esas fronteras penetró la violencia armada en Cararabo y Abdobadú. Por allí entraron los “paraquitos” de la hacienda Daktari, la práctica del sicariato, miles de delincuentes comunes, depredadores ambientales de nuestra Sierra de Perijá, mineros ilegales que saquean el oro en Amazonas y el sur del estado Bolívar, lavadores de divisas del narcotráfico.
Por el mar entró la fragata Caldas a azuzar enemistades.
Es que en la cruda realidad del siglo XX y lo que va del XXI, Colombia ha sido un problema para Venezuela.
Muy al contrario, nuestro país, nuestro pueblo, ha sido un crisol de solidaridad y soluciones para Colombia.

IV

Históricamente Venezuela ha significado para Colombia su nombre y su Independencia. Las primeras instituciones de la Colombia original, la ayudaron a consolidar patriotas venezolanos que se sentían profundamente colombianos. Por mencionar uno que fue en extremo útil a la Emancipación, que viviera -y se alzara- en Bogotá al momento de los hechos del 20 de julio de 1810, y que fue el último Presidente de aquella Colombia, Rafael Urdaneta, leal bolivariano que sumó al Ejército Patriota a sus amigos Ricaurte y Giraldot durante la Campaña Admirable.
Por eso no exageramos a decir que nuestras sangres se fundieron en un solo pueblo libertario y fraterno, al calor de una épica venerable que tallamos juntos con los cinceles de la valentía y la dignidad.
En el devenir de los sistemas explotadores que nos impusieron al dividirnos, la pobreza azotó con más rigor al pueblo de allá, sojuzgado al imperio del Estado oligárquico pro-imperialista, el que masacra con furia a la clase trabajadora y campesina, pero se acobarda cuando le despojan Panamá.
De Venezuela no han salido conspiraciones contra Colombia, de aquí han salido millones de remesas a las familias empobrecidas; acá se han alfabetizado decenas de miles y graduado multitud de jóvenes en diversas profesiones; se han sanado enfermedades millones de pacientes, y todos han encontrado empleo, vivienda, servicios accesibles, electricidad, combustible, alimentos subsidiados.
Han obtenido ciudadanía y nacionalidad. Refugio. Alivio. Fraternidad.
Cuando a mediados del setenta el vallenato era aún un género musical regional del Cesar y sur de Guajira, cuando en Bogotá ni lo conocían y en Cali lo detestaban, Maracaibo lo acogió como cultura popular y de allí en adelante se internacionalizó. El día que asesinaron –para variar- a Rafael Orozco, el Zulia guardó un luto sólo superable por el que provocó la muerte accidental de Ricardo Aguirre.
Si no me creen, pregúntenle al “Pollo Isrra”, que todavía reside en la Tierra del Sol Amada. También se lloró la tétrica represalia contra el futbolista colombiano Andrés Escobar a manos de criminales colombianos.
En Venezuela no se celebran los dolores y derrotas de un pueblo hermano.

V

En Colombia está asilado el dictador Pedro Carmona. Allá se entrenó en la Escuela de Guerra el terrorista Lorent Gómez Saleh junto a su compinche Gabriel Valles. Allá está la elite petrolera que paralizó PDVSA. Allá se conspira a diario contra Venezuela. Allá se fraguó el martirio de Robert Serra. Allá atentaron contra El Libertador. Allá, después de tantos servicios y entrega, persiguieron a Urdaneta y a todos los bolivarianos. Allá establecieron siete bases militares imperialistas para atentar contra la unidad y la paz en el continente. De allá viene la droga que se incauta por toneladas anualmente. De allá vienen los derrames petroleros que matan al Maracaibo a través del Catatumbo, envenenado por los agroquímicos, glifosato y cloacas del Norte de Santander. De por allá trajeron el C4 que destrozó a Danilo Anderson.
Aquí se ha trabajado duro por la paz de Colombia. Aquí se ha alimentado a la pobreza de Colombia, migración de parias, condenados a la mengua. Por eso siendo millones no tienen un club como otras nacionalidades menores con poder adquisitivo. Aquí muchos saltaron a estatus económicos confortables. El boom petrolero les regaló unos barrilitos. Los más se lo ganaron con sus laboriosas y creativas manos. En mi primera juventud defendí de malos patrones a peones de haciendas que madrugaban a ordeñar y largaban la vida en extenuantes jornadas rurales. Era ese campesinado que se venía a pie por los caminos verdes del Alto Guasare, de Perijá, del Catatumbo. Aquí podían ahorrar unos pesitos para enviarles a sus familias. La pobreza de allá les resultaba más hostil que los capataces de acá. Desde esos días me hermané con esos pobres, mis hermanos.

VI

Nadie puede acusarnos de anti-colombianos.
Un grupo importante de mis mejores amigos son de allá. El difunto Alfredito López, barranquillero allá, mojanero aquí, graduado médico en La Universidad del Zulia, como otros que vinieron por esos años setenteros. Buena gente, comunista, militante de la Liga Socialista, recio entrenador de futbol; junto a su hermano Jairo nos enseñaron ese deporte.
Luís Darío Bernal Pinilla, poeta, colombo-venezolano intenso, un día en Caracas, un día en Bogotá, en su andar trashumante ambas ciudades son barrios de una zona metropolitana. Revolucionario amoroso de enseñar a la infancia el deleite de leer.
Mi compadre Eliecer Jiménez, periodista incisivo, imagen en vivo del ser solidario, exiliado de los destructores de Colombia. En Valledupar nos agarró la tarde horrible del sicariato contra Miguel Ángel Vargas Zapata. Le pegaron tres tiros al salir de clases. Era el presidente de la Asociación de Profesores y luchaba por los derechos de sus agremiados. Luís Mendoza, el segundo del Migue, le dieron el doble de plomazos luego que la nostalgia lo convenció de volver a su hogar, tras unos meses refugiado por mí en Maracaibo. Con ellos se fueron muchas tertulias, enseñanzas, sones, vallenatos, abrazos. Y mis ganas de volver a aquélla tierra hermosa y amada.
Una larga lista que al leer este texto –comenzando por Carlitos Molinares- dirán “mira este veneco no me nombró en su artículo”, me llamarán para reclamarme, y aprovecharán para brindarme un arroz volado con ajiaco.

VII

Yo siempre creí en la sinceridad del amor que el Comandante Chávez expresaba hacia Colombia, el mismo que hoy reitera el Presidente Nicolás Maduro, lo sé porque lo comparto con ellos y con todos los bolivarianos en esta parte del mundo.
De este amor les dejo dos poemas que dedico a Colombia y mis hermanos refugiados. Y la pregunta que ronda estas líneas ¿Quién es el anti colombiano?

Colombia
El país más lejano de todos
El que queda después de este mundo
El que siembra sus gentes de olvido
El que sueña lo poco, el insomne
El país de la helada sonrisa
De las fosas de toda la historia
De las hachas en las pesadillas
El país del hermano perdido
Del encuentro perenne imposible
Es la tumba del Padre insepulto
Es la casa que espera los hijos
Que suelta los genios al volar los globos
Que nunca se haya al regreso asido
El país de las noches brechas
entre el mar y el viento cauto y lar cautivo
y las horas largas de esperar la vida
y el azar andante cual brioso cuchillo
El país más cercano al mío.
Conjugado en nuestro.
El más parecido a un espejo roto.
La mitad de su alma viene por el río
Por allí el veneno es como el sigilo
Y las hermosuras manjar de un martirio
¿No habrá punto de vuelta del último abismo?
¿No se irá la noche de una vez al cosmos, para abrir el día del cálido alivio?
¿No será posible Zué, que el hombre jaguar calme sus colmillos?
El país en filo. La sed fraticida. El país en vilo.
(La Patria de rodillas con un tiro desgraciado en la esperanza)
Y esa lluvia de noticias hecha un obituario.
Y esa distancia ajena con muertes y miedos.
Y esta terca caricia que te busca a tientas
Entre las sombras, siempre viva.

Himnos
Amanezco con el Sol de la Patria
Enamorado de victorias con sabor a glorias
Tengo en mis manos el cuatro afinado y la espada de Bolívar
Tengo en mi pecho el vibrar del Arauca entrando en Machu Pichu
Altura de Bolivia bajura celeste del Caribe

Conjuraremos con tabacos y cocas la traición en Honduras
Y pagará La Malinche con su llanto de sangre eternamente
Mi amor y yo haremos erupción en el cielo Mapuche
Habrá lluvia de estrellas para las copas de la poesía
Tendrán la tierra los hijos agradecidos que le cantan

Amanezco con siembras de futuro y panes de esperanza
Amanezco con furia de soldado de causas que engrandecen lo humano
Amanezco marchando al lado del Amauta y del Che gardeliano
Amanezco cantando esos himnos que me salvan el alma

Gloria al bravo pueblo, Gloria Inmarcesible
Que el yugo lanzó, júbilo inmortal
Tembló de pavor el vil egoísmo
Cesó la horrible noche, el bien germina ya.



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Yldefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 caciquenigale@yahoo.es      @IldefonsoFinol

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