La escamoteadora Inglaterra

Todo empezó, cuando Inglaterra era un país paupérrimo, lleno de menesterosos, sufriendo verdaderas hambrunas y de no tener nada. Su sistema feudal con ínfulas de reino, se anclaba en las costillas del pueblo abandonado, con grandes penurias, escases, represión, un régimen impositivo inhumano y nada qué hacer. El hombre había inventado dos grandes cosas, antes que ellos: El fuego y la rueda, faltaba la máquina de vapor, que por cierto lo hicieron lo ingleses; pero ¿cómo fue eso?

Gales; el país de gales o Cymru, en idioma galés, ya existía desde hace veintinueve mil años; pero su historia comienza con la llegada de los romanos. Después de luchar incansablemente contra los reinos ingleses, por conservarse como nación, en 1282, se constituyó la anexión por la fuerza, encubierta de pacífica, del país de Gales, al reino de Inglaterra. Tampoco fue para ayudarlos; iban detrás de sus riquezas, que para el momento, era el hierro y el isustituible carbón. A comienzos del siglo XV, durante varios años, se opusieron a los ingleses, pero al final la corona inglesa restableció la autoridad, ya sabemos de qué manera. Durante ese siglo, la legislación galesa fue modificada, para imponer las estructuras inglesas; sin embargo, hasta hoy los galeses mantuvieron y mantienen su lenguaje y su cultura. Después de emitir el llamado “Estatuto de Rhuddland” (1284), que limitaba las leyes de Gales, el rey Eduardo I de Inglaterra, ordenó construir un sistema defensivo de castillos, para consolidar el dominio sobre sus conquistas, otorgándole a su hijo el título de “Príncipe de Gales”, que por cierto hoy, es indispensable tenerlo para optar como heredero de la corona inglesa. El país de Gales es rico en hierro, con sus fundiciones en los Valles del Sur de Gales; el valiosísimo carbón, para la época en las ciudades de Neath y Suansea, donde se extendía  el carbón de antracita o, carbón fósil, poco bituminoso, consiguiendo posteriormente hacia los Valles de Aberdare y Rhondda. No mencionaremos, la cantidad de revueltas armadas por la explotación, elevados impuestos, la falta de alimentos y miseria rural, que suscitó la anexión. Decían los curas o sacerdotes anglicanos, en informe elaborado y publicado en 1847, donde se califica a la población galesa de: “Ignorantes, perezosos, inmorales y, que era debido a su idioma galés y a su rebeldía religiosa”. Muy parecido a lo que nos sucede con nuestros curas parásitos. Eso, produjo una furiosa reacción en Gales, por lo que fue bautizada como: “La Traición de los Libros Azules”. Hoy, subsisten vergonzosamente, las Actas de Unión, con la cuales se anexaron arbitrariamente, los siguientes países: Estatuto de Rhuddland 1284, el País de Gales; Escocia 1652, como proyecto de Unión y anexión definitiva en 1707. Reino de Irlanda 1800; Islandia y Dinamarca 1918; Acta de Unión del Bajo y Alto Canadá 1840, con el nombre de Provincia de Canadá. En 1899, a través del Laudo de París, donde Inglaterra y U.S.A., decidieron, por antojo, sin los interesados o partes, delinear a capricho los límites de Venezuela, con la Guayana Inglesa, hoy, República Cooperativa de Guyana.

Así, siguieron por el mundo, pero es demasiado largo para fastidiarlos, sin embargo no nos olvidemos de India, China, Viet-Nam, África, desde Egipto, Medio Oriente, hasta Ciudad del Cabo en Suráfrica y, la América. No se les ocurrió llevar bienestar, progreso, bondad a los pueblos subyugados; no señor; pregonaron: autosuficiencia, pureza étnica, superioridad intelectual, poder terrófago, y los derechos a explotar todo lo que les vino en ganas; por supuesto, aupado por sus compinches-cómplices, franceses y holandeses. Pero lo grande, lo que los sacó del hueco, donde jamás tuvieron idea de poder salir, se los proporcionó el tonto que vino a América creyendo que había llegado a la India, solo un peloncito de 180º grados al oeste, los trajo a la América. Pero como dice una canción muy peculiar colombiana: “El vivo vive el bobo y el bobo de papa y mama”. Solamente llegarían unas cuatro o cinco naves o galeones con las riquezas hurtadas y robadas, en oro, plata, piedras preciosas de nuestra-américa mestiza, a la España equivocada. Los vivísimos ingleses, cambiaron a sus mercenarios del mar, desde el Mediterráneo, donde saqueaban cuales filibusteros, a los desprevenidos navegantes que traficaban desde la India, especias y la llamada ruta de la seda. Tal vez no era tan rentable para esos países llenos de hambre y miseria social y cultural y, se instalaron en el Caribe, en lo que ellos bautizaron el Caribe-anglófono, pero ellos tan generosas le prestaron a Francia y a Holanda un par de ellas, para que llenaran sus arcas repletas de nada y así, con sorna, mientras zarpaban los españoles, desde Cartagena y otros puertos, ellos, ahítos de chicha fermentada con sus cargamentos del botín arrancado por el pillaje de este malandraje autorizado por ridículos reinos, hoy bautizados con el inaceptable y engañoso título dizque de: “Monarquías Constitucionales”, cosa que es, como si nos obligaran a aceptar  que el mejor aderezo o sabor para las sardinas, es la leche condensada o, ponerle a una ensalada, lejía, en vez de vinagre. Llegados estos galeoneros españoles a las Islas del Caribe Oriental, los esperaban los ingleses y sus secuaces franceses-holandeses. Presa fácil. Los ibéricos, venían del sur felices, repletos de todo, con el ego inflamado, a reportar las riquezas, menos las consabidas, cuando de pronto escuchaban el grito estertóreo: “Al abordaje”. ¡Que no quede uno vivo! ¡Viva el rey! ¡Viva la reina! Y Zas, mañana te lo cuento. De esta manera, rodearon a los monarcas, una caterva de solícitos súbditos, pues ellos todavía no son ciudadanos, son súbditos, están por debajo y a capricho de una persona, que igual que ellos se transformará en cenizas y, “adiós luz que te apagaste”. La riqueza de Inglaterra, tiene ese origen: dolo, acecho, robo y el producto de la incursión, eso sí, porque fue bien pensado. ¡No lo despilfarraron! Así, fue creciendo el poder y la riqueza que los llevó disciplinadamente a crear el tercer y más grande invento del hombre: La Máquina de Vapor. De allí en adelante, todo fue fácil para el crecimiento, pero sin abandonar la satrapía, el aprovechamiento de riquezas que no tienen, pero que los que, todavía, ellos piensan que somos tontos, tenemos como “arroz partido”.

Eso es lo que hay. Una “Corte Internacional de Justicia” en la Haya, Holanda, donde el presidente de esa instancia, oportunamente ha sido y será un inglés, además vitalicio, y su segundo de a bordo un yanqui y, los demás, belgas, franceses, porque ningún ser humano de la “América-mestiza, está a la altura de ellos” y ahora los hipócritas del momento, los alemanes, los nazis, los puros, que dicen que aman a Europa y al Tercer Mundo, si no cree, pregúntele a los griegos; agreguémosle, el mundo que ha sufrido, el mundo que tiene cosas importantes, el mundo que ha sido víctima del terrorismo europeo, sionista y ahora gringo, nos sentimos como un “ratón en un saco de clavos”; y, ellos, exigiendo, ordenando lo que debemos hacer y reverenciándolos con genuflexiones solicitadas, ante sus posturas interesadas, del más abyecto terrorismo, disfrazado de xenofobia, racismo, un eurocentrismo ramplón, complejos de capataz, mafioso, criminal, con la desfachatez en sus premisas que debemos aceptar como aquello de: “Bombardeos humanitarios”. ¿Cómo te parece?

¡El Esequibo, es Venezuela! ¡El Esequibo es nuestro! ¡Fuera de los predios nuestro-americanos, la satrapía imperial! ¡Viva la Revolución Bolivariana Socialista!

gtariba@cantv.net

docekilos@hotmail.com

 



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