El asedio a Venezuela (I-II-III)

En el ámbito de la praxis humana podemos encontrar, dentro del contexto “complejo” del movimiento de la realidad, procesos y, relaciones dentro de ellos, que son, esencialmente, lo que son y, sin embargo, pueden expresarse, transfiguradamente, en otros procesos y/o relaciones.  Expresando lo mismo de otra manera, una categoría puede expresar su contenido real, transfiguradamente, en otra categoría, siendo este contenido el mismo, sólo que transfiguradamente. Es el caso que Marx explica al relacionar la plusvalía con la ganancia capitalista, la cual no es más que la “forma transfigurada” de aquélla.

Extrapolando diremos que, así mismo, podemos sostener que el asedio a Venezuela es la forma transfigurada del cerco, inveteradamente criminal, a Cuba, impuesto por el sojuzgamiento del centro-imperial norteamericano del sistema-mundo. Es también, de la misma “forma transfigurada”, el sitio y exterminio de la democracia allendista que avanzaba sobre la construcción de la “emancipación humana”, por la vía transicional socialista: es también, transfiguradamente, el transito libertario de la América nuestra, abruptamente interceptado y trágicamente interrumpido por las amarras aceradas y sangrientas del Plan Cóndor.

El asedio a Venezuela es, transfigurada y encubiertamente, la gravitación y la levedad que, sobre la muerte, se nos pretende imponer, como confinamiento, por el desafío que representa el arrojo insurrecto de nuestra lucha libertaria, por el atrevimiento emancipador y soberano de la Revolución Bolivariana; de manera transfigurada este asedio muestra la ambición suicida de una economía fantasmal que envuelve al mundo, como una suerte de tanatósfera expelida, neoliberalmente, por la globalización, en tanto “fase superior del imperialismo”.

Por vía contraria al Chavismo de la Revolución Bolivariana, que es “un Humanismo”, en esa fantasmagoría de la cosificación y el fetichismo de aquella economía omniabarcante,  el hombre y la mujer no tienen cabida, no hay un lugar para ellos en su mundo.

También las armas, en este asedio intempestivo, han cobrado, de manera surrealista, su transfiguración.

El arma fundamental en el asedio a la Venezuela humanista del Socialismo Bolivariano ha sido la semiótica sesgada de la ideología falsaria que circula por las redes y los medios de comunicación convencionales (prensa escrita, radio y televisión). En este sentido, unas y otros, han sido instrumentos prodigiosos de una semiología sinuosa que desfigura el verdadero significado de lo que, realmente, ocurre (de lo que está ocurriendo); de una simbología engañosa que revela, en el perfil definido de su “sentido”, la inducción de una psicosis que trasplanta la irrealidad  al terreno fértil, movedizo y vulnerable de nuestra “subjetividad”, con réditos inmensos para el dominador, que nos persigue con demasiada cercanía; todo lo cual se traduce, lucha mediante, en una ventaja abismal para el manipulador de la realidad, a través, de su transfiguración, es decir, mediante la transfiguración de la realidad.

Se nos quiere avasallar y vencer a través de una trama ideológica, más que por medio de una batalla real. Esta trama tiene su lugar fundamental en el doloroso silencio de la dominación ideológica del “interior”, de la subjetividad, del “aparato psíquico”, para decirlo con Freud, mediante la “acción comunicativa” ejercida por los instrumentos ideológicos de la dominación ubicua del centro-imperial.

De este modo, con el incesante asedio a Venezuela se intenta, decidida y dolorosamente, socavar la esperanza de América Latina, y el desvío, hacia la deriva, de la emancipación de la humanidad. Decimos esto, principalmente, porque la lectura que hacemos, hoy, de nuestra situación, debemos realizarla desde el futuro, para poder utilizar, anticapitalista y revolucionariamente, la dolorosa riqueza del pasado como un arma, contundente e imprescindible en la construcción del tránsito revolucionario (Esta es la visión, creemos, que corresponde a la  perspectiva, propiamente, socialista-transicional)

El asedio a Venezuela (II)

 

Como iniciamos en nuestro artículo anterior, la presencia regional inveterada de la dominación supremacista del centro-imperial-mundial (USA), ha determinado la condición periférica de Venezuela, en el contexto de Latinoamérica, obviamente, de la misma condición (periferia). Sus métodos económicos, políticos e ideológicos- sostenemos- han sido los mismos, históricamente, sólo que modulados, mimetizados, “transfigurados”, sobre fondo de la desfiguración anti nacionalista, colonización mediante, de los gobiernos montados sobre los intereses de las “burguesías autóctonas”, como prolongación de los intereses de las “burguesías imperiales”, que tienen como trasfondo,  en tanto personificaciones clasista del capital, la extensión transnacional del mismo (del capital), a través de las corporaciones monopólicas, todas, invariablemente, con gran poder de manipulación y dominación financieras, generalmente encubierto y relacionado con los grupos económicos más poderosos de cada uno de nuestros países. Por eso –estableció Marx-, en realidad, el capital no tiene patria ni, por tanto, la burguesía, y menos aún –diríamos con Lenin-, el capital monopólico-imperial. La patria es un lugar histórico y civilizacional, naturalmente dotado de una desmesurada e imbatible fuerza antiimperialista, que, justamente, el imperialismo debe arrasar, conservando al estado capitalista como mediación, fundamental, para la instrumentalización y funcionalidad del aseguramiento de su dominación geoestratégica de la periferia mundial (por supuesto, reparto territorial y competencia, imperialistas, mediantes).

Entonces, en relación al exabrupto que representa el asedio a Venezuela, tratamos de mostrar, con la obsesividad de la reiteración, una y mil veces, lo que representa la existencia transfigurada de una situación histórica que verifica, en su persistencia, nuestra condición periférica (dominio-dependiente) respecto de un centro imperial que precisa, imperiosamente, reacomodarse, reposicionarse,  como influencia hegemónica, definitiva, en nuestra región, y para lo cual le resulta indispensable contener y erradicar la exhumación y el “reimpulso” de los procesos emancipatorios que la Revolución Bolivariana (de creciente conformación socialista y “fisonomía” propia) ha encauzado en Venezuela, y en América Latina, por su influencia y efectos expansivos (donde la obra geopolítica fundamental de la misma, adquirió su diseño original en las manos, prodigiosamente patrióticas y revolucionarias, del Presidente Chávez, que logró,  certeramente y de manera insólita, anudar, a “la ciencia de la estrategia, el arte de la táctica”). La presencia transfigurada de la persistencia de nuestra condición de sometimiento, bajo diversas formas, mimetizadas, de sojuzgamiento imperial, dominador actuante y mediante, ha creado y/o adquirido matices “diabólicos”, en lo que pudiéramos llamar la opacidad difusa de su policromía ideológica, en el sentido de que “nadie” (y “nadie”, es demasiada gente contra nosotros), en la soledad del sistema, puede ver “claramente”, ni “creer” “lo que nos hacen”, porque la influencia supremacista-hegemónica de los Estados Unidos, en tanto centro-imperial, en los “medios” internacionales y en la formación y orientación de la opinión pública del sistema-mundo, es aplastante, al punto de encontrar verificado lo que decimos en la aislada y solipsista, pero importante, opinión de un analista norteamericano que, actualmente se desempeña como codirector del “Center for Economic and policy Research”, en Washington. D.C. que también es presidente de la organización de política exterior “Just Foreign Policy”, y su nombre es Mark Weisbrot: “…ante todo, EEUU ha apoyado a la oposición mediante su enorme influencia en los medios internacionales y, por ende, en la opinión pública.

Cuando Kerry dio un giro en su posición, en Abril, debido a la presión desde Suramérica y reconoció los resultados de la elección en Venezuela, eso marcó el final de la campaña de desconocimiento por parte de la oposición”. (Diario “Ultimas Noticias” pg.33, 2 de marzo 2014. Título del artículo: El “cambio de régimen” no va en Venezuela)

No descalifico ninguno de los aspectos materiales, políticos, sociales, y, en general, estratégicos de nuestra lucha real y concreta contra la fuerza hegemónica externa y sus lacayos, nacionales y subregionales, que intentan dar al traste con la Revolución Bolivariana y su gobierno soberano, originaria y genuinamente de base popular, el cual, sólo por ello, resulta “¡insurgente!” y, por supuesto, “gravemente” incurso en la “violación totalitarista de los derechos humanos” especie de satanización universal de sobrevenido carácter “penal-internacional”, mediante el cual el reo (país acusado e imputado) convertido, oprobiosamente, en un Armagedón global, es arrojado a las fauces del infierno (entiéndase, el exterminio del pueblo que se esfuerza por la construcción histórica de su emancipación, a través de la forjación de diversos, inéditos y pacíficos caminos de liberación, por medio de la praxis de su independencia y, aun más profunda y desarrolladamente, de su soberanía, a través de las invasiones imperialistas, indirectas y directas),  por el patíbulo del “Júpiter tonante” de la humanidad, avasallada hegemónicamente: “el Departamento de Estado Norteamericano”.

Más bien los apruebo y los asumo todos, cualesquiera; con excepción del terrorismo, arma artera y vergonzosamente cobarde.

Sólo que, en este asedio a Venezuela es, hoy por hoy, y a favor de la humanidad, histórica y estratégicamente importante, prolongar y profundizar, urgentemente, la lucha ideológica y, por tanto, socio-epistemológica,  nacional y mundialmente, hasta hacer aparecer, la ausencia de fundamentos reales (ontosociales) que hay en la “ideología del punto de vista” a ultranza. Toda posición no es un “punto de vista” respecto de la realidad, como pretenden algunas posturas postmodernas que han favorecido, y han sido dolosamente manipuladas, en razón de su veleidad, volatización teorética y desconocimiento, craso e inaudito, de la historicidad de los procesos sociales de la vida humana, del mundo humano, por las potencias hegemónicas que sojuzgan, abierta y solapadamente, a la humanidad.

El “punto de vista” y su ideología se desintegran y desaparecen allí donde la realidad los enfrenta, como término contundente y definitivo de “eso” que llamamos verdad y que, en tanto tal, no obstante nunca ser absoluta (es histórica), es inobjetable. Pero es claro que esta lucha ideológica y semiológica, en el campo de la epistemología social,  tenemos que darla nosotros, en alianza con las fuerzas revolucionarias de la humanidad, estén donde estén.

El inconfesablemente “justificado”, en razón de las armas terroristas de los derechos humanos,  asedio a Venezuela, así como la incuestionable y perentoria amenaza de extinción de las fuentes naturales de la vida humana, revelan que, por ejemplo, más allá de todo “punto de vista”, es un hecho real, por tanto, objetivamente verificable, el cual “se puede tocar con las manos”, como gustaba decir Marx, que la humanidad es prisionera fatal del cerco global de  muerte que el imperialismo, como modo de producción y acumulación mundial, altamente depredador de la naturaleza, le ha impuesto, a consecuencia, en buena medida, hoy irreversible, de la ecocrisis que ha desencadenado, geoglobalmente.

Los testimonios video-técnicos y fotográficos que han descubierto y desmontado el forjamiento, falsamente testimonial, de la realidad, que las redes y medios del imperialismo ha construido, apócrifamente, así como los pronunciamientos de la mayoría de los países del mundo y la indeclinable actitud pacifista, igualmente, de la mayoría del pueblo Venezolano y  su gobierno revolucionario que resiste el asedio guerrerista, inmerecido e inclemente, como hemos dicho, por parte de la alianza imperialista mundial, son hechos reales, inconfundibles, objetivos y perfectamente comparables, internacionalmente, a otros asedios indemnes, perpetrados, actualmente, contra diversos pueblos del mundo, y que “se pueden tocar con las manos”. Continuara…

 

 El asedio a Venezuela (III)

 

En este asedio cruento y vergonzoso a Venezuela, la alianza imperial mundial, con Estados Unidos a la cabeza, ha desplegado, como telón de fondo, una transmutación psicomediática y semiótico-virtual de la realidad, en la combinación formidable de tecnologías comunicacionales de alto impacto que muestran las capacidades, potencialmente aniquiladoras, de su apresto operacional ideo-mediático, así como el inconmensurable poder de manejar, manipular y trasplantar, a las mentes, ojos, oídos y percepción sensible de importantes conglomerados mundiales de seres humanos, un gran constructo, imaginario e irreal que altera la realidad, sustituyéndola por una fantasía ostensible, tangible y verazmente convincente.

Este es su mayor equipamiento bélico de última generación, que constituye el preámbulo al exterminio de los pueblos que construyen cualquier forma emancipatoria de liberación, o lo que es lo mismo, construyen una salida que, como la vía socialista, evade el cerco opresivo y ecocida de la dominación ubicua de la hegemonía imperialista.

Pero lo que yace como razón última y primordial de este asedio –lo sabemos – (aunque ya es más un Perogrullo trágico y una invasión anunciada) es, por una parte, e interiormente a Venezuela, una feraz y encarnizada pelea por la renta petrolera, por parte de las “oligarquías” y/o  “burguesías” que comenzaron a apropiársela y manejarla, a partir de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958 y a las cuales se adosaban, protagónicamente, grupos económicos (burguesía comercial, principalmente, de tendencia parasitaría, como luego se consolidó) que ya participaban, en cierta medida, de ella, desde el trienio adeco (1945-1948) y siempre en relación a las transnacionales que dominaban el negocio petrolero, y bajo la egida política de Acción Democrática y Copey, en consecuencia, perpetuación y acentuamiento de la política antipatriótica y entreguista de la dictadura gomecista, en medio de la cual se inició nuestra era petrolera, pasando, bruscamente, “de una a otra Venezuela” como dijera el oligarca e ideólogo de la burguesía Arturo Uslar Pietri, pero que le faltó agregar, en las manos predatorias del imperio norteamericano.

Por otra parte, la decisión rotunda y empecinada de la geoestrategia imperialista norteamericana, de arrebatarnos y expropiarnos las vastísimas reservas petroleras, hídricas y biodiversas, tan necesarias y apetecibles como cercanas a Washington y New York. Estados Unidos va a persistir en su presión hipnótica y belicista sobre nosotros y a través del mundo, y no cejará en su esfuerzo por derrocar al gobierno democrático de la Revolución Bolivariana dirigido por el presidente Chavista Nicolás Maduro, de manera invisible y sangrienta, en consecuencia a la aplicación de su formato de asalto más actual, y sólo limitado, aunque no imposibilitado, por nuestras importantes alianzas estratégicas con Rusia y China, fundamentalmente, y el refuerzo que representan ciento veinte (120) países no alineados, que son mayoría en la ONU, veintinueve (29) países de la OEA, la Unasur, Celac, Petrocaribe, Alba y Mercosur, principalmente, todo lo cual constituye el legado estratégico para el resguardo y protección, soberanos, de América Latina, diseñado y construido por el Presidente Chávez, como una expresión concreta, de la nueva arquitectura estratégica antiimperialista de la región.

Ahora, como decíamos, -a esta decisión rotunda y empecinada de la geo-estrategia norteamericana- corresponde, como prolongación nacional o interna, a manera de vaso comunicante y/o caja de resonancia, el anhelo frenético y la ambición desmesurada de la oligarquía y/o burguesía “autóctona”, venezolana, y por lo que no abandonaran su puja conspirativa y su persistente beligerancia guerrerista, de formar sistema internacional con el concierto estadounidense de los grandes capitales, monopólico-transnacionales, no sólo para quebrantar los limites históricos que el propio capital encuentra en la “tendencia decreciente” de su tasa de ganancia (capital, que no por concentrado y monopólico deja de acusar esa tendencia, como una ley que le es ínsita, y cuya angustia le ha perseguido desde su más temprana madurez –explica Marx) sino para realizar el “sueño civilizacional occidental”, del gran desarrollo postindustrial, fastuoso y, seguramente, de riquezas incalculables, que la ideología idílica del neoliberalismo económico y la entelequia insondable de su “mercado”, asignado a los dueños del capital y amos del trabajo, en un mundo hegemonizado por ese poder y esa riqueza, donde reinará el equilibrio, la paz, la democracia, la igualdad y la propiedad privada, para todos por igual. Todas estas estupideces esclerotizadas, no son más que la presentación hipócrita del encubrimiento que asume el capital personificado colectivamente, en esas clases, a la hora de imponerse, criminalmente, en coyunda con el sistema-mundo del monopolismo hegemónico global del capital, que sojuzga a la humanidad, en los términos absolutos de un imperio que ha excedido, muy peligrosamente, sus propios “límites históricos” ( Mészáros).

El asedio a Venezuela, incubado mundialmente y, aún, en Venezuela misma, por los Estados Unidos y su dominación global, se asienta también, muy importantemente, en el fundamentalismo falsificado del entretejido político confucional de la ideología de la Democracia, el Estado, la Libertad y la Propiedad Privada, surgido, en tanto que ideología de la igualdad, por primera vez, en el seno de la humanidad, de la ideología política de la Revolución Francesa que instauró a la burguesía como clase dominante, mundialmente (más adelante mostraremos la importancia del análisis crítico que de esta ideología política, emanada de la Revolución Francesa, realizó Marx en “La Cuestión Judía” de 1844).

Desde el “antiguo régimen” (aún de carácter feudal) hasta la antigüedad clásica y la antigüedad remota, la desigualdad entre los hombres, es decir, como producto del desarrollo histórico de la producción, no precisó  justificación ni, por tanto, de la existencia de alguna ideología, a tales efectos, simplemente, el derecho recogía las desigualdades de hecho.

Con el surgimiento de la ideología de la igualdad, a partir, como hemos dicho, de la Revolución Francesa, la desigualdad real apareció como  igualdad de derecho entre todos los hombres (Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano), y así, la ideología de la igualdad encubrió la desigualdad.

La ideología de la libertad encubrió la opresión política real, y la ideología de la propiedad privada hizo otro tanto con la explotación económica.

Advino entonces la trama confucional, donde se insertó un fundamentalismo obscuro e intencionado, manejado por la dominación capitalista, desde hace mas de dos siglos, entre conceptos fundamentales que corresponden a realidades históricas no menos importantes como Estado, Democracia, Gobierno y Libertad, y en relación a los cuales los medios de comunicación, en tanto que instrumentos ideológicos de la dominación capitalista, han tenido una participación, descollante y confabulatoria en este enredo semiótico, o esta confusión de los términos de la realidad.

Veremos, por ejemplo, que el Estado, desde su surgimiento histórico, jamás ha sido Estado a secas y, actualmente, tendríamos que hablar del Estado capitalista en la mayoría de los países del mundo. Así mismo nos ocurre con la democracia capitalista y con las distintas formas de gobierno que corresponden, contemporáneamente al Estado capitalista. (Continuará…)

Licenciado

americoideofil@hotmail.com

 

                                 

  

 

 



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