Cumbre de las Américas ¿quién ganó?

Culminó la Cumbre de las Américas y comenzaron los análisis tardíos de los distintos sectores, tratando cada cual de halar la brasa completamente para su sardina. Pero una vez más nos arrimaremos a las complejidades de la realidad, que no se muestra en blanco y negro, que es propensa más bien a los grises.

En verdad, todo ocurrió más o menos dentro de lo previsto, aunque hubo sus excepciones. No hubo victorias totales de alguna de las partes, solo aquella que podemos definir como la victoria de la Historia, la que define el carácter de la época, y que se reflejó en la relevante presencia de Cuba y en el rechazo unánime(aunque algunos fueron realmente tímidos) de la orden ejecutiva de Barack Obama. Era algo inevitable, una imposición de esa realidad.

La victoria de Venezuela en torno a la orden ejecutiva ya había ocurrido antes de la Cumbre ("… la pasada de Shannon por Venezuela, después de la reculada verbal en cuanto a que Venezuela no es una amenaza para Estados Unidos, es ya el sello de la victoria patriótica latinoamericana sobre el imperialismo en la batalla en torno a la orden ejecutiva". Nuestro Análisis de Entorno del 09/05/15).

Esa victoria fue lo que nos movió a escribir, el 6 de abril pasado, lo siguiente: "¿Se está moviendo la posición de Estados Unidos hacia un enfriamiento circunstancial del duro ataque que lanzó contra Venezuela con la orden ejecutiva del 9 de marzo? Ya hemos dicho que la Cumbre de la Américas puede deparar sorpresas y no debemos descartar ni siquiera un encuentro inesperado entre Obama y Maduro. En este momento puede que no se vea fácil, pero nada es imposible, sobre todo después de las más recientes declaraciones de voceros de la Casa Blanca tratando de morigerar el tono de la orden ejecutiva y de las abiertas posiciones a favor de un diálogo emitidas en las últimas horas por dos gobiernos vinculados políticamente a Estados Unidos, el de Panamá, sede de la Cumbre, a través del propio presidente Juan Carlos Varela, y el de Colombia, por boca de su canciller María Angela Holguín".

El encuentro Maduro-Obama se dio. Los medios de la derecha han insistido en que fue un encuentro "informal" y "casual" para restarle importancia. Informal tal vez, casual claro que no. Fue un encuentro de diez minutos, lo que en una Cumbre de este tipo no es poco tiempo. La reunión fue un paso acordado previamente, se dio sin presencia de periodistas y sin ruedas de prensa, y terminó siendo un símbolo de lo que venía ocurriendo. Satisfizo dos cometidos: el de Venezuela, amparada en su victoria, que sometió a la soberbia de Obama. Y el de Obama, que llevaba la táctica, señalada por nosotros en un Análisis de la pasada semana, de control o reducción del daño, después de la derrota política que le generó la orden ejecutiva ("… hemos definido la estrategia de Estados Unidos hacia la Cumbre como de control o reducción del daño, dado los traspiés políticos que ha venido sufriendo el Imperio desde que se conoció el malhadado decreto contra Venezuela, sobre todo por las reacciones de la ALBA, la Unasur, la CELAC y los pueblos de Venezuela y el mundo" Nuestro Análisis de Entorno del 06/04/15).

Lo que queremos decir es que a la Cumbre llegaron un país victorioso, Venezuela, y uno derrotado, Estados Unidos. La Cumbre solo confirmó esa realidad, y Obama actuó para no salir con todas las tablas en la cabeza, y lo logró. Eso también estaba proyectado: "No se puede asegurar que alguien vaya a salir de allí con todas las tablas en la cabeza, como piensan algunos" (nuestro Análisis de Entorno del 07/05/15). El recule de Obama antes de la Cumbre y sus negociaciones con Cuba le permitieron salir con heridas leves del evento. Las más graves las sufrió antes, gracias a la unidad latinoamericana-caribeña y a la resistencia del pueblo venezolano.

Aunque golpeado, es verdad, Obama se fue de la Cumbre con su imagen proyectada como un buen hombre, que dialoga, se arrepiente del pasado (¿?) intervencionista gringo y, en fin, un tipo chévere que a veces se equivoca. Y Estados Unidos proyectó, en general, una imagen blanda, la de un Imperio contemporizador. Al final, todos felices, mientras los cadáveres de Ucrania, de Irak, de Afganistán, de Siria, de Palestina y los torturados de Guantánamo nos miran sorprendidos. Pero así de compleja es la política. El presidente de Estados Unidos viene actuando desde una diplomacia que se ha llamado "doctrina Obama", con la que sigue pretendiendo violarnos, pero usando vaselina para morigerar el dolor.

En cuanto a nosotros, tenemos que ir logrando victorias, pequeñas o grandes, pero siempre paso a paso. Y, como dijo Maduro, lo cortés no quita lo valiente. A decir verdad, la Cumbre tuvo mucho de sainete, pero… ¿cuál no? Lo realmente importante es que aunque Obama sigue queriendo torcernos el brazo, nosotros no lo demos a torcer.

Las estrellas de la Cumbre fueron sin duda Castro y Obama, Cuba y Estados Unidos. Pero aunque el Imperio quiso evitarlo, hubo un tercer protagonista con bastante relevancia: Maduro, con Venezuela en su gualdrapa. Podemos darnos por satisfechos, por ahora.

Otros acontecimientos son de esperar. Después de reunirse con Obama, el presidente Maduro declaró que "más adelante pudiera abrirse la posibilidad de ir a un proceso de conversaciones con EE UU y explorar el camino de las relaciones de respeto". Esa es una posibilidad cierta a la cual hay que estar abiertos: la mano derecha extendida para el diálogo, la izquierda empuñada para el combate.

En cuanto a los dos eventos alternativos más polémicos, uno de ellos, el de la izquierda, la Cumbre de los Pueblos, transcurrió dentro de lo que podía esperarse, no así el de la derecha, el del imperialismo, el Foro de la Sociedad Civil, que terminó teniendo más de fiasco que de cualquier otra cosa. Su trascendencia fue menor, aunque Obama, el "angelito negro", anduvo por allí tratando de darle respiración asistida. En mucho debemos esto a la demostración de fuerza y unidad de los gobiernos de izquierda del continente, que opacó a las ideas "disidentes", y a la acción de las delegaciones revolucionarias de Cuba y Venezuela, que desde un principio le aguaron la fiesta a los contras.

Hubo también en torno a la Cumbre una intensa batalla mediática. Los medios de la derecha trataron de entregarle el protagonismo principal a Barack Obama y de disminuir o ridiculizar la presencia de Maduro y Venezuela. Todavía el domingo veíamos los titulares de prensa y se evidenciaban las intenciones. Mientras los más "equilibrados" destacaban las cosas importantes, los más sesgados a la derecha manipulaban queriendo reforzar matrices que ya venían difundiendo. Los ejemplos: Ultimas Noticias encabezó con el titular "Maduro y Obama conversaron" y El Universal con "Maduro: en días se darán conversaciones con EEUU". En cambio, El Nacional tituló a todo dar "EEUU no derogará decreto contra funcionarios venezolanos" (lo cual no es ninguna gran noticia, eso se sabía) y en un pequeño titular: "Maduro y Obama tuvieron breve encuentro". En cuanto a 2001, el titular principal: "Raúl y Obama en su cumbre", y apenas en el subtexto la puñetera acotación de que "Nicolás Maduro tuvo un ‘encuentro de pasillo’ con su homólogo estadounidense". En fin, cada quien sigue en lo suyo, la vida continúa.

Se fue la Cumbre. Baja la intensidad mediática en la explosión antiimperialista que ha causado la orden ejecutiva. Regresaremos a la vida cotidiana, a la guerra económica y también a las consecuencias, siempre hay que decirlo, de nuestros errores: la escasez de algunos productos, las colas, la indeseable inflación. Las dificultades reales y las forjadas, la guerra mediática, los discursos repetitivos, los avances y también los baches de la conciencia popular. Las elecciones parlamentarias, que seguramente serán influenciadas por los eventos recientes, pero que no serán los únicos que las definirán. A ver cómo le hacemos.



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Néstor Francia


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