La soberbia del imperio y el dedo del señor

El 11 de abril fuimos testigos, a través de Telesur, de la infinita soberbia del imperio. Ese emperador no merece manifestaciones incongruentes de respeto, ni de reconocimiento a su origen humilde, por los herederos de la causa de Bolívar y Martí. No se puede expresar respeto a quien amenaza la vida de nuestra nación bolivariana y somete a nuestra gente al desabastecimiento, para obligarla a rendirse, proceder otra vez al despojo de nuestras riquezas y devolvernos a la pobreza a la que nos redujo hasta 1998. Cómo expresar reconocimiento al origen humilde de un hombre a quien le chorrea por la comisura de los labios la sangre derramada por las víctimas de Yemen, Ucrania, Siria, Libia, Irak, Afganistán Palestina y Africa subsahariana de sus ancestros. Aún así, no puedo dejar de exteriorizar orgullo por la expresión de dignidad en la presencia de Maduro en el Chorrillo y una parte de su intervención en la plenaria de la cumbre. Maduro, Rafael, Cristina, Dilma, Evo, Tavaré, Daniel, Kamla Persad-Bissessar y Goncalvez mostraron en el rostro y en el verbo la dignidad y el coraje de los forjadores de nuestra libertad.

Dios Todopoderoso nos hizo testigos de la soberbia del imperio. El emperador no vino a dialogar, vino a aplastar, con torceduras de brazo, la esperanza que significa Venezuela. Obama dejó absolutamente en claro la voluntad del imperio que preside e impuso con fingida indiferencia, en tan despreciable organización a su servicio, contra la opinión de 33 naciones latino caribeñas, y único pronunciamiento a su favor del vice emperador Harper. Obama no vino a rectificar el decreto que amenaza a Venezuela, ni a sacar de la lista de países terroristas a la Cuba de Fidel; su actitud no dejó lugar a dudas, de su determinación de llevar adelante una agresión contra Venezuela y de someter a cuba, como al ratón el gato, conforme a su voluntad y oportunidad.

Maduro no se amedrentó, pero dejó en mis sentimientos un vacío al percatarme de que no encuentra en su fe en Dios el camino para enfrentar esa determinación. Confío en que nuestro líder haya comprendido que nada tiene que esperar del emperador y que debe retomar la preparación, con mayor firmeza aún, de la defensa de la patria, como ha venido haciendo, sin esperar un diálogo que no se producirá, como dejó bien en claro el emperador. De todas estas manifestaciones en la cumbre de Panamá, la que más  pesa fue la ausencia de Fidel, no del evento, sí de los acontecimientos. Inmerso en el dolor y la añoranza por sus tres hijos fallecidos: Camilo, El Che y Hugo Rafael, Fidel no alcanza la paz que necesita y tampoco encuentra a Dios, cuando las circunstancias demuestran que no hay otro peldaño más en el camino, sólo la certeza del Supremo Juez del Universo. Es momento para que Fidel hable con Dios de esta infinita soberbia y prepotencia del imperialismo, que finge no saber que este es el preámbulo final de su existencia y Fidel, quien no lo admite aún, tampoco admite cuánto ha servido al propósito de Dios de ser Él quien ponga fin a dos mil años de injusticias.

Insisto en que la opción de los venezolanos es prepararnos para la agresión. Maduro no se dejará torcer el brazo y en esa resolución de su coraje está inmersa la voluntad suscrita por más de 11 millones de nosotros, tres millones de cubanos y miles de ciudadanos del planeta, quienes rechazamos la amenaza de Obama en su decreto. Maduro no es un profesional del arte de la guerra, ni un intelectual; Maduro es alguien con un don superior y sencillez de conductor del autobús; ese don de Maduro es su fe en Dios y es precisamente lo que necesita para enfrentar y derrotar al imperialismo. Fidel debería regocijarse en ésta, la batalla del Señor,  Maduro como líder, nosotros sus soldados y el arma contra la soberbia del imperio será sólo Su Dedo.



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Rafael Flores

Capitán de altura y productor agrícola

 eveliseyrafael@hotmail.com

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