EEUU. Potencia mundial en la violación de Derechos Humanos

Estados Unidos de Norteamérica posee hermosas metrópolis, que por décadas han ilusionado al resto de la comunidad internacional. Es considerada la cuna del gran sueño americano, que alberga desde parques de atracción, tecnología de punta; hasta un aparente sistema financiero presumido de ser el más poderoso del planeta.

Pero, ¿Cuál es la otra realidad que esconde este gran sueño americano?

Iniciemos un breve recorrido para conocer la otra cara de la moneda.

Los autodenominados amos del planeta, quienes se dan a la tarea de interferir en los asuntos internos del resto de las naciones, son el epicentro de aberrantes escenarios para la violación de derechos humanos, como la ejecución de sus propios ciudadanos condenados a pena de muerte.

LA SILLA ELÉCTRICA

EEUU fue la nación pionera en utilizar este método de muerte para seres humanos, cuando se realizó la primera ejecución el 6 de agosto de 1890.

Un método a través del cual, el condenado es atado a una silla de metal, con unos electrodos que sujetan la cabeza y extremidades de la persona, dando a éste; fuertes descargas eléctricas equivalentes a 2 kilovatios, efecto que causa la ruptura de la piel, una muerte lenta y dolorosa, que en la mayoría de los casos, hace que la persona quede totalmente calcinada. Por esta práctica terrorífica, pero legal para el sistema penal estadounidense y que a la fecha suman más de 1000 personas condenadas a esta práctica.

El horroroso artefacto fue inventado por Harold P. Brown, un empleado de Thomas Edison. La silla eléctrica es comúnmente atribuida a Edison, ya que utiliza la corriente alterna que este desarrolló.

El primer hombre ejecutado en Estados Unidos por la silla fue William Kemmler, el 6 de agosto de 1890, mientras que la primera mujer fue Martha M. Place el 8 de abril de 1899. Ambos casos ocurrieron en la ciudad de Nueva York.

Uno de los casos más resaltantes de violación a los derechos humanos con esta abominable práctica en los Estados Unidos fue el de George Junius Stinney Jr., un niño afrodescendiente de 14 años de edad en el año 1944.

El interruptor fue jalado y la máscara de la muerte para adultos se deslizo del rostro de George Stinney. Las lágrimas corrieron por sus ojos. Los testigos se retorcieron con horror mientras veían morir a la persona más joven ejecutada en los Estados Unidos en el siglo pasado.

De regreso al presente, un activista de la comunidad está luchando por limpiar el nombre de Stinney, asegurando que el chico no pudo haber asesinado a 2 niñas. George Frierson, miembro del comité escolar e inspector textil, cree que la confesión de Stinney fue a la fuerza, y que su ejecución fue otra injusticia que los negros sufrieron en las cortes del sur en la primera mitad del siglo XX.

Este aberrante relato, que no escapa de la realidad del gran sueño americano, se encuentra vigente en algunos estados a los que turistas del mundo visitan, como Florida, Texas, California, Washington, Oregon, Arizona, Colorado, Utah, Oklahoma, Alabama, Georgia, Kentucky, entre otros, siendo una brutal manera de violación a los derechos humanos.

¿A caso es aceptable, que un país se inmiscuya en los asuntos de una nación soberana para sancionarla, únicamente con el pretexto de defender los derechos humanos de otros pueblos, pero que éste los viole frecuentemente? Juzgar a quien verdaderamente los viola… queda en sus manos.

jorgemontiel23@gmail.com

 

 



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