En un artículo publicado hace unos meses afirmábamos que en vista de la celebración del sesquicentenario de la guerra contra los filibusteros, era imperativo ir más allá del mero ejercicio académico. Es obvio que las investigaciones que aporten nuevo conocimiento sobre esa epopeya son bienvenidas y merecen ser ampliamente divulgadas. Pero un historiador no es un sastre que elabora versiones del pasado a gusto de un mecenas, o de acuerdo con el tipo de auditorio a que se dirija. Debe, para ser éticamente consecuente con sus predicas en el aula, poner en evidencia la relación existente entre el presente y el pasado, según lo pregonaba, el tantas veces, citado Pierre Vilar. Si se procede así, es inevitable postular que entre la figura de William Walker y la de George H.W. Bush existen numerosas cosas en común, existe un fuerte paralelismo. Veamos:
__ William Walker, conocido como el más famoso filibustero de Estados Unidos, se creía un “predestinado”. Esa percepción refleja la profunda tendencia expansionista predominante en ese país desde que los peregrinos, llegados de Europa, pisaron el suelo americano. Una vez que le arrebataron las tierras a los indios, hicieron gala de un “hambre de tierras” que se prolongó hasta el siglo XX. Para justificar el deseo de incorporar bajo su tutela todos los territorios adyacentes, elaboraron un conjunto de justificaciones de diversa índole. Así, según el dogma calvinista de los puritanos, ellos eran los “elegidos de Dios;” es decir, ellos eran un instrumento divino para llegar a cabo una “misión especial”. A finales del siglo XVIII el clero difundió la idea de la “Israel Americana”, pues estaban convencidos de que el “pueblo americano” estaba dotado de fuerza y sabiduría superiores, que era la “raza elegida”.
Igualmente, el expansionismo territorial estadounidense se justificaba por medio de una interpretación acomodaticia de la teoría del derecho natural, al postular que la causa de los Estados Unidos era la causa de toda la humanidad. Si eso era así, sus guerras eran justas, por tanto sus conquistas eran válidas. Como lo expresaba John Adams en 1787, la expansión de Estados Unidos sería “un importante punto conquistado a favor de la humanidad”. Basados en estas racionalizaciones, en 1852, cuando Estados Unidos tenía puesta la mira en Cuba, se decía que como los “americanos” eran el “pueblo elegido, esa raza tenía el derecho natural de poseer las tierras necesarias para extender la libertad y la democracia”.
Estas justificaciones del expansionismo “civilizador” de los Estados Unidos culminaron a mediados del siglo XIX en la teoría del “Destino Manifiesto”. Ese lema y doctrina sintetizaba la convicción de que “es nuestro destino manifiesto [de Estados Unidos] esparcimos por todo el continente que nos deparó la Providencia para que en libertad crezcan y se multipliquen anualmente millones y millones de norteamericanos. Este país conquistará o se anexará todas las tierras. Es su destino manifiesto. Dadle tiempo para realizarlo,” afirmaba John L.O’. Sullivan, quién acuño el nombre de esa teoría.
El filibusterismo fue, entonces, el corolario de esas ideas mesiánicas y hegemónicas. Los filibusteros eran grupos de estadounidenses que organizaban y dirigían, por iniciativa propia, acciones bélicas contra los países con los cuales Estados Unidos estaba en paz. Así, los territorios de Louisiana, Texas y el oeste de la Florida cayeron en manos de ese país, gracias, en gran parte, al filibusterismo. De esa manera, burlando la misma legislación estadounidense, ya en la década de 1840, el filibusterismo era casi una institución nacional, al punto de que James Buchanan, Secretario de Estado en 1843, era conocido como el “ministro filibustero”.Por eso, Francisco Bilbao, distinguido pensador chileno, en el propio año 1856, sentenciaba: “Walker es la invasión, Walker es la conquista, Walker son los Estados Unidos”.
-- “Estoy envestido de una misión divina: promover una visión bíblica de la política desarrollada por Estados Unidos”, ha afirmado George H.W. Bush. Del mismo modo, en el conocido documento “La estrategia de seguridad nacional”, él ha confirmado la convicción de que su país “ha sido escogido por la Providencia para dirigir al mundo y lograr el triunfo de la libertad sobre sus enemigos”. También los ideólogos que acompañan a Bush, entre ellos Donald Rumsfeld, sostienen, en el “Proyecto para el nuevo siglo americano”, que la “hegemonía estadounidense es buena a la vez para Estados Unidos y para el mundo.” En consecuencia, están convencidos, como los constructores de imperios de antaño, de que “la fuerza hace el derecho”, de que “Estados Unidos es el equivalente del “pueblo elegido de la Biblia para instaurar el bien en el mundo”. Para lograr eso, todos los medios son legítimos, incluso las “guerras preventivas” justificadas con base en la mentira, como es el caso de Irak.
--William Walker llegó a Centroamérica motivado por la teoría expansionista y racista del “Destino Manifiesto”. Su tarea fue facilitada por el entreguismo de los liberales nicaragüenses que lo invitaron a intervenir en el vecino país del norte. Igualmente, en Costa Rica hubo personas que apoyaban abiertamente al “predestinado” y “regenerador” estadounidense. En la actualidad, con el pretexto de fomentar el crecimiento económico y la generación de empleo, se insiste en aprobar el TLC con Estados Unidos, el cual, debido a la forma en que fue “negociado”, convertiría a nuestro país en casi un protectorado.
__Existe otro paralelismo entre Walker y Bush. Este último es pariente lejano del primero, pues la W de Bush proviene de la dinastía homónima del célebre filibustero del siglo XIX, el que fue derrotado en Santa Rosa y Rivas.
En suma, la hegemonía que Estados Unidos está imponiendo a nivel planetario, en muchos casos con la complicidad de ciertos “estadistas” que son la antitesis de los gobernantes y del pueblo de 1856, ¿no es una nueva forma de filibusterismo?. ¿Estaría equivocado Francisco Bilbao?.
Colectivo
“LOS DE ABAJO”
Verdaderos Revolucionarios