Tolerancia o una desmedida puesta de la otra mejilla; eso, podría crucificar a la revolución, imperio no romano, imperio

Si bien esta revolución tiene infinito carácter humanista, cosa de mérito y admiración; sobre ceder al antojo del opositor, conlleva a circunstancias de riesgo y de finito de la misma; en política todo es viable y nada también le es, por eso, no dejan de existir las limitaciones y exabruptos que producen inequívocos políticos. Y si de estrategia y táctica se hace referencia, la prudencia y el aplomo son determinantes para la sustentación en el tiempo y el espacio requerido para afianzar un ideal de cambio que deje como resultado la firme consistencia en un colectivo muy mayoritario, se podría hablar de una formación en la nueva niñez y juventud de vanguardia, sería, algo así, como la base o la tierra donde no se resquiebre el piso político ideal en cosecha, la siembra del sistema a implantar.

Nos toca entrañarnos en lo muy meramente interno; es algo puntual y para ya, diríamos, que hay que lavar bien nuestros trapos sucios y diluir esos mezquinos enfoques de exacerba e inexplicable contrariedad sin sentido ni político ni de ideal ni de nada, es un absurdo, que aunque justificado por lo natural y propio de las desorientadas tendencias, nos mal conduce a una peligrosa fractura, que es bien aprovechada en cada error por el contrario, le saca buen jugo divisionista, que si bien no es a su favor en total, cumple con el objetivo inmediato para encadenar fases continuas y sucesivas a su objetivo principal, que no es otro, que demoler cualquier intención de credibilidad que pueda o vaya sumando signos positivos para anular la llaga costrosa de cultura imperial, que aún hace estragos políticos y deriva serias dudas sociales. Hasta hoy hemos tenido cierto tino con la no oposición o inexistente y más con su fatídica política, que no tiene forma de apreciarse en su fin y que sólo es mantenida por el signo mediático y los residuos de un subsistente y parasitario poder económico; pero, vale denotar nuestras imprudencias y los subgrupos empecinados en su imprecisa no ingeniosa creatividad, ahí, está el meollo, se abrieron las gargantas “políticas” que quieren tragar más de la cuenta y que se ahogan en lo llano u orilla cuando el agua es de limpia o pura política.

Optar por poner la otra mejilla no es recomendable se instaure en lo perpetúo, se debe hacer cuando las circunstancias así lo ameriten y se debe retirar en su momento indicado: política de dar y recibir y buscar mejor dar que recibir. El sacrificio tiene tilde religioso y en política la religión estorba, es imprudente caminar de su mano; en cualquier descuido te crucifica, su dogma es invariable y su raíz es derechista, es contraria a la revolución, es estacionaria, su “ideal” no evoluciona ni revoluciona.

El imperio tiene una definición muy congénere en cualquier tiempo de la historia; su comportamiento se precisa en conservar el poder de generación en generación y de adecuarle al ritmo que ese tiempo histórico le exija; radica y concentra sus mayores esfuerzos en ostentar siempre su hegemonía ideal y, para ello se vale hasta de su ilegalidad legal, que le permita controlar todo su entorno e ir más allá por la conquista de nuevos horizontes que sumen a su dominio y que aumenten su poder.

Un exhaustivo análisis de 15 años de nuestra revolución nos debe llevar a una clara reflexión de reajuste instantáneo y urgente; porque quizás, hemos dado giros inequívocos al timón de su nave y la turbulencia de la historia nos quiera jugar una fea jugarreta y meternos en una de sus trampas casa bobos, ella, la historia, no escribe con apuros, se da el postín de esperar a su presa, cuando ésta no sabe medir bien las consecuencias de los irreparables errores de los momentos históricos e inaprovechados por la terquedad de una innovación sin el menor criterio de su papel a jugar y con efectos emocionales nada prudentes en la política.

Los imperios no son invencibles, mas, al ser derrotados se preocupan siempre de dejar bien avivada la llama que reviva e incendie de nuevo el espíritu de sus borregos; ese argumento va solapado por el aliado credo que hostiga con su palabra ignara, y de eso, esperan tan solo una única brecha que le dé espacio, compran clérigos de diferentes índoles dogamáticas y cualquier cosa que se le parezca, le son suficiente para instigar. Dentro de su conocimiento regulado saben conservar sus viejos papiros y saben preparar a su tropa élite para que le difunda y para que su “ciencia” sea indispensable, admire, reclute adeptos auto-esclavizados y conformes de su condición; la ignorancia les presta el mayor de los servicios, he ahí, la clave de nuestra lucha, la ignorancia del ideario y la ilusa política también aporta su cuota y regalan sus víctimas.

No debemos por nada subestimar y debemos reconocernos ante una nítida radiografía, ella, nos permitirá ver con objetividad nuestras propias debilidades y cómo reparar el obstinado invidualismo y promoción del aparatoso protagonismo publicitario (soy amigo de tal y de cual, yo te resuelvo el peo) apadrinador y mercader, tal para cual; de eso, se ha apertrechado nuestra política de altura, los anillos han sido inoculados, lo peor de esto, es hacernos de la vista gorda, dejar que avance el cáncer y por cómoda tolerancia, crucificar nosotros mismo lo que le costó hasta la vida a quien si poseía total claridad del rumbo a seguir de la nave revolucionaria. Chávez exageró la explicación para que el pueblo llano le entendiese y radicalizó su palabra ante los que consideró fueren los cuadros políticos y que le multiplicaran a granel, tenía una clara visión misionera de su revolución, nos la legó en manuscritos, cuando se percató de que se la agotaba su tiempo histórico presente, de que su destino ayudado por intriga imperial, ya le era fatal, de que sus esfuerzos al igual que los de Bolívar por la unidad andaban por el mismo camino de hace al día de hoy 184 años, con dolor, visualizó la Quinta Alejandrina. Queda al revolucionario de corazón afanarse y redimensionar la lucha, queda al pueblo meter en cintura y recoger las ovejas descarriadas, nos queda no dejar perder esta revolución, nos queda la sincera unión, lucha, batalla para sí poder cantar la victoria. ¡Honor a quien honor merece, honor a Chávez!



omarpinto47@gmail.com


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