La fórmula ucraniana

El golpe de Estado en Ucrania, por el que se sustituye al presidente electo por una convicta, no deja de ser un golpe de Estado de manual a costa de unas decenas de muertos que son la excusa perfecta para justificar cualquier cosa.

En Venezuela lo llevan intentando años. También allí no hay, en la actualidad, manifestación sin muertos. Los que estuvimos frente a Miraflores durante el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 vimos como la siembra de muertos no era otra cosa que una excusa para justificar un golpe de Estado. Francotiradores de la oposición, del alcalde opositor y prófugo de la justicia, Alfredo Peña, dispararon desde terrazas a los ingenuos manifestantes que, como corderos, eran llevados al matadero.

Ninguno de esos manifestantes pidió explicaciones o se hizo la pregunta de cómo habían sido utilizados. Cegados por consignas y hechos fraudulentos, comulgaron y comulgan con ruedas de molino.

Yulia Timoshenko es el corolario del golpe de abril en Caracas y de todos los golpes desestabilizadores del mundo. La excusa puede ser cualquiera. Desde grifos de oro hasta una supuesta pro-europeización contra una pro-rusificación que es el eterno dilema entre el «Bien» (Estados Unidos y Europa) y el «Mal» (todos aquellos que no son Estados Unidos y Europa).

A Chávez y su revolución también lo confrontaron y encasillaron en ese otro casillero de los malignos. Ahora incluso tiene una «esperanza blanca» presa, que puede convertirse en un futuro Timoshenko caribeño. El pueblo venezolano se encargará de que eso no pase nunca.


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Xurxo Martiz Crespo

Vivió 30 años en América Latina. Académico del exilio económico y político gallego

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