Domitila Barrios de Chungara: Una luchadora incansable

En mis años de estudiante, vi por primera vez a Domitila en un encuentro realizado en la Universidad de San Simón en Cochabamba. Años más tarde, a mediados de los años 90, la conocí personalmente en Suiza cuando ella llegó invitada por la Iglesia Protestante para testimoniar sobre las consecuencias de las medidas neoliberales impuestas al pueblo boliviano. Tuve el gran privilegio de compartir largas horas de tertulia con esta extraordinaria mujer, poseedora de una aguda inteligencia y de un corazón de oro.

Domitila fue una gran militante de las causas de la Patria Grande. Ella tenía el convencimiento absoluto de la necesidad de luchar por los derechos de todos, mujeres y hombres juntos para enfrentar al sistema que divide para reinar.

En la madrugada del 13 de mayo de 2012 la enfermedad la venció... pero su testimonio de vida es imperecedero... Ella siempre vivirá en la memoria popular.

Domitila nació en Siglo XX (Bolivia) el 7 de mayo de 1937, en el seno de una familia de mineros. Es imposible evocar esta mina sin pensar en el cortejo de sufrimientos que rodea la vida de los mineros bolivianos; en el viento helado y el frío permanente que parecen ignorar a los seres humanos; en la explotación y la represión brutal ejercida, primero por la familia Patiño, cuya fortuna se situaba entre las diez primeras del mundo y, más tarde; después de la nacionalización de las minas, por los gobiernos sucesivos.

La vida de esta mujer, de gran carácter pero también capaz de una ternura infinita, está llena de experiencias dolorosas: quedó huérfana a los diez años, acontecimiento doblemente triste porque tuvo que abandonar la escuela para hacerse cargo de sus hermanas menores. Ella que disfrutaba tanto estudiando. Años más tarde se casó con un trabajador minero, tuvo 11 hijos, de los cuales sólo 7 sobrevivieron.

En 1967, el país -gobernado por el régimen dictatorial del general René Barrientos Ortuño- está convulsionado por la guerrilla. El 24 de junio, el ejército, ataca sorpresivamente los centros mineros de Siglo XX y Catavi, cuando la población festejaba la tradicional fiesta de San Juan. La razón de este acto sangriento es aterrorizar a la población, descabezar el movimiento obrero e impedir una reunión ampliada que debe realizarse al día siguiente para manifestar públicamente el apoyo a la guerrilla dirigida por el Comandante Che Guevara. El gobierno estadounidense, a través de su misión militar instalada en La Paz, ejerce fuertes presiones sobre Barrientos para el lanzamiento de la operación. Y así, una vez más, el ejército boliviano sacrifica a niños, mujeres y hombres en la tenebrosa masacre de “la Noche de San Juan”. Domitila dirige el sindicato de amas de casa y protesta públicamente contra la actitud sanguinaria de los militares. El Gobierno desata una sistemática represión. Muchos trabajadores son apresados y deportados inmediatamente a los campos de concentración de las selvas del Beni. Domitila es también encarcelada y salvajemente torturada, a pesar de su avanzado estado de gravidez.

En México, durante la Tribuna del Año Internacional de la Mujer organizado por las Naciones Unidas y realizado en 1975, Domitila es la única mujer del pueblo que participa activamente. Logra llegar, a pesar de la oposición del dictador Bánzer que gobierna el país con mano de hierro. La amenaza de una huelga de mineros posibilita el viaje de Domitila. Ella habla de realidades sufridas en carne propia, de la dura escuela de la vida, la vida de los de abajo. Su verbo directo y agudo choca frontalmente contra el « discurso » de las académicas, que son mayoría en este foro. Una de las consecuencias de esta experiencia es el libro « Si me permiten hablar » (Siglo XXI editores, 1977), escrito en colaboración con la educadora brasileña Moema Viezzer. Este libro-testimonio ha sido traducido a 15 idiomas, tuvo una extraordinaria difusión, pero los derechos de autor le fueron escamoteados.

El 28 de diciembre de 1977, Domitila y cuatro mujeres mineras inician una huelga de hambre en el Arzobispado de La Paz. Es la respuesta a una amnistía restringida dictada por el general Bánzer, condenando así a continuar en la prisión y en el exilio a miles de mujeres y hombres. Esta chispa desencadena una cadena de grupos de huelga por todo el país. La resistencia pacífica del pueblo dura 23 días y logra abrir el camino para la democratización del país.

Cuando Domitila participaba en la Conferencia Mundial de Mujeres de Copenhague, el 17 de julio de 1980, se produce un nuevo atentado contra la democracia: el general García Meza instaura un nuevo régimen de terror. Domitila se ve forzada a vivir unos años en Suecia y viaja incansablemente denunciándolo. Domitila regresa del exilio a fines de 1983. Ella comprende que el sistema quiere borrar todo vestigio histórico de las luchas del pueblo. Ella decide entonces transmitir sus vivencias a través de la educación popular. Nace la « Escuela Móvil », llamada así porque no tiene límites geográficos y sirve « para difundir la historia que no está escrita ». Ella y su pequeño equipo se desplazan donde los llaman para crear un espacio de intercambio de experiencias, de intercambio de información y de toma de conciencia. Este proyecto vio la luz casi milagrosamente, su único motor es la voluntad de Domitila para « dejar a las futuras generaciones la única herencia válida, una patria libre, una sociedad justa »...

En 1985, Domitila publica un nuevo libro, « Aquí también Domitila » (Siglo XXI Editores). Este testimonio es producto de la colaboración con el periodista boliviano David Acebey, en él cuenta las experiencias de su exilio en Europa y América Latina. Ha sido traducido al alemán y holandés.

A pesar del peso de los años, el 9 de octubre de 1997, Domitila no falta a la cita con su pasado, llega a Vallegrande para rendir homenaje al Comandante Ernesto Che Guevara, evocando al hijo perdido a causa de la tortura en esos terribles meses de 1967. Afirma, con el convencimiento de siempre: « lo han matado hace 30 años, pero vive porque hay más pobreza que antes. Mientras haya pobreza y miseria, la utopía del Che seguirá viva ».


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