Club de Bilderberg: los amos del mundo

Las máscaras del imperio

El imperio de la oscuridad, de la noche, del Apocalipsis y del dinero está integrado por nombres y apellidos. Ellos han desarrollado su propia manera de asistir a la gran crisis final que vive la sociedad y nuestro planeta. Hoy recibí muchas llamadas en relación a mi anterior nota publicada ayer en distintos medios que me brindan su espacio. ¿Es cierto que ellos piensan emigrar del planeta? ¿Hay pruebas, sospechas? Preguntaban.

Seremos los últimos en enterarnos, sino es a Marte, será la Luna o el fondo del Pacífico, o bajo el desierto de Arizona en una gran ciudad que los aloje, donde podrán sobrevivir a la radioactividad, al hambre, a la gran mutación y a los embates de la hecatombe provocadas por los daños ambientales y por ellos mismos. Esta es una obvia conclusión ante su descarada y enfática alianza con las fuerzas destructoras, ante su indolencia y desinterés ante las cumbres de Kioto o Copenhague, ante la radiación que hoy se filtra a la atmósfera desde Japón, ante su ensañamiento en contra de los pueblos y su alianza con la miseria y el hambre que aumenta con la crisis del sistema económico que les dio oxígeno y les dio el poder que ostentan.

El Club de Bilderberg ha sido el concilio de los sacerdotes de las fuerzas imperiales, dueños de medios, corporaciones y emporios financieros, políticos y economistas asisten a sus reuniones en caravanas de negras limosinas, en un absoluto secreto, siempre antes de cada reunión de G8. El pentágono es su sala situacional, ellos diseñan su propia salvación antes que otra cosa, sus riquezas desesperadas ante un planeta a punto de colapsar invierten sus fortunas en una puerta de escape. No podemos construir lo que digieren sus estómagos sin usar una de las mejores armas que nos queda la gran humanidad: la imaginación. Esa fuerza soterrada y castigada en una sociedad agónica que aun en su deliro mortuorio sigue dominada por la cultura imperial. Imaginar es dibujar lo imposible como posiciones necesarias, es romper el cerco de la alienación que nos abozala y encarcela.

Las mujeres y hombres sentimos temor al despertar, entre guerras y calamidades nuestra cotidianidad pierde el resplandor de la alegría de vivir opacado por los presagios de miseria, dolor, y muerte que nublan nuestro porvenir. Es poco posible entender el teclado sobre el que se escribe el futuro en las mesas de trabajo del imperio. Hay códigos secretos, sociedades secretas que construyen una alternativa exclusivista y demoníaca, que puede traducirse en la gran desgracia y sentencia de muerte para nuestra vida, nuestra civilización y nuestro planeta.

Más allá de los sucesos que suceden en la historia cotidiana, más allá de las rebeliones en Túnez, en Egipto y en la situación actual de Libia, más allá hay un plan oculto, un jugador maligno que va colocando las piezas sobre el tablero para arrinconarnos en el ajedrez existencial y matar nuestro futuro. Hay que imaginar, hay que suponer, hay que sospechar. Hay que responder con demasiada suspicacia a cada movimiento del imperio capitalista. Ya la historia va más allá de la enfrenta de las fuerzas históricas. Cuando la extinción de la especie y el planeta entra en juego, cambian las estrategias, gane quien gane el tablero probablemente quede inservible, quizá estemos en la última partida que podamos jugar, el escenario se deshace, todo está en riesgo.

Con emoción he podido leer una importante reacción en muchos medios alternativos ante el irresponsable juego de las termonucleares, quizá el miedo antes que rendirnos nos está despertando. Las fuerzas ecológicas entran a jugar su papel en la política, el sentido de supervivencia, aquel que en la selva nos hizo gigantes ante temibles especies, hoy nos agigantará para enfrentar a estos amos de la vida y vencerlos de una vez por todas.

Pretenden cambiar las máscaras a sus marionetas, Piñera es más sonriente que Pinochet, pero más lacayo, quien tenga las de ganar en Egipto, seguramente será lo mismo, se pretende imponer esta nueva escenografía en Libia y así tratarán de que repita en Cuba y Venezuela. Debemos volver a incendiarles las caras, a denunciar su farsa y avanzar en nuestras luchas. Los pueblos del mundo unidos, los pobres, los que componemos la clase trabajadora, los excluidos, todas y todos debemos ser desde ya el ejército invencible que se una para ser los parteros del mundo nuevo.

Pase lo que pase, debemos dejar un mundo para nuestra descendencia, debemos sembrar los nuevos valores para la vida, debemos crear una nueva forma de gobernarnos, y debemos sobre todo derrotar un imperio que nos castiga y sentencia a la asfixia, para poder dar inicio a la nueva humanidad, a la paz, al socialismo libertario.

Venceremos!!!.

brachoraul@gmail.com


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Raúl Bracho


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