Tal como lo burlonamente lo calificara el digno embajador de la República Bolivariana de Venezuela en la Organización de Estados Americanos, OEA, Roy Chaderton Matos, el Secretario General de esta organizacional regional, José Miguel Insulza, pretende erigirse en el “Presidente” del continente americano, al asumir posiciones y realizar diligencias que ofenden la dignidad de sus Estados integrantes y lesionan sus soberanías.
Y es que la conducta injerencista y “presidencialista” que unilateral e ilegalmente ha adoptado este empleado subalterno de los Estados Miembros de la OEA, se expresa en actos descarados y desafiantes de intervención en los asuntos internos de los Estados, sin que tal facultad se encuentre en la Carta Fundacional de la OEA, de 1948 o, haya sido expresamente autorizado, como corresponde, por el Consejo Permanente o la Asamblea General, para cumplir tales actividades.
Durante su “presidencialista” gestión de seis años al frente de la Secretaría General de la OEA, el señor Insulza, se ha permitido opinar impúdicamente sobre los asuntos internos de la República Bolivariana de Venezuela, reunidos con voceros de la oposición golpista, admitido sus documentos llenos de mentiras y difamaciones contra sus autoridades legítimamente electas y, realizado diligencias por personas y grupos de oposición que realizan acciones al margen de las leyes venezolanas, pretendiendo por la vía de hecho, que el Estado libere a individuos que cometieron graves delitos contra las personas, la seguridad pública, la Administración de Justicia y el patrimonio del Estado.
Pero el autoerigido en “El Presidente de las Américas”, (digno argumento para una de las películas del genio de Chaplin y la maestría de Cantinflas), no solo pretende cumplir el papel de “auditor” e “interventor” de los asuntos internos de un Estado Soberano como la República Bolivariana de Venezuela, sino que hace descarado lobby a favor de los sucesores de la dictadura hondureña para que sea levantada la suspensión aprobada por el Consejo Permanente de la OEA, pretendió convertirse en árbitro no autorizado en el litigo de las República de Costa Rica y Nicaragua sobre el Rio San Juan, presionó a la República de Ecuador para que desechara sus justos reclamos de disculpas e indenización a la Republica de Colombia por el bombardeo de su territorio en el 2009 y, refuerza el Protectorado ilegal que Estados Unidos, a través de la ONU y las MINUSTAH, mantiene sobre la República de Haití, determinando quien debe ser o no candidato a la presidencia.
La evidente conducta injerencistas del señor “Presidente de América”, lo muestra como una expresión de las neocoloniales tendencias de sectores de la socialdemocracia y el socialcristianismo de Nuestra América (que él representa), aterradas por los procesos soberanistas, de Democracia Popular y Justicia Social que vive la región y, de la línea estratégica del imperialismo norteamericano de utilizar todos los medios a su alcance para derrotar lo que parece un proceso histórico irreversible, dado la creciente conciencia de los pueblos y la profunda crisis sistémica en que se debate el Sistema Capitalista Mundial y su centro motor: el imperialismo norteamericano.
Esta alianza bastarda entre el “largo brazo” del imperio, reforzado con las “uñas afiladas”, del “Presidente de América”, tiene la vista concentrada en un acontecimiento tan importante como la Batalla de Ayacucho: la Cumbre de Presidentes, Presidentes, Primeras Ministras y Primeros Ministros de los gobiernos de América Latina y el Caribe, a reunirse el 5 de julio en la ciudad de Caracas, en donde se habrá de constituir la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, base emancipadora de Nuestra América del yugo imperialista y, esta vez, a diferencia del Congreso Anfictiónico de Panama, de 1.926, los colonialistas serán derrotados y, los pueblos de Nuestra América, con Bolívar, Manuela Saenz, Abreu de Lima, Petión, San Martin, Ohigins, Artigas, Morelos, Morazán, avanzaran hacia su “plena y definitiva independencia”.
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