Colombia: Holocausto Latinoamericano

“La civilización no suprimió la barbarie; la perfeccionó e hizo más cruel y bárbara. “

Voltaire


Más allá del infaltable lugar común de que somos hermanos, de que nos une la misma historia y de la reciproca necesidad que tenemos de integrarnos, lo que nos mueve ahora a escribir estas notas sobre Colombia, es el dolor, es la impotencia y la indignación respecto al reciente hallazgo de la mayor fosa común de la que se haya tenido noticias en nuestro continente. Pobladores y autoridades del remoto municipio oriental de La Macarena, en el departamento de Meta, de 25 mil habitantes, denunciaron la existencia de una fosa con cerca de 2.000 cuerpos humanos no identificados que han sido sepultados en el cementerio local durante los últimos años por tropas del Ejército que aseguran haberlos abatido en combate.

Norberto Suárez, director de la Unidad de Exhumaciones de La Fiscalía en la ciudad oriental de Villavicencio, aseguró que en caso de confirmarse la existencia de la fosa común con 2,000 cuerpos, sería "el hallazgo de cadáveres más grande en la historia de Colombia'' en un mismo sitio.

Un vocero de la Fiscalía General en Bogotá reveló a la prensa, que una misión del Cuerpo Técnico de Investigaciones de ese organismo (CTI), ya estuvo en el cementerio y determinó la existencia de un gran número de cadáveres en la fosa pero solamente hizo unas pocas inhumaciones.

"Nos convertimos en el sitio de la disposición de los muertos de la guerra'', declaró Eliécer Vargas Moreno, alcalde del municipio a cuyo territorio pertenece la mayor parte del parque natural de La Macarena, una de las reservas biológicas más valiosas de Colombia. Pobladores de La Macarena entrevistados bajo el compromiso de que sus identidades no serían reveladas, expresaron la sospecha de que entre las fosas estén parientes suyos desaparecidos durante los últimos cuatro años, negaron que se tratara de guerrilleros y pidieron la oportunidad de demostrarlo.

Por supuesto, la gran prensa internacional no se dio por enterada. Por el contrario, no han sido pocos los intentos de seguirnos vendiendo la imagen de una Colombia donde el Gobierno presidido por Álvaro Uribe, ha hecho importantes avances en su lucha contra el terrorismo – entiéndase la guerrilla, nunca los paramilitares - brindándole su territorio a tropas norteamericanas para incrementar sus labores contra el narcotráfico y propiciar condiciones económicas ideales para la inversión extranjera, que generan bienestar y pleno empleo para todos los colombianos. Claro está, todo esto sin decirnos, que en la lucha contra el terrorismo, se ha vuelto una práctica común, la creación de falsos positivos, donde cientos de ciudadanos atrapados en el medio del conflicto armado que azota a ese país hace más de cincuenta años, son detenidos arbitrariamente por tropas del ejercito, funcionarios de la policía o paramilitares, que son prácticamente lo mismo, para luego ser forzosamente desaparecidos y enterrados sin nombre ni identificación alguna, en estas y otras muchas fosas comunes que seguramente se encuentran esparcidas por todo el territorio de esa República hermana, a la espera de ser sorprendidas por la verdad. Sumémosle a este espantoso hallazgo, otro no menos escalofriante, como aquel señalado por el tristemente célebre comandante paramilitar, Jorge 40, extraditado a Estados Unidos – único y verdadero santuario terrorista del planeta – quien confesó haber utilizado para desaparecer a cientos de campesinos colombianos acusados por los paramilitares de haber colaborado con las FARC, cerca de cuarenta hornos crematorios, donde las víctimas fueron reducidas a cenizas, para no dejar rastro alguno.

Nada se nos ha dicho, sobre los cientos de sindicalistas que han sido asesinados a manos de paramilitares pagados por las trasnacionales, en aras de flexibilizar la legislación laboral y conculcar los derechos de miles de trabajadores, para ponerlos al servicio de las empresas que “…generan empleo y prosperidad para los colombianos …”, pero sin pensión de vejez, sin seguridad social, con salarios miserables y condiciones de trabajo inaceptables. Nada se nos ha dicho sobre el fracaso de la estrategia antinarcóticos yanqui, donde después de más de una década de Plan Colombia, Plan Patriota y fumigaciones de cultivos ilícitos con glisofato, bombardeo de territorios de países vecinos incluidos, ha aumentado exponencial y escandalosamente no solo los cultivos de coca y amapola, sino el procesamiento de cientos de miles de toneladas de cocaína y heroína, destinados al consumo de millones de adictos que deambulan como zombies en las calles de Norteamérica, sin asistencia alguna de aquél gobierno inmoral, que con una viga metida en sus ojos, pretende señalar la brizna de paja metida en ojos ajenos. Una tragedia. Un holocausto el de nuestra Colombia. Esa Colombia que esperamos se levante. Que esperamos que sonría. Esa Colombia que apostamos que ante tanta muerte, imponga la vida y renazca como el Ave Fénix desde sus cenizas, para que se funda con nosotros en un eterno abrazo, en el medio del crisol de la esperanza nuestramericana.


rubenvillafa@hotmail.es


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Rubén Villafañe


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