Obesidad y las trasformaciones energéticas

Es fácil entender la razón del porque las antiguas civilizaciones le rindieron culto al Sol. Ciertamente, desde el momento que la luz solar llegó  a la Tierra, dadas ciertas condiciones, apareció la vida en el planeta en diversas formas. La energía luminosa se transformó en energía calórica y a partir de este momento se suscitaron en el globo, en sus inicios, procesos sumamente complejos que derivaron, miles de millones de años después, en el advenimiento de los seres vivos. Desde el más sencillo, la célula, hasta llegar a los bípedos pensantes en la forma como nos presentamos actualmente. De seguro, la evolución no se ha detenido.

Este tema lo abordo en razón a los abusos que mucha gente comete durante las festividades decembrinas. Una fiesta religiosa que ocasiona una estampida de consumismo y una desmedida ingesta de comidas y bebidas que nada tienen que ver con el nacimiento de Jesús. A pesar que soy ateo, dado que no profeso ninguna doctrina de fe es decir, dogma, trataré el tema desde el punto de vista de la salud que origina un aumento de peso. 

Cuando un persona toma en sus manos un hermosa y apetitosa patilla no imagina que tal fruta, al igual que todas y todos los alimentos, es producto de una trasformación energética. La sandía toma el aspecto que tiene como consecuencia de la energía que posee, proveniente de los nutrientes  obtenidos de la  tierra y de la energía solar. Después que la semilla penetra en el surco se inicia un proceso de trasformaciones energéticas que dan origen a la hermosa deliciosa fruta rojiza, tan buena para calmar la sed como para alimentar nuestro organismo. Es decir, la patilla, cualquier fruta o alimento proveniente de la tierra es una fuente de energía acumulada con saludables valores nutricionales.

Por fortuna, para los animales de la selva y para los  humanos, esta energía acumulada en la fruta no se pierde, se trasforma (según el Principio de Conservación de la Energía). Una vez ingerida se inicia en el cuerpo de los animales que la consumen nuevos procesos de trasformaciones energética. Es decir, los nutrientes contenidos en los alimentos provenientes de la tierra son aprovechaos, para que, quienes la consumen (animales salvajes y seres humanos), puedan realizar su funciones con éxito. Son diversas las mutaciones energéticas que se suscitan en el cuerpo de acuerdo con las necesidades de cada especie. Surge aquí el llamado metabolismo: “el conjunto de trasformaciones físicas, químicas, y biológicas que en los organismos vivos experimentan las sustancias introducidas o las que en ellos se forman”. El metabolismo no es más que las diversas transformaciones energéticas que sufre el cuerpo para que este pueda funcionar.

Cuando observamos sorprendido los saltos de rama en rama de un mono, a una gacela o un caballo corriendo por una pradera, no tenga la menor duda que lo que está ocurriendo es un proceso de transformación de energía. La energía  proveniente de los comestibles o acumulada en forma (grasa), derivada de la alimentación, se trasforma en energía cinética. Lo mismo ocurre con los seres humanos. Nuestro organismo necesita alimentos con saludables valores nutriciones para que podamos realizar nuestras actividades con éxito y no le quepa ninguna duda, esos alimentos provienen de la tierra.

El cuerpo humano durante todo el día experimenta cambios de energía. Por estudios de  la Física se sabe que, cuando se producen cambios de energía se desprende calor, es por esto que la temperatura corporal normal de los seres humanos oscila entre 36° y 37°, según las actividades y la hora. Esto nos asegura que estamos vivos y saludables. Es decir, el calor del cuerpo se mantiene como consecuencia de las transformaciones energéticas que  salvaguardan el cuerpo. Si este se enfría por completo, no hay señal de vida,  no habrá indicios de trasformaciones energéticas.

De acuerdo con lo anterior, el organismo necesita de alimentos, en decir comestibles con saludables valores nutricionales para que las funciones se realicen de manera óptima. Hasta durmiendo una parte de los seres humanos está en movimiento, dado que la sangre circula por las venas y las arterias, es decir hay transformación de energía química en energía cinética. Esto es lo que se llama “metabolismo basal”: el gasto mínimo de energía necesaria para mantener las funciones vegetativas o sea, el grado de calor, expresado en calorías, para mantener un cuerpo en reposo. Como se puede ver, hasta soñando el organismo experimenta cambios energéticos, por lo tanto es obligatorio cenar (una comida frugal) por lo menos dos horas antes de ir a la cama en la noche.

Llamo la atención en comestibles con alto valores nutricionales, es decir alimentos (los otros son comistrajos), porque son de estos de los cuales  obtendremos las vitaminas, los minerales, los iones, las proteínas, los carbohidratos y las grasa buenas para que el cuerpo pueda cumplir con su cometido. En caso contrario, si le suministramos a nuestra anatomía comestibles con pocos o ningún valor nutricional (calorías vacías), el organismo, en sus procesos de transformaciones energéticas, los convertirá en grasa y las acumulará en alguna región del cuerpo, por lo general en la barriga.  

Es indispensable que los consumidores puedan diferenciar entre  alimentos con saludables valores nutricionales y los que poseen poco o ninguno. De su consumo depende que la persona experimente sobrepeso o se mantenga en un peso apropiado. A manera de ejemplo, cuando alguien adquiere un auto, el concesionario le indica al comprador el tipo de gasolina que le debe verter al tanque para que el automóvil ruede en forma óptima. Igual funciona nuestro organismo. Debemos ingerir alimentos, es decir, comestibles con saludables valores nutricionales para que el organismo los aproveche al máximo y no los convierta en grasa para almacenarla en “rollitos”.

Ahora es importante destacar cuáles son los alimentos con saludables valores nutricionales. Evidentemente, son aquellos provenientes de la tierra, como los bulbos, las frutas, las hortalizas, las leguminosas, las verduras, el agua…aquellos que obtuvieron la energía del sol y de la tierra, sin dejar de lado las fuentes proteicas, como el pescado y la carne magra. La mayoría de los otros, los “comistrajos”, los que no se pelan, los que sacan de paquetes, es decir los productos procesados como la harina de maíz precocida, la harina de trigo, el café, el azúcar, la sal, la pasta, el pan…Además, los mejunje que distribuye y vende la “polar”, como son los doritos, los tostitos, las yuquitas, tostoncitos, platanitos…verdaderas bazofias que pierden sus valores nutritivos al ser tratados por la industria. A estos hay que agregarle la comida chatarra (hamburguesas, perros calientes…), la leche envasadas y en polvo, las gaseosas, los jugos pasterizados, los víveres enlatados, las comidas congeladas, los embutidos…que además de carecer de nutrientes, son nocivos para salud dado los colorantes y los químicos que utilizan como preservativos, causan diversas enfermedades, acortan y desmejoran la vida de los consumidores, asimismo, responsables del sobrepeso. Con la ingestas de estos productos, durante el proceso de transformación energética, el cuerpo humano no obtiene nutrientes y el subproducto de esta metamorfosis no es más que grasa que se almacena. Para su reflexión: por alguna razón los animales salvajes no padecen de obesidad. Lee que algo queda.

Otro más: para reconfortarme he escuchado a varios líderes mundiales y venezolanos haciendo buenos augurios para el año 2017; mensajes de paz y concordia. Contrariamente, los dirigentes de la mud y los bisoños directivos de la AN solo se les ocurrió vaticinar que hay que preparase porque nos vienen tiempos duros. Si ellos lo presagian de seguro que la oposición recalcitrante  va a propiciar días aciagos.



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Enoc Sánchez


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