Alquimia Política

La verdad en el espíritu científico de la diversidad

El reconocido filósofo de la ciencia austriaco Karl Popper (1902-1994), en una entrevista que le hiciera el filósofo francés Guy Sorman (1944), en 1989, expresó que el investigador no tiene que quedarse prendido de las definiciones; cada frase que comienza “¿qué es…?”, implica al ser planteada una pérdida de tiempo si se queda uno en la fase elemental de la expresión. Hay que profundizar, producir “crítica” que es el mejor instrumento para la verificación científica.

En este mismo sentido, el filósofo norteamericano Morris Cohen (1910-1941) expresa que cuando “…hallamos que la masa de conocimiento disponibles no nos presenta ninguna respuesta o bien nos ofrece varias, pero ninguna satisfactoria, entonces planteamos un interrogante. Para poder encontrar la verdadera fórmula o causa, debemos ensanchar nuestra perspectiva de las diversas posibilidades por medio de la reflexión lógica, pues, a menos que comencemos por considerar alguna posibilidad, no podremos hallar, en la realidad indagada, la explicación que buscamos”.

Ahora bien, el conocimiento no deviene de una fórmula estática y absoluta, se debe, y con ello se asocia esta posición al punto de vista del materialismo histórico y el método dialéctico, a la evolución y/o involución de las relaciones de ese conocimiento en la realidad humana que se experimente. Por lo tanto, el conocimiento es el producto de “relaciones conocidas” y “verdades aprehendidas”; en un sentido más estricto, la relación entre el objeto y el sujeto, buscando en la diversidad, la unidad que identifique las cualidades o cantidades presentes en ese conocimiento, a efecto de alcanzar estadios de comprensión del mismo.

La teoría del conocimiento, conocida en los claustros académicos como epistemología, es la investigación y exposición sistemática de los principios que rigen la posibilidad de conocimiento. Lo primero que aparece es la “curiosidad”, el estímulo hacia ese conocimiento, luego se da el “acercamiento” que deriva, al valerse el sujeto del método, en “relaciones” y de allí se van presentando varias etapas en ese proceso de relación que lleva a niveles avanzados de comprensión; cuando el investigador intuye que ha llegado a un cierto nivel de entendimiento de lo que está conociendo se produce un “enfoque epistemológico”, pero ello no quiere decir que ha alcanzado la comprensión. Ese camino continuo y sistemático de exploración que supera obstáculos metodológicos y teóricos, es lo que se conoce como pensamiento complejo.

En todo conocimiento, se puede distinguir cuatro elementos: el sujeto que conoce; el objeto conocido; la operación misma de conocer; y el resultado obtenido que es la información recabada acerca del objeto.  Dicho de otra manera: el sujeto se pone en contacto con el objeto y obtiene una información acerca del mismo. Cuando existe congruencia o adecuación entre el objeto y la representación interna correspondiente, decimos que estamos en posesión de una verdad. ¿Y qué es la verdad?  Según expresó el filósofo norteamericano Irving M. Copi (1917-2002), sólo de proposiciones puede predicarse la verdad y la falsedad, nunca de razonamiento. Porque las proposiciones afirman o niegan una realidad o un hecho, mientras que el razonamiento es una interpretación de varias proposiciones en razón de un contexto determinado, que para algunos puede ser verdadero y para otros falsos. Las proposiciones, esgrime Copi, “…no son entidades lingüísticas de las oraciones, sino que son los significados de las oraciones.”

Desde esta perspectiva, la verdad en el ámbito de la investigación científica, que promueve el razonamiento como instrumento de análisis y reflexión, es relativa y su ajuste a ciertos patrones de la realidad está condicionada a factores internos y externos que influyan en las relaciones estudiadas como propulsoras de conocimiento. Esto nos lleva a considerar la “ciencia” como un ente unificador de la diversidad, en la búsqueda de criterios cercanos a la objetividad científica como razón de ser de los estudios en ciencias sociales o las ciencias aplicadas.



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Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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