Esfuerzos productivos - el necesario repensarnos

Entre las avenidas México y Bolívar de Caracas, en lo que algunos dan en llamar “el corazón energético de la ciudad”, hay un esfuerzo colectivo por producir y ofrecer alimentos a una población que los necesita y demanda.

Días atrás acompañé a tres de los compañeros que hacen vida en el proyecto  de este centro de cultivo organopónico “Bolívar I”, en una reunión para engranar esfuerzos junto a uno de los locales en el eje del buen vivir, que se distancia del espacio de cultivo por escasos 200 metros.    Cuándo entraron a perfilar los puntos de encuentro entre ambos espacios, quedé gratamente sorprendida, al ver que la colaboración no se reduciría al proveer de verduras y hortalizas al local del eje. Se planteaba el repensar los patrones de consumo, inclinándose a la producción de hortalizas y verduras nativas y de rápido crecimiento en nuestras tierras sin agrotóxicos, a contrapelo de hábitos en la alimentación que son estimulados desde la propaganda o recetarios de tierras más frías que las nuestras.

Hablaron de la escuela de formación popular en agricultura urbana que buscan impulsar desde la experiencia del organopónico, y de los topes que ponían por persona, ya que al ofrecer precios muy económicos (comparados con los encontrados en el mercado), era usual que las personas quisieran comprar en gran cantidad, como en el caso de mi hermana que se volvió vegetariana recientemente.
La organización busca ser horizontal y tomar decisiones en asamblea, que van desde la programación de la siembra en los 2500 metros de los que disponen, los rubros a incursionar, división de tareas, hasta el resguardo del espacio.

En la misma semana fui invitada a una pequeña jornada de reforestación en un sector llamado “El Semillero” del Waraira Repano, que en los años 50’s y 60’s albergaba a los semilleros que dotaban parte de los parques de caracas, entrado en desuso y recuperado en la última década.

En el lugar, pude oír de varios proyectos agroproductivos de pequeña a mediana escala, en los que en algunos casos contaban con apoyo institucional y en otros no, pero que se estaban dando en distintos puntos del territorio nacional.
Para poder abordar la conversación, les pregunté si conocían de la feria conuquera, que se organiza el primer sábado de cada mes en la entrada de Los Caobos, y me dijeron que ellos eran parte de la feria, como ofertantes de lo producido en sus proyectos agroproductivos.

Este espacio se ha convertido en un referente de consumo solidario, que este sábado 3 de Octubre cumple su primer aniversario,  contando con un plan de actividades que incluirán conciertos, charlas y talleres que se sumarán a la venta de lo cosechado en los varios proyectos agroproductivos.

 Estas iniciativas, que se están dando de forma más irregular que planeada, pero con ímpetu por parte de quienes las emprenden, me hacen recordar el ideograma chino de crisis, conformado por dos caracteres: amenaza y oportunidad. Tomando en relevancia, la oportunidad que nos ha ofrecido este tiempo de escasez y dificultad en la adquisición de los productos por sus elevados precios, para repensarnos y resembrarnos en colectivo, esperando que las semillas colocadas en este período nos den sombra cuando el sol arrecie.
 

garamb@gmail.com



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