El diminuto cosmos de National Geographic

Creo que nadie ha podido sustraerse a la envolvente promoción que el canal de cable National Geographic ha hecho de su nuevo programa “Cosmos”, una nueva versión de la célebre serie de Carl Sagan que pretende despertar en los jóvenes que éramos hace 30 años el mismo entusiasmo y expectativas con la que esperábamos antaño el programa dominical. De alguna manera lo han logrado y me ha tocado comprobarlo dada mi inclinación por la difusión de la ciencia y mi incursión en el ámbito de aficionados a los temas referidos.

Una de estas noches he podido ver completo –o casi- la reposición de uno de los capítulos de la nueva serie que aborda básicamente la historia de la observación y estudio de los cometas y, como era de esperarse, las referencias obligadas a Newton, Halley, Hooke entre otros personajes involucrados. También era previsible el protagonismo de Newton y de su legado científico, siendo, como hoy sabemos, el creador de las leyes del movimiento y de la gravitación. Aparte de algunos detalles de producción de esta nueva versión de la famosa serie de Sagan, creo que debe hacerse una observación crítica, aunque sea abordando un solo aspecto de la cuestión.

Me pareció casi grotesco el sesgo con el que se trata el tema de las discrepancias Newton-Hooke, envolviéndolas en una visión maniquea de los acontecimientos. Obviamente que no se trata de echar sombras sobre la bien ganada reputación de quien algunos consideran el más grande científico de todos los tiempos. No debe ser mucho lo que hayan descubierto los historiadores y biógrafos del autor de los Principia sobre su vida privada que no lo sepamos el resto de los mortales: si hasta de su misoginia y tendencias sexuales se ha hablado. Pero tampoco se trata de mal poner al pobre Hooke convirtiéndolo en una contrafigura adyecta, un ser siniestro de voz gangosa que olvidó, en el tablero del dibujante, la manzana envenenada.

Nunca será necesario oscurecer a nadie para iluminar a otro. Y en la historia de la ciencia (y de las personas que la hacen posible), cada quien tiene sus méritos y desméritos, sus fracasos y éxitos, grandes o modestos aportes que al final, en la perspectiva cósmica de la especie humana importará poco si son anónimos o tienen autoría. Como diletante de la divulgación científica, creo que es de suma importancia, en el tratamiento biográfico, la mayor objetividad posible para evitar la distorsión que con el paso de los años se tiende a ver el pasado y a dividir los personajes estudiados entre buenos y malos en la mejor tradición hollywoodense.

¿Dónde podría radicar la falla? Sé que es temerario adelantar esta hipótesis, pero arriesguémonos.

Al Dr. Carl Edward Sagan se le llegó a criticar de comerciante de la ciencia y para nadie es un secreto que sus iniciativas le reportaron beneficios astronómicos (disculpen la figura tan obvia). Muchos libros de ensayos e incluso una novela, serie televisiva, proyecto de película (Contacto de Robert Zemeckis), infinidad de artículos periodísticos, etc. le dieron fama y riqueza: el propio Sueño Americano, pues. Pero, aparte su reconocido carisma, demostró en sus diversas empresas un conocimiento profundo de la ciencia, su filosofía humanista y una visión original y honesta del mundo y su devenir, al punto de llegar a ser un crítico feroz de las políticas guerrstas de su país, militante por la paz y la conservación del planeta. Su pensamiento independiente se dejo colar libre en cada una de esas empresas de divulgación.

A Carl Sagan no se le hubiera ocurrido dar tal tratamiento a Robert Hooke por la sencilla razón de ser una persona que, como lo demostró siempre, estuvo alejado de cualquier maniqueísmo, ni siquiera en los momentos más álgidos de la Guerra Fría tomo posición política demostrando prejuicios ni estereotipo algúno. Manejando con rigurosidad científica un conocimiento erudito dio, en su programa, en los numerosos libros y los cientos de artículos escritos, el más objetivo juicio de las personas y eventos reseñados.

El caso de este nuevo Cosmos es diferente. Quizás Neil deGrasse Tyson tiene credenciales suficientes, tan o más amplias que Sagan y es posible que sea también asesor científico del programa de National Geographic, no lo sé. Pero es solo el invitado para su presentación, no es “el viaje personal” de Sagan, es el viaje de la nave de National Geographic para la cual han contratado a Tyson para que la conduzca, y por supuesto, entre uno y otro viaje, aunque los objetivos parecen los mismos, media las leyes del mercado del espectáculo con muchos efectos especiales y dibujitos animados, pero...

 

jutor2000@gmail.com



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Juan Torres Rodríguez


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