A propósito de la propuesta del subsistema de Telesalud

De las tecnologías libres a las tecnologías como bien público

Muchas veces escuchamos que lo que caracteriza al software libre es la posibilidad de obtener el código fuente de los programas informáticos. A veces, nos explican que el software libre es tal porque puede descargarse y compartirse gratuitamente de cualquier repositorio destinado para ello. Tanto en los casos del software como del hardware, el adjetivo de “libre” supone la posibilidad de acceder a la documentación y al código sin la obligación de sortear obstáculos técnicos, jurídicos, y financieros. De este modo, el acceso a la información del desarrollo tecnológico supone una oportunidad para compartir conocimientos y, por lo tanto, una palanca para la superación de desigualdades políticas y económicas en donde sea requerido.

Pero quienes hayan experimentado el mundo de las tecnologías libres saben que este tipo de definiciones omiten una de sus características más importantes: la formación de comunidades de desarrolladores y usuarios. La existencia de códigos y repositorios supone la existencia de seres humanos que las desarrollan y las mantienen; así como una comunidad de usuarios que participan a través de sus requerimientos, levantando reportes o trabajando voluntariamente como co-desarrolladores de los proyectos. De este modo, lo que hace que el software libre sea trascendente para todos, más allá de la posibilidad de instalar software sin costo de licencia, está en la oportunidad de acceder a los canales de comunicación de los productores-usuarios del conocimiento.

Las tecnologías libres, en cuanto que suponen la posibilidad de crear comunidades que fomenten el desarrollo de sistemas adaptados a fines específicos, representan un espacio para confrontar cara a cara el sentido político de la generación de sistemas tecnológicos. No es que los desarrollos “privativos” carezcan de contenido político, sino que su desarrollo está subordinado a las necesidades de compra-venta del mercado; mientras que, en el caso de las tecnologías libres, la utilidad pública de un sistema tecnológico es expresión directa de la voluntad de la comunidad de desarrolladores y usuarios que lo acompaña.

Por estas razones resulta importante acompañar la discusión sobre la creación del subsistema de telesalud en Venezuela, originada a propósito de la consulta pública sobre el proyecto de Ley que establece sus fundamentos como parte del sistema nacional de salud1. La “telesalud” es definida en esta propuesta como un: “conjunto de acciones, actividades y herramientas dirigidas y organizadas con propósitos educativos, de investigación, vigilancia epidemiológica, asistencia médica, gestión de programas y trabajo en salud pública, realizados a distancia y asistidos por tecnologías de información y comunicaciones, y desarrolladas por servidores competentes en el área de salud” (art. 5). El objetivo del proyecto es introducir tecnologías de comunicación e información en los procesos de gestión y prestación del servicio de salud; en especial, en áreas como educación, práctica de la medicina, consultoría entre profesionales, consulta médica, diagnóstico, atención y administración de los sistemas de salud.

Puesto que el proyecto contiene una definición amplia del concepto de tecnologías de comunicación e información2, puede suponerse que el apoyo del subsistema de telesalud orientará el sistema de salud hacia un modelo abierto y distribuido, apoyado en la reformulación de procesos clave y en la asistencia de herramientas que ayuden a facilitar la atención a los ciudadanos. Se espera que esto redunde en la prestación de un servicio más transparente y participativo y, por tanto, más eficiente y de mayor justicia social.

Entre las observaciones que pudieran hacerse al proyecto de Ley, nosotros haremos énfasis en lo siguiente. La Ley de Telesalud debe encontrarse en armonía con lo que se establece en la Ley de Infogobierno (que entrará en vigencia en agosto de este año), en el sentido de que los procesos de adopción de tecnologías que sean manejados desde la administración pública deben dar prioridad al software y hardware libre. Tal es lo que corresponde también con el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación, que establece en el Objetivo Estratégico 1.5.3. la obligación de “impulsar el desarrollo y uso de equipos electrónicos y aplicaciones informáticas en tecnologías libres y estándares abiertos”. De este modo se creará un refuerzo positivo entre la iniciativa de implementar procesos afines al infogobierno basado en tecnologías libres y la implementación de tecnologías de información y comunicación en los servicios de salud.

Visto de esta manera, el fin ideal del proyecto no debe ser solamente integrar las telecomunicaciones en el sistema de salud – lo cual no es desdeñable – sino abrir el servicio de salud a la implementación de herramientas y modelos organizacionales abiertos que conjuguen los valores del libre acceso al conocimiento con la directriz de responder a las necesidades sociales de los ciudadanos, de una forma que nutra la independencia tecnológica y cultural de la Nación.

¿Cuáles podrían ser las ventajas de enfocar el subsistema de telesalud desde la óptica de las tecnologías libres? Por una parte, es conocido que el software libre supone ciertas ventajas económicas en cuanto que se suprime el pago de licencias de uso, lo cual genera beneficios presupuestarios que, además de servir a la racionalización de costos, pueden revertirse en el apoyo a colectivos sociales, cooperativas y pequeñas empresas que proporcionen soporte técnico y entrenamiento para la adopción de alternativas tecnológicas libres.

Por otra parte, hoy día existen alternativas tecnológicas libres que son utilizadas por los servicios de salud en muchos lugares del mundo, por lo que están siendo probadas y existe una comunidad de usuarios que las respalda. Un caso icónico es GNU Health (http://health.gnu.org/), el cual es definido como un sistema de información para hospitales y servicios asociados a la salud, y es utilizado por organizaciones como la Universidad de las Naciones Unidas. Además, algunas de las distribuciones de software libre más conocidas, como Debian y Ubuntu, se han encargado de recoger en sus repositorios las aplicaciones de software libre que sirven para la gestión y prestación de servicios en los centros de salud, con proyectos como Debian Med (http://www.debian.org/devel/debian-med/) y Ubuntu Med (http://ubuntuguide.org/wiki/Ubuntu-Med_FAQ) respectivamente. Incluso pueden encontrarse listados independientes sobre este tipo de programas y sus diferentes aplicaciones3.

No obstante, si bien la adopción de telecomunicaciones debe apuntar a optimizar procesos del sistema público de salud, somos de la idea de que el mayor impacto de la introducción de tecnologías libres está en la posibilidad de impulsar la transformación integral del propio sistema. La tecnología no debe servir para automatizar aquello que de todos modos puede mejorarse, sino que debe contribuir a que se revisen y se transformen radicalmente los procesos de salud pública. En cuanto que “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado”, las tecnologías con sentido político que sean implementadas deben apuntar a revolucionar los espacios de prestación del servicio público de salud, y no simplemente a automatizar procesos arraigados en modelos culturales, profesionales y administrativos que es necesario superar.

Esta dimensión se nos abre una vez que reconocemos la importancia de integrar modelos organizacionales abiertos como parte de la introducción de tecnologías libres. El establecimiento de comunicaciones de forma sincrónica, asíncrona y distribuida, contribuye a que se desplieguen nuevas modos de relaciones entre los médicos y los pacientes. Diseñados reflexivamente, los nuevos sistemas de gestión deben ayudar a modificar el carácter de las relaciones sociales en el seno del sistema de salud, de forma tal que pueda minimizarse la distancia entre profesionales de distintas áreas y ciudadanos comunes, para introducir formas de coordinación y articulación social basadas en la transparencia y en la colaboración.

Los valores y las prácticas de colaboración asociados al conocimiento libre pueden ayudar a la conformación de modos de educación, consultoría profesional, consulta médica, tratamiento, gestión y administración que sean más horizontales y abiertos, y que, al estrecharse los vacíos abiertos por las convenciones burocráticas y por el celo sobre el saber práctico, sean al mismo tiempo más eficientes y democráticos y, en suma, socialmente más justos. Imaginemos, por poner un ejemplo, la posibilidad de construir colectivamente bancos de conocimientos sobre afecciones endémicas en repositorios de acceso libre debidamente certificados, apoyados por la experiencia de comunidades de médicos y de usuarios del sistema de salud. Esto podría ayudar a mejorar la prevención y el tratamiento de tales enfermedades en poblaciones humanas determinadas. Para realizarlo, deben implementarse adecuadamente estrategias de interoperabilidad de sistemas duros y humanos, que incluyen la utilización de tecnologías de comunicación pero no se encuentran limitadas a ello.

La creación de comunidades de conocimientos puede nutrir también la posibilidad de fortalecer un sistema de farmacología abierta que busque dar respuestas a las necesidades sociales y que escape de las presiones de la propiedad mercantil sobre las fórmulas de los medicamentos. La farmacología abierta puede ayudar a superar las limitaciones creadas por el mercado y la industria farmacéutica para la justa distribución de medicamentos, en el mismo sentido en que las antiguas boticas facilitaban la preparación local de medicamentos y contribuían sin proponérselo al aseguramiento de la salud pública4.

La implementación de tecnologías libres debe considerarse más que una oportunidad para optimizar tareas de procesamiento y transmisión de información, aunque las mismas constituyan una parte imprescindible de la transformación del sistema de salud. La salud es un bien público que se construye colectivamente con el protagonismo de las comunidades organizadas y con el apoyo sustantivo de la administración estatal. En cuanto que hablamos de tecnologías libres que responden a un fin político afirmativo, que se encuentran fundadas en un conocimiento soberano y que tienen el carácter de inclusión social que debe tener el sistema público de salud, dichas tecnologías toman este mismo sentido y se convierten en tecnologías de bien público y para el bien público.

1El proyecto puede descargarse de la dirección: http://conocimientolibre.cenditel.gob.ve/files/2014/05/LEY-TELESALUD.pdf. Parte de la consulta se está realizando a través de medios digitales que fomentan la participación directa, como en el caso de: https://redpatria.org.ve/telesalud/

2En el documento se definen tecnologías de información y comunicación como: “Tecnologías destinadas a la aplicación, análisis, estudio, y procesamiento de forma automática de información. Esto incluye procesos de obtención, creación, cómputo, almacenamiento, modificación, manejo, movimiento, transmisión, recepción, distribución, intercambio, visualización, control y administración, en formato electrónico, magnético, óptico, o cualquier otro medio similar o equivalente que se desarrolle en el futuro, que involucren el uso de dispositivos físicos y lógicos, facilitando la gestión de información rápida y segura” (art. 5 n° 10).

4Samán, E. (17/05/2014) “Soberanía y producción artesanal de medicamentos”. En: http://www.aporrea.org/tecno/a188272.html

 

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Santiago José Roca


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