El médico social integral, ¿es realmente nuevo?

A propósito del artículo aparecido en la página de aporrea.org, donde un colectivo manifiesta su preocupación por la suspensión de los programas de especialización de los médicos integrales, considero pertinente manifestar mis dudas en cuanto al cambio de paradigmas en la formación de los médicos en este país.

Una vez escuché el planteamiento hecho por la ministra de salud de turno, cuando en un acto público, manifestó que ahora se preparaba el ministerio para emprender un ambicioso programa de formación de especialistas, el furor manifestado por la audiencia dejó entrever que la formación de estos “nuevos médicos”, esta supuesta nueva concepción, no es tal, puesto que es manifiesto el deseo de especialización en ellos.

Este colectivo en esta opinión publicada y, luego desaparecida, el día de hoy lunes 12 de agosto de 2013, manifestaba que la especialización era imprescindible para preservar la salud del pueblo.

A no ser que se trate de específicos problemas tales como accidentes, emergencias, problemas congénitos, etc., el médico verdaderamente revolucionario no se preocupa por las pequeñas parcelas del cuerpo de sus pacientes, sino más bien, por la persona integral, por oír sus preocupaciones, sus angustias y para brindar apoyo confiando en las capacidades del cuerpo humano para mantener su equilibrio, es decir, recuperar su bienestar.

La preocupación por la especialización podría estar relacionada con la nueva ideología de la medicalización, donde cada síntoma, cada morbilidad, es interpretada como enfermedad susceptible de ser tratada por un especialista; el individuo como totalidad es despreciado, la relación entre su estatus socioeconómico y las perturbaciones o molestias mentales o físicas no son tomadas en cuenta por los especialistas; ellos sólo se preocupan por parcelas: por un riñón, un pulmón, un corazón, unos ojos, etc. El sujeto integral como tal no puede ser contemplado por este especialista, dado que él ha sido alienado al mirar al ser humano parcelado, por partes, no como una totalidad.

La nueva visión, el nuevo médico, debería ser totalmente distinto al médico tradicional de las sociedades de consumo, capitalistas; sin embargo, la influencia y el poder de la Organización Mundial de la Salud es tan inmenso que, incluso en países no capitalistas, sus doctrinas, sus prejuicios, su moralismos, son seguidos y sus normas aplicadas como un Evangelio.

El médico nuevo, el auténticamente revolucionario, entiende que la medicina cura poco o nada, que su función principal es aliviar el sufrimiento y las molestias para que el pasaje a la muerte sea más llevadero. No transporta el prejuicio y la prepotencia de creerse capaz de prolongar la vida más allá de lo biológicamente estipulado. Debe entender que la mayoría de las enfermedades no tiene cura, que la medicina sólo puede aportar, en la mayoría de los casos, mejoría de los síntomas, restitución de algunas funciones.

El nuevo médico debería entender que a los pacientes, o mejor dicho, a las personas, debe enseñárseles que la mayoría de las molestias y perturbaciones que presenta el cuerpo humano son normales, que no necesitan ser medicalizadas, que el cuerpo humano tiene las capacidades para encararlas y volver al equilibrio. No debe caer en la tentación de dejarse arrastrar por la ideología de la epidemiología de los factores de riesgo, que sólo contribuye a convertir a los seres humanos en víctimas, en corderitos, siguiendo su pastor, en este caso, su médico.



ebracho58@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1698 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter