Una casa para Kenny

Kenny: El niño zuliano disfruta de la casa que le regaló el presidente Chávez

Credito: Kenny Attow

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La familia

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Kenny primera

Kenny primera

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20 Ene. 2013 - Entre aquella tarde del 22 de julio del año pasado en la que Kenny Primera saludó al Presidente de la República, y el momento actual, muchas cosas han pasado en la vida del pequeño. El niño, de siete años de edad, es el más famoso del sector Punta de Leiva del municipio Miranda del estado Zulia.

El contacto que tuvo con el Mandatario Nacional no solo marcó su vida, sino también la de sus vecinas y sus vecinos, quienes en un “abrir y cerrar de ojos” ahora disfrutan de casas nuevas a orillas del Lago de Maracaibo.

Punta de Leiva es un pequeño poblado ubicado en la entrada del municipio Miranda, en plena vía de la carretera que une al sector costero con el Puente Rafael Urdaneta. Está ubicado a poco más de 100 kilómetros de Maracaibo.

La autopista angosta, llena de reductores de velocidad, se caracteriza por tener vendedores ambulantes que ofrecen café, mamones, cachapas con queso y agua mineral de manera informal a los conductores que pasan; sobre todo, cuando se detienen frente a uno de esos “policías acostados”.

El buhonerismo forma parte de la vida de algunos, quienes toman en cuenta el fuerte tránsito que hay en la vía, gracias al flujo vehicular que va desde Cabimas, Ciudad Ojeda, Lagunillas y Bachaquero hasta Los Puertos de Altagracia, pero también por ahí pasan los que viajan desde Maracaibo hacia una zona caracterizada por el desarrollo de la petroquímica El Tablazo, una de las importantes del estado Zulia.

Kenny Primera solía acompañar a su papá a vender mamones en la calle. Su inocente deseo de ser militar cuando sea grande y la disciplina en los estudios (en la actualidad está en segundo grado) le han permitido conocer al presidente Hugo Chávez; por lo tanto, cuando lo tuvo en frente no dudo en reconocerlo.

LA REALIDAD

La tarde del 22 de julio de 2012 puso a prueba su conocimiento, y sin asombro tuvo la oportunidad de parársele firme al Mandatario y saludarlo.

“Yo no me sorprendí. Yo sabía que era él; por eso, cuando lo vi, no me dio pena y lo saludé”, dijo Kenny cuando el Correo del Orinoco le preguntó sobre ese momento.

El niño de siete años, presintió que Chávez pasaría cerca de su casa. Varias motos que servían como escoltas y otras camionetas le informaron que algo extraño sucedía en la calle donde se encontraba.

El Presidente tenía que acudir a la planta petroquímica Ana María Campos, ubicada en los Puertos de Altagracia; por ello, su paso sería fugaz por la curva de Punta de Leiva.

Pese al poco tiempo que tenía, la camioneta en la que viajaba Chávez se detuvo en uno de los reductores de velocidad. El Jefe del Estado bajó el vidrio del puesto trasero de su carro y al verlo, Kenny se le cuadró y lo saludó al estilo militar.

“Me preguntó por mi edad, le dije que siete y también le respondí que había pasado a segundo grado. Enseguida me dijo que me daría una beca de estudio”, agrego el chiquillo, al hacer un recuento del momento.

El niño fue como una especie de enganche para que el Presidente atendiera a otro grupo de personas. Kenny también le señaló el lugar en el cual vivía y Chávez se dio cuenta de que habitaba en un rancho compuesto de madera, en un terreno sin asfalto y cuya máxima atracción es la vista que hay hacia Maracaibo, con el lago como alfombra.

Horas más tarde, Chávez les habló a varios de sus funcionarios y les recordó que a la gente “había que atenderla y buscarle solución a sus problemas”

Pese a que se quedó con las ganas de tomarse un café con Deninson Primera, padre de Kenny, pudo ver desde el carro las condiciones en las que vivía la familia.

BENEFICIOS

“Chávez no solo se fijo en mi casa. También miró el sector y se dio cuenta de que habían varios ranchos; por eso, los mando a cambiar todos”, explicó Primera.

“Acá a veces ni llegaba la luz. Los servicios no funcionaban bien, pero después de esa visita, todo cambió”, agregó

Las instrucciones del Presidente se cumplieron en apenas tres meses. En la actualidad, un portón blanco con un letrero que dice “por favor cerrar si lo abren”, sirve como presentación a una vereda que tiene siete casas.

La calle ya no es de tierra; el asfaltado alivió el polvorín que levantaba la brisa proveniente del lago.

Kenny Primera no solo sigue asistiendo a la escuela, sino que tiene un cuarto aparte, uno de los tres que tiene la llamada Petrocasa construida y que forma parte de un pequeño complejo habitacional, cuya inversión llegó a los 800 mil bolívares facilitados por Pequivén y la Alcaldía de Miranda.

“Eso que hizo Kenny nos benefició a todos. El Presidente no solo vio su rancho”, dijo Yunetsy González, una joven de 22 años, quien esperaba su esposo en horas del mediodía para almorzar.

“El Consejo Comunal me censó. Cuando me dijeron que aprobaron las siete casas y que entre esas estaba yo, me emocioné mucho, ya que jamás pensé que podría tener un hogar como este en tan poco tiempo”, agregó.

La chica vive en la última vivienda, la cual está, literalmente a orillas del Lago de Maracaibo.

González es vecina de los Primera, pero también de Jhonatan Navarro, padre de dos hijos y quien trabaja como chofer.

El hombre explicó que desde esa tarde “la comodidad llegó a su hogar”.

“Yo no gano lo suficiente para tener una casa como esta; por eso le doy gracias a Dios por Chávez”, recalcó Navarro, de 31 años de edad.

Antes del 23 de julio, Navarro vivía en un habitación con su esposa e hijos, a 50 metros de donde tiene su casa nueva. El techo era de plástico; el calor los agobiaba y el espacio era muy pequeño.

“Lo que pasa es que cuando Chávez atendió a Kenny, gente de la comunidad llegó y expuso sus problemas. Yo no estaba, me hubiese gustado saludarlo; sin embargo, siempre saco tiempo para pedirle a Dios para que se mejore. Chávez tiene que levantarse”, agregó Navarro.

MÁS AYUDA

Kenny sonríe cuando le recuerdan lo que hizo. Aunque está lejos de analizar lo que logró cuando se le paró firme al Presidente, goza cuando recuerda la anécdota, la misma que también le dio la oportunidad para aparecer en una valla con su casa entregada, que está ubicada al lado del portón blanco.

“Yo no lo podía creer cuando lo vi. Kenny, es así, penoso para algunas cosas, pero salido para otras. Lo bueno de esto es que se beneficiaron todos los que estamos en este sector”, refirió Dairelis Menco, madre del niño.

Menco no ha dejado de trabajar como doméstica en distintas casas de familia; sin embargo, ya no debe dedicar tanto tiempo a esas labores debido a que su esposo presta servicios en una contratista que sirve a Pequivén.

La venta de mamones y café quedó para el recuerdo, ya que el mismo Presidente le prometió a Deninson un trabajo más formal, promesa que se cumplió a las pocas semanas cuando lo llamaron de la empresa petroquímica.

La dinámica le cambió al núcleo familiar; de hecho, cuando el Correo del Orinoco los visitó, Primera descansaba ya que “estaba tumbao por la virosis”, como él mismo lo explicó y Dairelis cuidaba de Kenny, su hermanita Daylín y su sobrinas Keily y Cristal.

“Me agarraron en cama, porque esta gripe no la aguanto, pero es imposible no atenderlos”, explicó Primera.

Parte de su labor como trabajador es hacer trabajos de albañilería y arreglos de infraestructura. Le gustaría quedar fijo.

“Eso el Presidente no lo sabe, pero sí me gustaría quedar fijo en un mismo lugar. Pertenecer a una empresa que me permita trabajar de manera completa”, agregó.

Aunque la beca prometida para Kenny no se materializó, la familia está agradecida con el Jefe del Estado.

“Dos semanas después que vi a Chávez, él me llamó por teléfono y me dijo que me ayudaría con todo eso, pero el contacto se cortó. Siempre le pido a Dios por su salud y no me arrepiento de besarle la mano cuando lo vi en la camioneta”, recalcó Primera.

ORACIÓN

En medio del momento difícil que vive el presidente Hugo Chávez, la familia de Kenny no pierde la fe. Por el contrario, en lugar de tristeza hay esperanza.

La familia Primera confesó que todas las noches hace una especie de altar de oración para pedirle a Dios por el Mandatario.

Los cuatro asisten a la iglesia evangélica Luz del Mundo y en medio de su disciplina hogareña hay un espacio para no dejar de orar por sus necesidades y por la salud de Chávez, además de rendirle “adoración y alabanza a Dios”.

“Todos los días le pido a Dios por el presidente Chávez”, dijo Kenny. Dairelis explicó que, en el templo, los creyentes también elevan sus peticiones por el Presidente.

“Yo estoy seguro de que Chávez se va a levantar. Él va a salir de esta situación , estoy seguro de eso”, recalcó el jefe de familia.

La práctica espiritual no solo la hace la familia Primera-Menco. Vecinas y vecinos también dijeron que dedican parte de su tiempo para orar por la salud del líder.

“Dios sabe que el comandante no se nos puede ir. Todas las noches le pido a Dios por su recuperación”, refirió Aura Parra, vecina y tía de Dairelis. Yunetzi agregó que siempre estaba pendiente de las noticias que daban sobre el Presidente.

LA VIDA CAMBIÓ

Una mañana cualquiera en la semana, Kenny Primera asiste al Colegio General Luis Celis. En la tarde perfecciona su aprendizaje en otro recinto educativo cercano, en el cual lo ayudan en sus tareas dirigidas, las cuales comenzó a hacer a raíz de que tiene un cuarto para él solito en el que puede estudiar tranquilo.

De vez en cuando lee el mensaje que tiene el cuadro que está arriba de su cama, en el cual está enmarcada una foto del presidente Chávez con otros dos niños.

“El conocimiento es el primero de los más grandes poderes que debe tener un pueblo”, es el escrito que figura en el retrato.

Por los momentos todavía no hace alguna actividad complementaria. Espera iniciarla, aunque mantiene la idea firme de ser militar, como dos de sus tíos, quienes se asimilaron y luego pidieron la baja.

Deninson trabaja cuando lo llaman de la contratista, Dairelis se ayuda con los trabajos domésticos y el resto de sus vecinos responden a una rutina llena de trabajo, pero con la ventaja de que pueden llegar a un espacio en el que descasan y comparten entre ellos.

Solo Jhonatan Navarro dijo que necesitaba un trabajo para completar los beneficios que le dio la Revolución; no obstante, está a la espera de que “le salga un empleo mejor para dejar de ser chofer de tráfico”. Esa será su próxima meta, pero hasta los momentos, las familias que viven en las siete casas, ya no sufren la fuerza del viento que llega desde el Lago de Maracaibo. Sus casas ya no tienen paredes de madera.


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