Domingo de resurrección

Una señora sale de un viejo barrio pobre de Los Chaguaramos, son casi las once de la mañana, apura el paso, falta poco para comenzar la santa misa católica. Ha hecho los oficios de su domingo de resurrección. Los muchachos han comido. Tras ella un vecino en sillas de ruedas sale a la calle a pasear sus sueños. La señora sonríe mientras entra al recinto, saluda a sus conocidas. En una hora regresara a su barrio de siempre a orillas del río Guaire. Recuerdo que en mis tiempos del pregrado en la UCV, conversaba con gente amiga de allí. “Aquí somos como una familia, pero ojala pudiéramos vivir mejor”. Ojala, oja dios, oja revolución. “Oja” significa “quiera”.

En un parquecito al lado de la autopista, las hojas otoñales recubren el suelo, un joven adulto hace paralelas, un muchacho, sentado al borde de una jardinera, aguaita las copas de los árboles. En un banco de madera un viejo hombre escucha música popular en un radiecito de pilas. Las melodías hacen armonía con el espacio otoñal. El anciano hombre lleva barba blanca poblada, pareciera parte del paisaje. Cuando en la emisora pasan a dar un boletín sobre el regreso de los temporadistas vacacionales, el hombre automáticamente pasa el dial a otra emisora de igual corte. El es el “guardián” otoñal de aquel parque cubierto de hojas secas. El muchacho de la jardinera lo mira con cierto agradecimiento por mantener sonando aquellas canciones. Basta un radiecito de pilas en aquel descuidado parque para ser feliz sin necesidad de pensar.

En un antiguo expendio de comidas rápidas con mesas en la calle hay pocos comensales. Un hombre, a todas luces indigente, se sienta en la mesa más alejada del dependiente, alguien ha dejado un periódico allí. El hombre de la calle lo ojea con un aire señorial. Su rostro sucio y barbado se adorna con una sonrisa que bien quisiera para sí el cura que dio la misa de once. Un tipo joven que trota por allí, se medio detiene y le pregunta “cómo estás, ya comiste”. El risueño mendigo, filosofo de la calle, le responde con gran alegría “todo bien, ya aquí comimos, por ahora, pasa en la tarde”. Y continua vacilándose el diario mientras cruza sus piernas.

Una dama indigente se acaba de bañar a orillas del Guaire. Por su gestualidad se adivina que su cabeza le dice cosas a su manera. Se ha creado su propio mundo. El señor que salió en sillas de ruedas del barrio se acerca, se coloca a su lado en actitud protectora. Es una mujer joven. Oja Misión Negra Hipólita. El río está, por supuesto, sucio, hay mucha basura que han arrojado desde la parada de autobuses. No se como van los trabajos para que algún día la gente se pueda bañar en él como Dios manda, en aguas cristalinas. Oja ministerio del ambiente.

A dos kilómetros de un pueblito del Guárico, una señora camina con dos niños y una niña, también a la misa de resurrección. Si tiene suerte alguien le dará “la colita”. Lo bueno es que el recio sol aún no calienta, aunque si estará picante al regreso. Los muchachitos no son de ellas, pero los “cría” desde pequeños. Los encontró abandonados. “Los mantengo con lo que 300 bolívares que me manda mi hija de Zaraza y lo que sembramos en la parcelita”. La casa donde vive la señora, con los pequeños, no tiene electricidad. Los infantes van a diario a la escuela. Por la nochecita, como los santos medievales, estudian con velas. Un día, un accidente hizo que se quemara un colchón. A Dios gracias, no pasó de ahí. Al lado de su parcelita un amigo del alcalde, ahora tiene un terreno donde dicen que habrá un “bar restaurante con todo tipo de recreación para hombres”. El amigo del alcalde está construyendo. Pusieron en la línea de CADAFE un transformador para que pudiera electrificar su propiedad. Se le pide “una colita” para la casa de la buena señora, y contesta “Como no. Claro me pagan la parte que corresponda, porque yo pague por esto”. Oja el alcalde, oja el gobernador Lara, oja Cadafe, ojala volviera la solidaridad.

Obama visita al ejército invasor en Irak, luego llega a EEUU y celebra la última cena de Jesús. Seguidamente pide al Congreso incontables millones de dólares para proseguir la guerra en Afganistán y en Irak. El domingo de resurrección los curas y pastores cristianos de los ejércitos invasores, celebran las pascuas. El lunes recomienzan los bombardeos. En el mundo condenaremos y rezaremos. Pero yo lo cantó Ali Primera “No basta rezar” “...también reza el soldado cuando monta en el avión para ir a bombardear a los niños”.Y no basta condenar. Ojala una revolución mundial. Voy que corto

reibol@gmail.com


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Reinaldo Bolívar

Investigador, fundador del Centro de Saberes Africanos, vicecanciller para África

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