¿Que pasa con la salud en el Táchira

Siempre en cualquiera de los temas que abarrotan la política venezolana, se presentan las aristas de los mismos, de acuerdo al cristal con que se mira y con la posición ya tomada por sus actores.

Hace falta mayor conciencia individual, colectiva y memoria de lo que históricamente ha vivido Venezuela en el tema de la salud, después de 1958 hasta nuestros días.

Para los tachirenses el mejor espejo en el sistema público de salud lo representa esa extraordinaria obra de tanto impacto social como lo es el Hospital Central de San Cristóbal, construido en la dictadura de Marcos Evangelista Pérez Jiménez, este hospital dada su importancia estratégica, ha sido blanco de quienes interna y externamente han jugado a su mal funcionamiento en los gobiernos de la IV y V República, es bueno referenciar también, los ambulatorios, hospitales y medicaturas, que existen en toda la geografía de la entidad.

Los propios dirigentes políticos que han gobernado este estado, reconocen en privado la dificultad para sacar adelante el sistema público de salud, por los intereses económicos y hasta políticos que ello representa; recuérdese siempre, que la salud en Venezuela se fue convirtiendo en un bien transable y en consecuencia en un negocio muy rentable y lucrativo, el paciente pasó a la situación de cliente.

Venezuela fue transitando por un camino donde el sistema público de salud paulatinamente se fue deteriorando, para dar paso a un sistema privado de salud de  calidad, pero imposible y muy difícil de acceder por los ciudadanos de menores recursos; hizo su aparición los sistemas privados de seguros quienes hicieron su agosto, sobre todo con las pólizas del sector público, con una caída y mesa limpia; estas pólizas han servido para lo decente e indecente.

Aquí la salud ya es un bien transable económicamente hablando, si hay plata, se puede recurrir al sistema privado de salud, muy oneroso por cierto y donde el juramento de Hipócrates anda en muchos casos, en las chequeras y cuentas bancarias.

Es lógico pensar que en un sistema democrático de gobierno, hay la libertad de elegir entre un servicio de salud público o privado, dependiendo de la condición económica del ciudadano, pero debe también haber un mínimo de solidaridad con los desposeídos de medios económicos; es incongruente que el Estado asuma casi en su totalidad el costo de formar a un profesional de la salud y que luego, ese Estado que tiene también la obligación constitucional de proveer de salud pública y gratuita a sus ciudadanos, se vea en este callejón casi sin salida.

Desarrollar un nuevo un sistema público de salud acorde con los actuales tiempos, parece una tarea titánica y casi imposible, porque no hay patrón de medida ni comparación alguna entre lo que un profesional de la salud  devenga en el ejercicio libre y privado, frente a lo que el Estado le puede pagar por sus servicios profesionales.

Abrir un gran debate nacional con todos los involucrados en el tema del sistema nacional de salud es el deber ser, buscando formas y maneras de darle de una vez por todas solución real a este problema de alta monta, donde la mayor inversión del Estado vaya a la medicina preventiva y no como ocurre hoy, que va a la medicina curativa.

No es plausible que un paciente ingrese por una patología “x” al servicio privado de salud y una vez que se consume su seguro y hasta sus ahorros y prestaciones sociales, si es el caso, lo entregan a sus familiares para que vaya al sistema público de salud a seguir su tratamiento.

Las misiones en el área de salud que implementó el Presidente Chávez, no fueron producto del azar, allí privó el interés y la obligación del Estado de responder constitucionalmente por la salud de sus ciudadanos, sin embargo se conoce todo lo que ha sucedido y la diatriba política que ha generado tal iniciativa; por otro lado no hay que satanizar el sistema privado de salud como ocurre regularmente, hay que abrir los espacios para el debate y el dialogo sincero, pero no donde hayan dos opiniones “la mía y la equivocada” sino donde prive el fin supremo de que el pueblo en general, goce de buena salud.

 

humogria@gmail.com



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Juan Alberto Sánchez García


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