Espartaco

Las trancas en la Falcón-Zulia

Las comunidades del occidente del Municipio Miranda, desde hace muchos años, han tenido como mecanismo de lucha, el de trancar la carretera Falcón-Zulia. El problema que más ha originado la interrupción del tránsito, es el de la falla en el suministro de agua. Aprovechándose de esa necesidad de las comunidades, en el pasado, se hicieron grandes negocios en los alquileres de camiones cisternas, que en muchos casos, sin control en la distribución, cobraban como si le echaran agua a todas las casas, cuando en realidad, solo lo hacían a familias privilegiadas, o redondeaban ganancias, cuando revendían agua a otras, haciéndose de un doble negocio.

Como política de la Alcaldía en el lapso 2000-2008 (periodos que ejercí como Alcalde), se trazó la búsqueda de fuentes de agua subterráneas, en el eje Santa Rita-Carazao, razón por la cual, se le catalogó como una locura (por parte del super poderoso ministro de la época, Luis Miquilena) al momento de introducir el proyecto para el financiamiento ante la Ley de Asignaciones Económicas Especiales. La locura se convirtió en una realidad, ya que los resultados fueron los esperados, consiguiéndose un gran reservorio de agua, con características buenas, ya que según estudios realizados por HIDROFALCON, el agua solo presenta la dureza total (uno de los valores que la definen como potable) ligeramente alto. Posteriormente, un grupo de estudiantes de química (IUTAG), a través de una tesis de grado, logró obtener que al calentarla hasta 38 ºC, se potabilizaba. Se le solicitó a la hidrológica, para que como ente rector procediera a realizar ensayos a temperaturas desde 36 ºC hasta 40 ºC y certificara los resultados obtenidos. La hidrológica nunca dió respuestas.

Se perforaron pozos en Santa Rita (1), El Brasil (1), El Limoncito (4), Las Puentes (1) y Carazao (1). Muy buena la producción de agua en cada pozo.

La segunda fase de la ?locura? fué el equipamiento de los pozos, incluido un llenadero para camiones cisternas; interconectar a través de una aducción los pozos de El Limoncito, construcción de los almacenamientos de agua, de la red del acueducto de Agua Viva y la conexión a los almacenamientos de la red acueducto proveniente de Sabaneta, lo que garantizaría el suministro hacia la Zona de Carazao, en donde con posterioridad, se construiría un nuevo almacenamiento de agua, para aprovechar el pozo perforado en ese caserío.

Se hicieron peticiones para aunar esfuerzos para el aprovechamiento de las aguas existentes en las entrañas de la tierra de esos sedientos pueblos. Completa apatía hacia el desarrollo del proyecto. El Acueducto Bolivariano tenía embriagada a todas las instancias como la gran solución. Aparecieron unas plantas de osmosis inversa. Se instaló una en Mitare y luego otra en Barrialito.

Con el concurso de unos profesionales venezolanos de gran experiencia en el tratamiento de agua (por ser personal jubilado del extinto Instituto Nacional de Obras Sanitarias), a partir de los resultados de los análisis de agua, se logró diseñar una planta potabilizadora que se instaló en El Limoncito Abajo, con una capacidad de producción de 10 litros de agua por segundo, que sumándoles a las de Barrialito y Mitare, que según información suministrada por los operadores, producirían 90 y 30 litros por segundo, respectivamente, lo que garantizaría entregar 130 litros por segundo de agua potable (unos cincuenta (58) y ocho camiones cisternas en una hora), caudal suficiente para todos los caseríos, incluidos algunos de Urumaco y Democracia.

El suministro de agua potable a las parroquias foráneas hasta el año dos mil cinco, era una responsabilidad de la Gobernación del Estado. Se concretó un convenio entre la Alcaldía y la Gobernación. Ésta última, transferiría un aporte presupuestario anual y siete (07) camiones cisternas a la Alcaldía. Con unidades de la Alcaldía, se conformó una flota de catorce (14) cisternas, que mediante convenios de corresponsabilidad de gestión se le entregaron a las organizaciones sociales de las parroquias, para que las mismas comunidades, asumieran la distribución de agua potable en sus respectivos territorios.

El pueblo organizado asumió con responsabilidad. Más nunca se presentaron las trancas por falta de agua. Existía un plan de ayuda mutua para las contingencias. Se hacía mantenimiento (preventivo y correctivo) estricto a la flota. Fué una extraordinaria experiencia de la participación popular en la gestión de gobierno.

Llegó la nueva administración y echó a pipote de la basura los convenios. Recogió los cisternas que al poco tiempo desaparecieron y con ellos el preciado liquido. Las plantas de El Limoncito y Barrialito se paralizaron y siguen paralizadas. Los pozos fueron abandonados y desmantelados. Aparecieron de nuevo las trancas en la vía, en estos meses, las comunidades sedientas toman casi a diario la carretera Falcón-Zulia, solo se oye un clamor: ?Agua que tenemos sed?.

Un problema que ya se había superado, apareció de nuevo; como consecuencias: La primera, por la falta de conciencia de la comunidad organizada sobre su protagonísmo en la gestión pública y en la solución de sus problemas, al dejarse arrebatar un derecho conquistado que le había permitido administrar la distribución de agua potable; y la segunda, la más grave, que es la desidia expresada en el abandono de los pozos y de las plantas potabilizadoras de agua.

La Universidad Politécnica Territorial del Estado Falcón ?Alonso Gamero?, en los próximos días, comenzará a tomar algunas iniciativas, para coadyuvar con sus conocimientos técnicos, a la solución de los problemas de las plantas potabilizadoras.



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Rafael Pineda Piña


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