Maracaibo: Nuestro Patrimonio Histórico

El patrimonio histórico en nuestra ciudad no tiene quien lo defienda ni se acuerde de él, salvo mínimas excepciones. Todo obedece según mi humilde criterio a nuestra escasa cultura y a la penetración y dependencia cultural que ha originado un profundo desprecio con el rechazo a lo que signifique y sea expresión de lo nuestro.

El progreso y el avance civilizatorio tecnológico ha generado una especie de vergüenza por lo propio y una aceptación de todo lo que venga de los centros de dominación, así sea basura que desplace todo lo nacional y autóctono. Un ejemplo de esto es el desplazamiento de nuestro acervo musical por ritmos, composiciones y temas extraños sazonados con el mal gusto que contradicen la lógica musical, pero no el comercial, siendo aceptados y admitidos como si fueran parte de nuestro patrimonio cultural rico en expresiones de todo tipo.

En nuestra Maracaibo, donde se pregona un regionalismo mal interpretado e incomprendido, las obras de arte que son el legado de un pasado glorioso están sumidas en el más absoluto y total abandono.

En el centro de Maracaibo existe un museo público expresión de nuestro patrimonio sin que nadie, ni la ciudadanía, ni el estado venezolano lo protejan. Todos asisten silenciosamente a su derrumbe, desplome y muerte, indiferentes al valor cultural de arquitecturas que en otros espacios del universo seguro estoy existirían no solo leyes para preservarlas, además de ciudadanos preocupados en mantenerlas y cuidarlas en nombre de la cultura como acervo humanitario.

Sin pasado vivo no hay presente, dijo el escritor mexicano Edmundo Abreu Gómez. El presente es la última explicación del pasado.

Estoy seguro como testigo del abandono y ruina de nuestro patrimonio histórico cultural que lo expresado por el ilustre escritor latinoamericano no es el espacio donde nuestros coterráneos quieren vivir para conservar tan hermoso y digno patrimonio. Todo se queda en añoranzas del pasado, exaltación de ritos y celebraciones que no son expresión de la memoria efectiva sino de una enajenada y extraña que nos condena estar atados a una falsa y perversa modernización que no resalta el colorido de nuestra ciudad; la música que ya no se vive, ha sido desplazada por ritmos que responden solo al elemento comercial orientado por la radio y la T.V.

Existe una consecuencia desfigurada de lo nuestro, un distanciamiento y añoranza del paisaje, es decir, del paraíso perdido de la ciudad y que solo existe en la nostalgia con una realidad distinta y una visión distorsionada de lo que fue Maracaibo.

Es necesario atar el cordón del tiempo entre el pasado, presente y futuro.

Es indispensable un nuevo amanecer de nuestra Maracaibo con la música de Armando Molero, las gaitas de Ricardo Aguirre, Barrio Obrero, las fiestas de Chinquinquirá, la rica y suculenta gastronomía, la preservación de las obras de arte de la Plaza Baralt y la utilización de sus espacios, la restauración de los edificios y construcciones de los alrededores del centro de Arte Lía Bermúdez, la recuperación de la casa de Pérez Soto donde funcionó el colegio La Presentación. Con esta percepción del tiempo y su fluir se mantiene la efervescencia de todos los maracaiberos para enfrentar los nuevos retos.

Es necesario la recuperación total de nuestra ciudad sin pesimismos ni añoranzas, sino abiertos hacia la posibilidad del futuro.

Te quiero como sois Maracaibo.

Pero deseo verte recuperada, convertida en una ciudad para el disfrute de todos sus habitantes.

 



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