Pildoritas 102 (año VII)

Nuestro añorado Táchira que no volverá

El Táchira, sobre todo su capital, como sabemos es un Estado andino conocido en el tiempo como emporio de productos agropecuarios, por su virgencita de la Consolación de Táriba, el Santo Cristo de la Grita y sus milagros, el Kino, al que se cuelgan aquellos amigos del juego al azar, en su pretensión de acostarse pobres y amanecer ricos, por su futbol a cuyo bello pero maltratado Estadio le llaman “El templo”, por sus ferias, otrora famosas e incluso internacionalizadas, pero devenidas en una feria más porque la política en ellas ha podido más que el interés turístico, el ciclismo como bandera deportiva por su vuelta al Táchira, aun resistiéndose a los pretendidos asaltos de los políticos, por ser la puerta de entrada de quienes huyen de la guerra colombiana llamados desplazados, muchos que sí lo son y otros que se cuelan sin serlo y vienen  con sus intenciones “non santas”, territorio que es fértil para la acción de paramilitares y ex guerrilleros expertos que venden sus servicios para el sicariato, el secuestro y demás delitos, plagado de las llamadas trochas por donde entran las drogas y salen nuestros productos y ahora con las puertas abiertas como ha quedado demostrado, para que le vendan sus servicios a una derecha, de lo más extrema, que no acepta la decisión de la mayoría  y en su desespero pretende el poder con violencia incendiaria como la que hemos vivido, que no termina de apagarse  y que colocó al Táchira en la cúspide de una negativa popularidad, a nivel internacional que le sirvió al canal imperial CNN de fuente para sus pretensiones de contribuir, aquí como en todo el mundo a la causa gringa por conquistar el planeta para sus intereses.

Ahora este pedazo de tierra es más famosa por su participación en hechos repudiables que por sus bellezas turísticas y por todo lo demás que he mencionado.-Unos facinerosos que para nada representan la voluntad de la mayoría del estudiantado, igual que sucede en el país, pero que cuando los medios los mencionan jamás aclaran que son sólo un pequeño grupo, se empecina en mantener vigente la violencia y a toda costa siguen jodiendole la vida a la mayoría de los habitantes, sobre todo de la capital, que cuando salimos a la calle nunca se sabe en qué espacio nos vamos a encontrar con una tranca de sifrinos y que protestando contra la dictadura opresora, ahora destruyen bienes de la Universidad privada Católica del Táchira, cuando deberían más bien defender su derecho al estudio ante unas autoridades que no llaman a clase, pero si cobran religiosamente enormes cantidades por impartir una educación que cada vez se hace más mediocre, ante la pérdida de un tiempo que no se recupera pues ya han vendido su producto como lo que  son: un eslabón mas del capitalismo, al cual el gobierno debería meterle el ojo ya que le tienen asignado un  subsidio millonario que en nada se refleja en beneficio de los estudiantes, que sí quieren estudiar  y que son la mayoría.

En fin nuestro querido Táchira sobre todo su capital, hace tiempo que dejó en el camino el ropaje de cordialidad que le hizo famoso, entre otras cosas por ser cuna de presidentes, unos nada buenos por cierto y ahora icono de la guarimba, la destrucción y la muerte, la gente anda neurótica, con cara de perro, encima de ello, si va manejando, ha de convertirse en un torero de huecos y por la noches casi que en ciego obligado por la reinante oscuridad.

Quienes conocimos y vivimos sus bondades, ahora añoramos aquel Táchira, que no volverá y que hubiésemos querido para nuestros descendientes y que era casi que paradisíaco, antes de que la monedas binacionales se pelearan de tal manera que parecen irreconciliables, pero en perjuicio de la  nuestra que luce humillada y pisoteada por lo que sólo ese hecho ha transformado lo de antaño casi que  en invivible el día de hoy y somos presa y victimas de los “hermanos” del vecino país.



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Saúl Molina


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