Carretera Nacional Valle de la Pascua-El Tigre

Una valla publicitaria con letra pequeña llena de ilusión a los gandoleros que apuntan su gandolas hacia el Oeste, justo en la salida de El Tigre hacia Pariaguán, frente al control policial ubicado antes del Oasis. La misma PROMETE la recuperación con asfalto nuevo de los 225 kilómetros de carretera intraficable que cubren la distancia desde la ciudad de Valle de La Pascua, en el corazón de Guárico, hasta El Tigre, corazón de la Mesa de Guanipa y por ende del estado Anzoátegui. Esto sería una hazaña gubernamental y cuesta creerlo, aún con la benevolencia que nos otorga el sentir chavista genuino y leal al Comandante Eterno. Sentimiento éste lleno de orgullo patrio, nacionalista y de fe en las capacidades de desarrollo y de superación de nuestro pueblo, pero a la vez dolido por la gestión perversa de tantos gobernadores y alcaldes malos, pésimos, incompetentes y traidores, y de ministros de oficina, de adorno e insensibles a la muerte de nuestros hermanos en las carreteras ahuecadas, vencidas en su capa asfáltica e inseguras desde todo punto de vista. Duele decirlo, compatriotas y camaradas, pero nos cuesta creer que el Estado sea capaz de resolver con éxito la calamidad vial de ese tramo de carrera estratégico para la economía del país dado el flujo de materia prima que por ahí se transporta: hierro, aluminio, petróleo, alimentos, productos agrícolas y ganado, además del comercio y el turismo.

La carretera Pariaguán-El Tigre parece una batidora horizontal. Tiene tantos remiendos y parches, quebraduras y relieves con lomos y hendiduras que los vidrios y las puertas de los carros parecen desarmarse. Las camionetas y camiones de PDVSA sobrepasan la velocidad de 150 kilómetros por hora porque quienes las tienen asignadas parecen dementes con licencias de conducir o choferes fumados con drogas. Las destrozan y ponen en riesgo a quienes conducimos con prudencia a 100 ó 110 kilómetros por hora junto a nuestros hijos y demás parientes. También compiten en velocidad los choferes de los carritos por puesto de las cooperativas que trasladan pasajeros entre estas dos ciudades. Una vía para locos, definitivamente. ¿Quién puede controlar estos excesos?

El tramo vial Mojacasabe-Santa María de Ipire, justo en los límites fronterizos de Anzoátegui y Guárico, además zona privilegiada por la extracción por macollas del petróleo de la Faja del Orinoco, donde tienen asiento las empresas Petrocedeño y Sincor, presenta tantos huecos que ni en moto se puede conducir. A un amigo un hueco le sacó los cinco espárragos de la rueda delantera derecha de la Ford Explorer que le tiene asignada PDVSA y a otro amigo le desprendió el mismo hueco los amortiguadores. En ese tramo vial asaltaron un bus cama que cubre la ruta Valencia-Guayana, en diciembre de 2013. Los emboscó un grupo de seis hombres armados mediante operación tipo comando, con ametralladoras, sacando el bus de la vía nacional, despojando a todos los pasajeros de sus equipajes, su dinero y sus teléfonos. A algunas mujeres, por maldad, las dejaron desnudas, para el escarnio de todos, quizás porque lloraban por los nervios. Y yo me pregunto: ¿Dónde carajo está el ejército y las alcabalas para que resguarden estas vías que son paso seguro de los cargamentos de drogas y del contrabando de cemento, cabillas y alimentos? Resulta imposible visitar el Ánima de Taguapire, y después de las cuatro de la tarde se corre el riesgo de muerte por transitar este tramo vial. De manera muy personal creo imposible que el gobierno nuestro, revolucionario pero sin bolas para enfrentar esta lavativa, sea capaz de resolver este tramo vial en particular. El día que lo vea con mis ojos le haremos una fiesta a la revolución en la entrada de Pariaguán, justo donde está el Santo Cristo, con arpa, cuatro y maracas e invitaremos a nuestro presidente Nicolás Maduro para darle las gracias por tan heroico gesto de salvación de vidas humanas en ese calvario vial existente desde 1980.

El actual gobernador de Anzoátegui le prometió al pueblo en varias oportunidades, durante su campaña electoral, que él asfaltaría y pondría nuevecitas las carreteras de Pariaguán-El Tigre, Pariaguán- El Chaparro, Pariaguán-Guárico (Mojacasabe-Agua Amarilla) y no sólo ha quedado como mentiroso, sino que se arrocheló en Puerto La Cruz del mismo modo que lo hizo el mal llamado Poeta de la Revolución, quien nunca puso un pie en estas carreteras porque andaba por los aires chuleándose las avionetas y helicópteros de PDVSA. Tarek Saab nunca supo lo que sufre el pueblo el ver morir a su familia en estas carreteras de la muerte. Y el llamado “mono” tampoco parece sentirlo ni verlo. Para ellos sólo existe Lecherías. Del monte y de estas calamitosas vías, que Dios se encargue. Así cualquier majunche puede ser un gobernador feliz y rico. Pero estos ineptos son los que nos han jodido la revolución bonita que tanto sudor y lágrima le costó a nuestro Comandante Eterno.

Presidente Maduro, mande usted un hombre de confianza con una filmadora para que le muestre el estado real de estas vías y entreviste a la gente que vive en la vía y le digan quién les lleva agua y quién los protege de los cuatreros de carretera. Aristóbulo no es. Aristóbulo con pelar los dientes en Barcelona y Puerto La Cruz es feliz, lo mismo que el poética aquél, mal llamado Poeta de la Revolución. Cualquier llanero que se raja el lomo en un conuco y cría su ganado con sacrificio e improvisa un joropo o un contrapunteo es más poeta de la revolución que estos neo burgueses que se aprovechan del poder y la buena fe del pueblo para llenarse los bolsillos en nombre de nuestro dolido socialismo revolucionario.

Mientras asfaltan ese tramo Valle La Pascua-El Tigre nos vamos a sentar bajo una mata de merey en medio de la sabana a ver cuántos veranos y cuántos inviernos pasan, y cuántos muertos seguiremos recogiendo mientras se dan la gran bomba los gobernantes ineptos que manchan la memoria de nuestro Comandante Eterno. Politiqueros de pacotilla, hipócritas y falsos que prometen cualquier burrada y después se hacen los locos. Pero se equivocan. La gente los conoce y no se crean ustedes, señores ineptos y corruptos, que es tan fácil olvidarse de ustedes. La historia los juzgará.

Como contrapartida, sólo el tramo La Guarapera-Puente Angostura, vía hacia Ciudad Bolívar muestra una leve mejoría por el reasfaltado, aunque la falta de rayas y las lluvias provocó la muerte de tres familias durante la navidad. Justo antes de llegar al peaje dejaron de adorno dos huecos de casi un metro de profundidad que desbaratan a cuanto carro cae ahí y no hay un solo funcionario público que los rellene con granza o con piedras, al menos. Hasta niños han muerto allí recientemente. El tramo La Parchita-Tanfám, vía Cantaura-El Tigre es un parche mal echado y peligroso, herencia de la gestión del Poeta de la Revolución. A quien se le ocurrió esa idea loca deberían quitarle el título de ingeniero.

Los títulos de revolucionarios también hay que empezar a quitárselos a tantos gobernantes ineptos y corruptos. No hace falta una lupa para reconocerlos. Están ahí, en Anzoátegui, en la Mesa de Guanipa, cerquita del petróleo, qué casualidad, mientras el asfalto de nuestras carreteras se llena de vísceras humanas, de sangre, de chatarras, de calcinados. Carreteras de la muerte con gobernantes llenos de “viveza criolla”. Una locura para nuestra Revolución.

elpoetajotape@gmail.com


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José del Carmen Pérez


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