Agro Venezuela tiene amigos y enemigos

Amanecía el 20 de junio de 1981. En la alcabala de la Mistisú en el Estado Mérida, a eso de las tres de la madrugada, pegaba un frio arrechísimo y la fina garúa entumecía hasta los huesos. Sin embargo, calentados por dentro, con el bondadoso anisado Motatán y por fuera, cubiertos por los oscuros ponchos, un puñado de campesinos andinos, productores de hortalizas, esperaban  resueltos a todo y con sus cuchillos Remington en el cinto, a una silenciosa y furtiva comparsa de camiones de zanahoria que proveniente de Colombia, intentaba ingresar de contrabando hacia el centro del país, con destino a los mercados mayoristas de Coche y del Manteco. Ya la Guardia Nacional les había ordenado a los campesinos el retirarse de allí, pero ellos no le habían pararon ni media bola a esa orden. Se necesitaría de un batallón completo de soldados para disuadir a ese grupito de gochos en esa hora.  Otro piquete de campesinos estaba en el mismo memento apostado en una alcabala en la carretera hacia Timótes, del otro lado del páramo, al tiempo que otro grupo más, hacía su respectiva guardia en la Alcabala de Agua Viva, por el Sur del Lago. Si esa camionada de zanahoria llegaba a los mercados mayoristas, el precio del producto se arrastraría por el suelo y con ello, los ingresos de las cerca de mil familias agricultoras andinas que tenían sus cortesitos de zanahoria ya listos para ser arrancados.  No podían los productores venezolanos esperar uno o dos meses a que luego de la posible caída del precio por el exceso de oferta,  subiera de nuevo el precio del producto para ellos vender. Si esperaban, la zanahoria se les totearía en el suelo. ¡Era ahora o nunca! Aclaro que en esa época, aún no había ocurrido el Viernes Negro y el bolívar era oro puro. Tampoco se soñaba con el Caracazo, ni mucho menos, con el Estado Bolivariano. Eran los tiempos de la Cuarta República profunda.

La pelea fue fuerte y duró 2 semanas. La policía les hecho plomo parejo a los campesinos varias veces, a lo que ellos respondieron agachándose y trancado las vías. Mas adelante, se llevaron a 17 campesinos presos a Mucuchíes. Hubo que ir a hacer la denuncia pública en el Diario La Frontera para que los soltaran y para que mantuvieran detenidos en un terraplén en Santo Domingo y a pesar de los sobornos a la Guardia Nacional, a los camiones colombianos. No fue fácil. A los tomistas los habían calumniado y acusado de “asalto a comando”. Luego se consiguió un fiscal del Ministerio Público y la cosa se calmó un poco. Los camiones de zanahoria de Colombia no lograron pasar hasta luego de que los campesinos venezolanos  entregaron sus productos a buen precio en los mercados mayoristas y así se salvó, esa vez, la economía de esa pequeña patria rural situada en las laderas de los andes.

De eso hace ya casi 30 años. La cuestión es en nuestros días diferente en muchos aspectos, aunque no en todos.

Hoy existe un Estado Bolivariano, con 12 años de camino andado en pro de la dignidad del soberano. Para los campesinos venezolanos de nuestros días la vida es harto distinta, aunque de Colombia siga entrando bastante comida  legalmente y alguna ilegal. Ahora no están los campesinos desamparados. Tienen a Barrio Adentro en sus pueblos, también a Mercal, a las Escuelas Bolivarianas y hasta a la misiones Robinson, Rivas y Sucre. Están organizados en Consejos Comunales y tienen milicias locales bolivarianas. Ahora también, cuentan con Agro Patria.

 Aun así, visto de manera fría, todos aquellos que viven de venderle a Venezuela alimentos, deben estar algo alertas por los anuncios del arranque de la Misión Agro Venezuela y por la explicita aspiración de este país a autoabastecerse.  De lograrse el autoabastecimiento, van a tener que cambiar muchas cosas dentro y fuera del país. El tiempo dirá si se logra ese cambio profundo y duradero que se anhela.

Pensando y repensando, a veces pudiera argumentarse, viendo las cosas en retrospectiva, que el consumo de lo foráneo y el facilismo de comprar alimentos con los petrodólares, se ha convertido ya en un vicio para el venezolano y hasta para su Estado también; poniendo en segundo orden el interés comercial del productor nacional, pequeño, mediano y grande, aunque no así, el interés inmediato del consumo del venezolano. El asunto de acoplar consumo y producción en lo nacional es bastante complejo y requiere de mucho  esfuerzo parte de todos, de parte del Estado, de los consumidores y de los productores (la sociedad entera, en verdad).

En nuestros días, el proceso a prisa e intenso de registro en la misión Agro Venezuela acaba de darse y de culminar.

Hace apenas tres semanas, el 26 de enero de 2011, en el Diario Últimas Noticias, se publicó la siguiente nota:

“El presidente de la República, Hugo Chávez Frías, anunció ayer el nacimiento de la Misión Agro Venezuela, en la que podrán participar los productores nacionales del sector público y privado para incrementar la producción nacional, garantizar la soberanía agroalimentaria y proteger al país de la crisis mundial de alimentos”.

¡Y la gente respondió!. En solo pocos días hubo casi 500.000 inscritos; lo que equivale a un contingente humano cercano al  4 % de la población económicamente activa, mayor de 18 años y en capacidad de trabajar.

Ello constituye, sin duda, un gran volumen de personas. Su potencial éxito productivo podría cambiar la panorámica general de la economía interna, el producto interno bruto, el nivel de los ingresos per cápita, las estadísticas globales sobre empleo y el estado de la seguridad agroalimentaria.  

Un componente importante, en el caso de esta Misión, como lo ha sido en misiones anteriores, es que desde la Jefatura del Estado  y en los medios de comunicación, se ha dibujado una visión del futuro deseable.

Se ha expresado que Venezuela podría convertirse en una potencia en producción de alimentos, capaz de auto abastecerse y  también de exportar.

Esta visión enamoradora e inspiradora comienza entonces a proyectarse sobre el horizonte, indicando un camino luminoso, una meta, una ilusión y una noble aspiración. La visión, en si misma, es un componente propiciador del éxito y animador en los esfuerzos. Ahora sigue, por su puesto, la ejecución real de dicha visión y comienza la segunda fase de la Misión Agro Venezuela.

Analizando de entrada los hechos hasta el presente, una primera cuestión que el éxito numérico en el registro de potenciales productores evidencia, es que el Estado Bolivariano mantiene un real poder de convocatoria. La distención con Colombia, la superación de la crisis energética y de seguía del año pasado, el enfrentamiento exitoso del problema del Banco Federal, de las estafas inmobiliarias y de los damnificados por las lluvias, entre otros eventos, han reforzado la confianza en lo oficial.

Eso está muy bien, mas sin embargo, no se puede dejar de tener en la cabeza, ante el presente deseo de elevar internamente la agricultura y la cría a niveles altos, capaces de lograr el autoabastecimiento nacional y excedentes exportables, que Venezuela no ha logrado, desde 1930, es decir, desde hace de ocho décadas, auto abastecerse  para su alimentación; mucho menos, disponer de excedentes alimenticios para la exportación. 

Desde los inicios del  boom petrolero, la enorme renta en manos del Estado y de particulares nacionales, sirvió para financiar las importaciones de alimentos para mantener a una población nacional que paulatinamente fue abandonando el campo. En la última década en particular,  dada una intensión clara de corte social hacia la segura alimentación por parte del Estado Bolivariano, se han obtenido verdaderos logros en materia de alimentos disponibles, pero siempre, lamentablemente,  teniendo como base a la importación.

Ahora en el presente, una nueva realidad se abre.

Debido a los funestos efectos recientes del cambio climático mundial, las inundaciones, las heladas y catástrofes similares, han traído consigo la destrucción de cuantiosas plantaciones y grandes rebaños en muchas regiones del mundo y con ello se ha instaurado una aguda escasez alimenticia global; la cual ya se comienza a sentir mediante la instantánea elevación de los precios internacionales de algunos rubros. En breve tiempo, algunos alimentos no se conseguirán fuera del país para la compra, ni siquiera contando con abundantes petrodólares.  Internamente en Venezuela de igual forma, los efectos de las inundaciones han sido desbastadores en sembradíos y crías.

Debido a esta crisis climática mundial y local, el abastecimiento alimenticio y la adecuada alimentación de la población se han convertido entonces,  para Venezuela,  en un enorme reto, prueba y encrucijada.

La cruda verdad es que en esta hora ni la mejor intensión, ni la gran credibilidad del Estado Bolivariano  ni la abundante renta petrolera por si sola bastarán para lograr seguridad alimentaria.

Se impone, por primera vez en muchos años, un cambio profundo en la población venezolana en si misma, tanto como productora de alimentos como consumidora final e igualmente, un cambio en el sistema  con el cual enlazamos producción y consumo nacional.

Visto desde donde se vea, la meta de autoabastecerse y de alimentarse convenientemente con lo nacional es muy compleja y más aún, si encima de ello, se pretende lograr además exportar excedentes. Ello involucra la solución de muchos entrelazados problemas técnicos, productivos, políticos, humanos, de esfuerzo, logísticos y de coordinación, que deben desarrollarse y funcionar perennemente sin fallas y al mismo ritmo e intensidad. En realidad, solo muy pocos países en el mundo logran autoabastecerse y tener una buena alimentación hoy en día.

El enorme entusiasmo generado entre la población por la Misión Agro Venezuela debe ser bien administrado y mantenido a lo largo de un camino que será bastante duro hasta alcanzar el autoabastecimiento alimentario y potenciar la exportación. Decepciones o enfriamientos anímicos, producto del bloqueo representado por las dificultades, podrían ser factores que obstaculicen el logro de una Misión que, ultimadamente depende para su éxito, de la nutrida participación de la población, tanto como productora inicial como consumidora final.

Uno pudiera preguntarse.

 ¿Están los movilizados por la Misión Agro Venezuela conscientes  de las múltiples complejidades involucradas en lograr el auto abastecimiento?

¿Están los entes promotores estatales claros en torno a toda implicación que esta meta para ser exitosa conlleva?

¿Qué planes hay en el papel y que tan complejos y realistas son?

Bajo una revisión crítica general, ¿Puede afirmarse que todo está ya previsto en lo fundamental?

La preocupación que acá se expresa se plantea teniendo implícitamente en mente una especie de marco guía en torno a la naturaleza de las complejidades involucradas en el logro de la soberanía agro alimentaria  y el autoabastecimiento en Venezuela;  marco guía que intentaremos ahora explicar. Es producto de nuestra reflexión, de uso de los conceptos más comunes manejados en la literatura y del conocimiento que creemos tener acerca de la realidad institucional y social venezolana.   

Vale acá una temprana precisión.

Contrariamente a muchos ámbitos de acción en Venezuela en los cuales el protagonismo del Estado, como ejecutor central,  es necesario y entendible, en el caso del logro de la soberanía alimentaria, el autoabastecimiento nacional  y la buena alimentación, el protagonismo como ejecutor central, tanto en la esfera de la producción primaria local como en la esfera del consumo final local, corresponde en un alto porcentaje a la población en si misma, es decir, a la sociedad y no al Estado. El papel de un Estado no es ni debe ser el de constituirse en productor primario de alimentos ni tampoco, obviamente, el de ser el consumidor final. Así no lo ve nuestra Constitución. Su rol es el de promotor, apoyo, regulador, protector, canalizador y en diversos ámbitos, el de procesador intermediario. Habida cuenta de esta premisa, nuestro mapa de ideas arranca y plantea los procesos de cambio y de acción a acometer, desde la perspectiva de la población, y no, desde la perspectiva del Estado.

No tomamos, en consecuencia, solo a las acciones del Estado como centro del análisis, sino que ponemos la lupa en aspectos que se pautan desde el punto de vista y la acción de la población. Las acciones del Estado las valoramos solo y tanto en cuanto, permitan o propicien procesos de cambio en la población nacional hacia el mejoramiento de su posición productiva o también, como veremos más adelante, hacia el mejoramiento en la esfera del aprovechamiento de los alimentos de los cuales se logra disponer.  

Otra premisa en nuestro marco de pensamiento es el tener en claro que la población está acostumbrada, desde hace varias décadas, a consumir crecientes cantidades de ciertos alimentos que por factores climáticos y geográficos, no se pueden producir en territorio venezolano con facilidad o ventaja y que se obtienen mediante la importación. Tal es el caso del trigo, la harina de trigo, la cebada, el lúpulo, los granos de malta y mostaza, las aceitunas, alcaparras, ciruelas pasas, nueces, avellanas, almendras, etc., a lo que se suma ahora un sinnúmero de productos importados que se consiguen en auto mercados, en Mercal y en Pdval.

Pensamos que dentro del ámbito de la presente Misión Agro Venezuela, lógicamente,  no se debería contemplar un esfuerzo central en lograr el autoabastecimiento en estos rubros.

El hábito de consumo de lo foráneo entre la población constituye una necesidad no posible de satisfacer bajo una actividad general y racional como la que propone la Misión Agro Venezuela. Se impone en este sentido un cambio paulatino en los patrones de consumo. 

Un tercer factor inicial a tener en cuenta, a fin de pisar tierra, es que aún lograda  la autosuficiencia alimentaria que se desea, Venezuela no pudiera por ello dormirse en lo laureles. La seguridad alimentaria y el autoabastecimiento podrían verse luego afectados por:

Una nueva vaguada o sequía.

Plagas o epidemias.

Transformaciones radicales en las esferas no agrícolas, tales como el colapso del petróleo como mercancía o también su extrema sobrevaloración.

Otros cambios mayores no previstos. 

Entrando en materia, para comenzar la exposición de nuestro marco guía mental, establecemos dos ejes básicos para el análisis.  Por un lado, está el eje constituido por la producción de alimentos en el territorio nacional y con recursos nacionales. Ello se refiere a producir u obtener, a partir del aprovechamiento de los recursos naturales renovables, alimentos o también materias primas alimenticias.

El otro eje básico para el análisis, en el otro extremo de la cadena, es el del consumo alimenticio; queriendo con ello decir, la utilización de los alimentos nacionales para su desarrollo biológico y físico,  por parte de la población.  

Definidos estos dos ejes, pensamos que seis ámbitos generales, vistos desde el punto de vista del consumidor o del productor, son útiles de ser distinguidos e incorporados, para establecer lo que se debe mejorar y tener como meta, en el seno de la realidad amplia que abarca la Misión Agro Venezuela.  

Primer Ámbito:

El aprovechamiento al máximo en el hogar  de los alimentos disponibles y el alimentarse lo mejor posible, en base a las opciones presentes. Esto es algo que sucede dentro del hogar mismo pero que condiciona el éxito de la Misión en su sentido social más amplio y profundo. De poco vale que lleguen los alimentos a la familia, si esta no los sabe aprovechar adecuadamente. Si desconcha las verduras en exceso. Si exprime el jugo de los cítricos y bota el resto, donde se concentran las vitaminas. Si pela las frutas de una forma tal que desperdicia mucho volumen de materia. Si no almacena bien los productos lácteos y los deja descomponer, así como otros alimentos perecederos. Si en los cárnicos, solo consume músculos y no aprovecha el resto. Si cocina en exceso los alimentos y pierde así mucho del potencial provecho. Si mantiene una dieta no balanceada, etc.  Allí hay un gran rango de mejoramiento que se debe realizarse mediante el concurso de diversas instancias del Estado y la sociedad, para entrelazarlo como esfuerzo paralelo al de la Misión Agro Venezuela.  

Segundo Ámbito:

El aprovechamiento sustentable al máximo, para el autoconsumo, de lo que existe como recuso libre o público en el país, en gran abundancia, en los diferentes ambientes ecológicos y también su cuido. Nos referimos a los árboles frutales endémicos y no endémicos que hay en extrema fecundidad en este país (mango, guayaba, mamón), las semillas y otros elementos vegetales silvestres, los recursos de pesca y de recolección en los muchos ríos y en las enormes y dilatadas costas, las especies de cacería en selvas y sabanas, etc. Este es un país muy generoso en cuanto se refiere a los frutos de la naturaleza, tanto que en una época antigua se teorizó mucho sobre el supuesto  detrimento al buen hábito del trabajo y de esfuerzo en la población ocasionado por tener todo al alcance de la mano. Esos recursos deben ser aprovechados con la máxima intensidad que permita su preservación para las generaciones futuras y se dan solitos. 

Tercer Ámbito:

El aprovechamiento al máximo de conucos, huertos, plantaciones, criaderos y centros de pesca y similares establecidos, apartados y trabajados primariamente para el autoconsumo; tanto en pequeña y mediana escala y  en relación tanto a los elementos  alimenticios altamente perecederos o como a los menos perecederos. Acá hay un mundo  de cosas por hacer para potenciar esta capacidad instalada. Un porcentaje importante, quizá un 25 por ciento de la población nacional, tiene y mantiene producciones para el autoconsumo, las cuales se pueden potenciar y fortalecer. No se trata solo de apoyar a los productores de alimentos para el mercado. El autoconsumo no debe olvidarse. El fin es la alimentación de la población.  
 
 

Cuarto Ámbito: 

El rendimiento productivo y la rentabilidad, al máximo sustentable, sostenible, social y constitucionalmente adecuado,   de las actividades agropecuarias y productivas primarias realizadas con fines comerciales, pero desarrolladas a tiempo parcial o como actividades complementarias a un empleo, ocupación o fuente de ingresos principal. Esto puede referirse a la pequeña, mediana o gran escala, e involucrar productos altamente perecederos, productos finales no perecederos y otros, que son insumos de procesos de transformación para la producción de alimentos. Este sector, de agricultores comerciales a tiempo parcial, parece ser, desde lo lejos y por lo que hemos podido observar en los medios de comunicación, el más intensamente abarcado por la Misión Agro Venezuela. Su activación y dinamización, obviamente es importante y tiene  como característica particular el que la población en él involucrada no estará poniendo toda su carne en la parrilla. Eso es bueno como un elemento de seguridad doméstica. Apostar todo a una opción puede resultar muy riesgoso, sobre todo si luego las complicaciones retardan o traban los logros.  

Quinto Ámbito:

El rendimiento productivo y/o la rentabilidad al máximo socialmente óptimo y sostenible, de aquellas actividades desarrolladas por la población, por el sector privado o por el Estado, que involucran el procesamiento de materias primas alimenticias nacionales para producir, tanto productos alimenticios acabados, como nuevos insumos para la transformación, en la cadena de insumo-producto que culmina en la alimentación final nacional.  Están dentro del mismo saco, desde las grandes empresas que producen harina de maíz pre cocido o aceite, hasta aquella población dedicada a la preparación y expendio de comida a nivel micro minorista (arepas, almuerzos, empanadas y bollitos). Innecesario nombrar lo importante que este sector y los complejos económicos relacionados son para la cadena de transformación que va desde la naturaleza hasta la mesa. Este ámbito imaginamos que la Misión Venezuela lo está contemplando y coordinando con varios entes, así como otros aspectos del desarrollo rural integral y del desarrollo integral. 

Sexto Ámbito:

El rendimiento productivo y la rentabilidad al máximo y óptimo nivel constitucional, socialmente sostenible y sustentable, de actividades agropecuarias o productivas primarias realizadas con fines comerciales, pero a dedicación exclusiva por los sujetos ejecutantes. Se incluye a la pequeña, mediana y la gran producción; e igualmente, al caso de productos altamente perecederos, no perecederos y productos que son insumos dentro de la cadena de transformación nacional, hasta la producción de los alimentos finales para la población de Venezuela. Este es el sector de los agricultores, criadores y pescadores profesionales, que se dedican solo a eso y que de allí sacan sus ingresos y sus ganancias. Este sector tendría que dinamizarse mucho y  tiene potencialmente mucho peso en la seguridad agroalimentaria. Pensamos que la relación entre el Estado y aquellas personas y colectividades involucrados en este sector debe ser especial; en el sentido de que se está frente a profesionales, sabidos, enterados y resabiados, en el oficio, en el buen sentido de la palabra. En este sector se dan los mayores niveles de riesgo a la hora de transformarse o dinamizarse y es un sector muy sensible a los altos y bajos, porque esta poniendo todo en la parrilla. Entendemos que la Misión Agro Venezuela los ha abarcado aunque en el caso de los grandes ganaderos, lo que ha trascendido en la prensa, es que han rechazado a la Misión.  Es un área de conflicto que es necesario que se encause. 

Estos seis ámbitos nombrados y explicados sería interesante que se  desarrollaran y mejoraran cada uno en su sentido y todos al unísono. Obviamente, para todos, el apoyo del Estado, su injerencia y conducción son necesarios, aunque la relación entre el Estado y cada ámbito es de naturaleza distinta; así como también es la organización social y productiva interna al  ámbito mismo.  
 

A fin de culminar nuestro mapa guía de pensamiento ofrecemos un simple listado, no exhaustivo, de posibles apoyos, injerencias y acciones de Estado que podrían considerarse como pertinentes o no en el caso de cada uno de los seis ámbitos aquí establecidos ámbito, para provocar mejoramiento y transformación. Estos posibles apoyos son: 

    Financiamiento     Educación     Tierra y su titularidad

    Comercialización    Asistencia técnica     Transporte

    Variedades y razas    Almacenamiento    Expendio

    Selección y clasificación de productos    Intervención ante impactos ecológicos recibidos o causados

    Demografía, migración y poblamiento  Aspectos legales

    Normativas y controles de calidad    

    Programas de industrialización

    Acuerdos o intercambios internacionales

    Impuestos y aranceles     Investigación y desarrollo

    Mercadeo mayorista y minorista   Control fitosanitario

    Distribución      Impacto de infraestructuras nacionales

    Refrigeración           Otras formas de preservación

    Procesamiento                  Equipos y maquinarias

    Insumos y materiales       Silos,   puertos y aduanas

    Carreteras y vialidad     Camiones y trenes      Riego

    Represas y embalses    Electrificación     Aguas servidas

    Iluminación         Empaques, guacales  y envoltorios

    Mataderos y beneficiadoras            Precios y costos

    Regulaciones de mercado             Usos y costumbres 
     

Un examen de cada de los seis ámbitos y sus necesidades de desarrollo, teniendo en mente los posibles apoyos e injerencias o acciones del Estado, puede servir como guía inicial para la organización del trabajo.  Se trata en este caso, simplemente, de cruzar los seis ámbitos con las posibles injerencias del Estado, en un cuadro de doble entrada, y tomar las casillas resultantes como nichos potenciales para examinar los diferentes casos que se presentan en toda la geografía nacional, atendiendo a  los variados niveles, producciones, poblaciones y sistemas productivos.

Resta solo decir, que este escrito y  el marco guía de pensamiento, se ofrecen a título de contribución pública orientadora para el Estado y la sociedad misma, con el ferviente deseo de contribuir para que se logre el sueño anhelado por décadas, es decir, el autoabastecernos. Ello es una precondición para la seguridad y para la soberanía alimentaria. Desde el tiempo de nuestros abuelos, nunca hemos estado en mejores condiciones para lograr autoabastecernos. No permitamos que la inercia del facilismo importador, los intereses internos y externos partidarios de que sigamos comprando alimentos fuera para el diario consumo y ese pernicioso modelo de desarrollo cortoplacista, entregado al dictamen  del libre mercado y al vaivén de las olas, sin sentido patrio, nos dominen.   

(*)Prof-Sociólogo. Docente                                                                                  

scorzajuanvicente@gmail.com



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