Las cooperativas ofrecen diversos servicios en el Opppe-12

En un urbanismo de la GMVV piden claridad sobre locales socioproductivos

Credito: VTV

31-05-15.-Henry Pérez tiene 54 años de edad, de los cuales por lo menos 25 los dedicó a trabajar por su cuenta en la rama textil. Relata que, junto a algunas vecinas costureras del Barrio Kennedy (parroquia Macarao), donde vivió durante 42 años, fabricaba adornos de tela que luego vendía como buhonero en el cent ro de Ca rac as. A hora Pérez es cocinero y accionista de un restaurante.

Este emprendedor –junto a su familia– es uno de los miles de damnificados víctimas de las vaguadas de 2010 y, al igual que otros miles, uno de los tantos beneficiados por la Gran Misión Vivienda Venezuela que, además de una vivienda propia, decidió asumir junto a un grupo de vecinas y vecinos el trabajo socioproductivo en uno de los locales ubicados en el urbanismo Opppe-12, en Bellas Artes.

Pérez habita en un apartamento de este urbanismo desde el 27 de diciembre de 2012. El edificio contiene 144 viviendas e incluye seis locales para la ejecución de proyectos que beneficien a la comunidad. Posteriormente dos de estos espacios fueron divididos para favorecer a un mayor número de emprendedoras y emprendedores.

EL PROYECTO

La idea de montar un restaurante nació durante su estadía en el refugio ubicado en el Hotel Miami, en la parroquia Candelaria, su hogar provisional durante más de dos años; pero la decisión definitiva surgió como una respuesta de la vecindad a la incertidumbre que había sobre el uso que se les daría a los locales instalados en la planta baja del edificio en el que habitan. “Los locales duraron más de ocho meses cerrados porque no estaba constituido el Consejo Comunal”, comenta Pérez.

“Un día me llamaron desde el Ministerio de las Comunas y me dijeron: ‘Henry, ¿qué van a hacer con los locales, porque lamentablemente vamos a tener que utilizarlos?’. Ese mismo día por la noche llamé a una asamblea y les informé a los vecinos que nos iban a quitar los locales, y les dije que yo estaba dispuesto a luchar por uno de ellos para montar un negocio.

Otros vecinos dijeron que también estaban interesados, se entusiasmaron, y comenzaron a crear sus proyectos”. Ese día nació la Cooperativa el Rincón del Asopado.

En vista de la lentitud con la que avanzaba la adjudicación de los espacios socioproductivos y el interés que manifestaron algunas personas e instituciones ajenas al urbanismo, las vecinas y los vecinos interesados decidieron agruparse en cooperativa: una figura que, aunque no integra a la mayorías de las y los habitantes del complejo, por lo menos garantizaba que algunos de ellos se eneficien directamente y contribuyan con la colectividad.

 

SIN CONTRATO

Según Pérez, son varios los impedimentos que tuvieron que sortear para iniciar las operaciones del restaurante.

Como aquel del general que decía venir del Ministerio del Alimentación y aseguró que los locales les habían sido asignados por el mismísimo presidente Hugo Chávez.

Asegura que los inconvenientes persisten, ya que el Ministerio del Popular para la Vivienda y Hábitat aún no les ha otorgado el documento que legalice el traspaso de los locales a las cooperativas, una especie de contrato de arrendamiento indispensable para formalizar las patentes de aseo urbano y el de los bomberos, por nombrar algunos permisos necesarios para el funcionamiento. “Ya hemos sido multados varias veces”, apunta.

MÁS INCERTIDUMBRE

El 13 de abril pasado fue publicada en la Gaceta Oficial N° 40.638 una resolución firmada por el ministerio de vivienda, en la que se anuncia que los locales comerciales que se encuentren ubicados en los desarrollos habitacionales construidos por la Gran Misión

Vivienda Venezuela (GMVV) serán propiedad estadal por la Inmobiliaria Nacional.

El dictamen firmado por Molina considera que los locales comerciales ubicados dentro de los urbanismos construidos por la GMVV no forman parte de las cosas de uso y disfrute común, ni de la propiedad familiar de las y los habitantes.

Al respecto, Pérez manifiesta que algunas instituciones del Estado se han acercado para conversar sobre el estatus actual de los locales, y hasta han planteado que se retome el proyecto inicial y convertir los espacios en Empresas de Producción Social Directa, a lo que el portavoz responde con la pregunta, “¿y qué va a pasar con todo lo que hemos gastado aquí?”.

“En nuestro caso hemos invertido más de 1,5 millones de bolívares sin recibir ni medio del Gobierno. Todo ha salido de los siete socios de la cooperativa. Aquí todo se hizo poco a poco. Uno de mis hijos consiguió un crédito por un banco de 300 mil bolívares que todavía se está pagando”.

INCONFORMIDAD

A decir de Pérez, uno de los voceros del Consejo Comunal Por ahora y para Siempre organizado en la Opppe-12, ahora no todos en el urbanismo están de acuerdo con el destinos que tienen los locales del urbanismo; por ello, muchas vecinas y vecinos decidieron dejar de cancelar el aporte mensual por apartamento, con el alegato de que las cooperativas deberían asumir los gastos que genere el edificio.

Actualmente, las ochos cooperativas que operan en los locales del urbanismos esperan por la respuesta final del ministerio y no cancelan mensualidad por los locales; sin embargo, dicen que los beneficiados realizan un aporte mensual a la comunidad para el mantenimiento de las áreas comunes.

EL RINCÓN DEL ASOPADO

La Cooperativa el Rincón del Asopado está constituida por cinco socios, todos habitantes del urbanismo. “Todos trabajamos por igual”, asegura Pérez; “nadie hace más ni menos que el otro. Eso es el cooperativismo, todos no beneficiamos por igual”. En el restaurante, además, laboran dos personas encargadas del mantenimiento que también viven en el urbanismo.

El proceso de acondicionamiento se llevó un año. El equipamiento de la cocina con los componentes necesarios para las operaciones, la construcción de una barra, el acabado de las paredes, las instalaciones eléctricas y de agua… Todo fue hecho por vecinos, quienes en ocasiones, cuenta Pérez, ofrecieron su trabajo a crédito dada la limitante que representaban los recursos económicos.

Además de asopado, en el establecimiento también preparan otras especialidades como lengua en salsa, pabellón criollo, pollo a la naranja e hígado encebollado. El menú –que incluye sopa, seco y jugo– cuesta 200 bolívares; el más caro, con solomo, está en 250. “Ya tenemos un punto hecho”, afirma Pérez.

Y añade: “El comandante Chávez hizo esto espacios para que fueran ocupados por los habitantes de los urbanismo. Para la comunidad. De la noche a la mañana se nos dice que no son de los vecinos sino del Estado y así aparece en Gaceta. Todos en este urbanismo necesitamos saber qué es los que va a pasar con estos locales, si nos los van a alquilar o qué es los va a pasar con ellos”.

EL CAMINO NO FUE FÁCIL

Víctor Becerra cuenta que pasó de vivir en el sector El Mamón de Carapita, en la parroquia Antímano, a habitar un apartamento en Bellas Artes; y de trabajar como auxiliar de farmacia, con 10 años de experiencia en el ramo, a integrar una cooperativa dedicada a la venta de frutas, hortalizas y charcutería.

“Uno como ser humano busca el desarrollo personal. Dejar de ser un empleado asalariado y comenzar a crecer y tener otras cosas”, dice, al tiempo que atiende a un cliente de la cooperativa Abasto y Supermercado Bellas Artes dedicada a la venta de verduras y charcutería.

Integrada por cinco vecinas y vecinos del urbanismo Opppe12, la cooperativa es una de las iniciativas que surgió en el complejo tras dos años en los que sus habitantes se preguntaban cuál sería el destino de los locales.

NO FUE FÁCIL

Becerra, quien es el vocero principal del Consejo Comunal Por ahora y para Siempre, que agrupa las vecinas y los vecinos de la Opppe-12, sostiene que el camino no fue fácil debido a “la poca claridad” con que los órganos oficiales “gestionan los establecimientos ubicados en los urbanismo”. También habla sobre las dificultades para conseguir los fondos necesarios.

Al respecto, comenta que vendió su carro e invirtió sus ahorros para hacer las remodelaciones necesarias en el local que “estaba prácticamente inhabitable”. “Los bancos”, explica, “nos pedían un año funcionando como cooperativas y como apenas estábamos comenzando no nos daban créditos”.

No obstante, a simple vista se observa los avances alcanzados desde noviembre de 2014, cuando fue inaugurado el establecimiento. Al principio colocaban “las frutas y los vegetales en paletas de maderas y la mercancía se descomponía por el calor”, lo que les generaba pérdida.

Actualmente, tienen un aire acondicionado y ventiladores, y recientemente instalaron un estante de metal para exhibir los alimentos. Hasta compraron a crédito un camión usado.

DECISIÓN COLECTIVA

En su opinión, la desorganización de las comunidades es otra de las causas por la que muchos de los locales socioproductivos de los urbanismos no se encuentran operativos. Asegura que “son muchos los que se quieren atribuir el papel de intermediarios”.

Becerra aclara que ninguno de los grupos cooperativistas que ocupan los locales del urbanismo lo hizo a la fuerza. Indica que la decisión se tomó en una asamblea de habitantes en la que se les dio la oportunidad a todos de proponer sus proyectos, pero confiesa que actualmente hay vecinos que manifiestan su interés en ser ubicados en algunos de los locales. Personas que, en opinión de Becerra, no mostraron interés durante las asambleas “y ahora que ven que la cosa está buenas sí quieren un local socioproductivo”.

A pesar de esta situación, cree que trabajar en el local “es un beneficio bastante grande; primero porque tenemos nuestro hogar cerca del lugar de trabajo y además nuestros ingresos han sido un poquito mejor. Es algo que nos pertenece”, sentencia.



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