“Mi familia soy yo con mi hija que tiene veinte añitos. Tiene un varoncito y ahora unas morochas. Yo asumo el gasto, los estudios de mi hija de informática: ella estudia a la noche y yo le cuido los niños”, cuenta. También relata la odisea que vivió cuando quiso sacar un crédito (“fui desesperada, con esa muchachera encima”) en un banco privado de los más famosos del país. “Me pedían fiadores, con cuentas, referencias bancarias. Les contaba mis proyectos, que yo quería crecer, pero no me daban la oportunidad. ‘Cómo voy a tener una referencia bancaria si no me estás dando un crédito, dame la oportunidad de crecer, tengo que empezar por algún lado’, les decía”.
Hace ya 6 meses que el Banco del Pueblo Soberano le dio su financiamiento. Al principio estaba asustada porque creía que le iban a pedir unos requisitos excesivos, pero luego se dio cuenta que lo más importante era su lealtad, su compromiso de cumplir con la devolución. Antes de eso Francis cosía y reparaba pantalones y camisas en su casa, en Caricuao, con una “maquinita”. Luego compró una máquina industrial y las telas para comenzar a producir, pero la idea la tenía de hacía tiempo: ser diseñadora de ropa y sacar su línea propia de lencería, trajes de baño y ropa para niñas.
La Gran Feria de Emprendedores que se realizó el pasado fin de semana en los espacios abiertos del Teatro Teresa Carreño en Caracas, tuvo como principal objetivo el de conmemorar aquel 26 de Octubre de 1999 en que Hugo Chávez creó el Banco del Pueblo Soberano, primera entidad financiera del Gobierno Bolivariano, adscrita al Ministerio para las Comunas y los Movimientos Sociales. En la lógica crediticia del Banco, distinta a la del capitalismo financiero global, prima la función social y el apoyo al desarrollo endógeno de las comunidades, no así el lucro y la rentabilidad.
Más allá de que Francis dice que le va bien, que puede mantener a su familia con lo que vende, su iniciativa no se queda en el emprendimiento personal. “Ya hablé con unas amigas, también madres solteras, para hacer una línea de ropa accesible para las madres que están en aprietos, a la mitad de precio de la ropa comercial”, anuncia Francis. “Cubrir esa expectativa de la madre que no tiene, que necesita vestir a sus hijas, sus niños y no tiene dinero. Con nosotras sí van a tener cómo vestir a sus niñas, eso es lo que vamos a hacer”, dice con orgullo, ya no con la media sonrisa sino pelando todos los dientes mientras acomoda unas prendas en el mostrador del puesto.
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De la Feria participaron 82 emprendedores y 44 conglomerados, modo de organización que reúne particulares o empresas familiares y que tiene un carácter comunitario. Los rubros de producción incluyen carpintería, herrería, gastronomía, artesanía y principalmente el ámbito textil. De uno de esos puestos se acerca Edén Escobedo, quien dice ser el que diseñó la chaqueta tricolor hace 24 años, la misma que popularizó Chávez y que se volvió prenda usual de funcionarios y seguidores durante los 15 años de Revolución Bolivariana. Ahora esas chaquetas, sumadas a otras con un diseño que utiliza más el blanco, abarrotan el stand del Conglomerado de Emprendedores de Miranda.
Quien está detrás de la iniciativa es Rubí de los Ríos, una estudiante de 30 años. Ella cuenta que se quedó sorprendida cuando el Banco fue a su comunidad, la José Feliz Ribas en Petare. Primero enviaron promotores a la zona para reunirse con ellos y luego fue en La Bombilla donde recibieron los créditos. El grupo del que formaba parte Rubí unió los proyectos, buscó apoyo y así terminó en la Feria exhibiendo y vendiendo su producción. “Ya en febrero nos dieron el crédito y arrancamos en marzo. Empezamos con cosas sencillitas para poder montarnos. La chaqueta ahora es el boom. Es un poco costoso por los insumos, porque el capitalismo nos quiere hacer la vida imposible”, relata con su voz excitada, yendo y viniendo sin dejar de atender el puesto.
Rubí explica por qué valora la tarea del Banco. “Los grandes emprendedores están en las comunidades, están en las barriadas, es desde allí. Lo que pasa es que anteriormente no teníamos la posibilidad de hacer una actividad porque no teníamos capital: el capitalista empleaba, nos explotaba, sabíamos el arte pero nunca éramos socios, si no trabajadores”. El objetivo del conglomerado es convertirse en una empresa socialista y llegar al ALBA, que reconozcan en el mundo a Venezuela y a la chaqueta tricolor.
Al testimonio de Rubí le sigue el de Gustavo Briceño, hombre que habla bajito, como pidiendo permiso. “En la unión está la fuerza, no es una mera retórica”. Acto seguido ahonda y le termina de dar sentido a su frase, explicando el por qué de construir de a muchos. “Se puede adquirir la materia prima a precios solidarios para, a través del conglomerado, hacer una distribución a bajo costo, que los productos puedan venderse por debajo de los precios capitalistas”. Alisándose el pelo poblado de canas con su mano callosa, continúa: “la finalidad no es a lo que está acostumbrado el capitalismo, a explotar la mano de obra y especular con los precios al consumidor. Eso es lo que tenemos que abaratar y eso es lo que estamos atacando en esta Feria Socialista.
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María Eugenia Velázquez oficia como vocera. El resto de las 6 mujeres están ocupándose del puesto, terminando de acomodar algunas prendas y de colgar los uniformes en las paredes. El suyo es uno de los 91 que se montaron en la Feria, y está ubicado casi en su entrada, junto a las escaleras de ingreso al Teatro, con los ranchos del San Agustín y el verde del parque Los Caobos de fondo. Todas traen de Anzoátegui ese acento oriental, que hace pensar en pueblos a la orilla del Caribe. Dicen ser el primer conglomerado del sector Brisas del Mar, en Barcelona.
“Esto inicia porque salieron proyectos de formación del Inces (Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista), que desarrolla proyectos interactuando con las comunas, socializando, haciendo indagaciones para saber la necesidad, qué se requiere en la comunidad”, explica María Eugenia. Tiene rasgos aindiados y el pelo con reflejos artificiales. Sigue contando que las mujeres empezaron formando Unidades de Producción Familiar, porque necesitaban trabajar desde la casa. Desde allí se iniciaron en la industria del corte y la costura. Luego se acercó el Banco del Pueblo y con el mismo Inces se hizo la primera contratación para confeccionar uniformes y ropa de trabajo.
“En vista de eso, que nosotras siempre andábamos unidas, se decidió hacer el conglomerado. Ahora es más fácil conseguir una línea de crédito más amplia, hacer el enlace con las textileras, y la productividad es mayor”. María Eugenia afirma que en 5 meses ya les dieron 2 créditos. “Me cambió la vida del cielo a la tierra. Todo se ve con más expectativa, lo bonito es interactuar”, dice una de las “Vencedoras de Anzoátegui”, nombre con el que bautizaron el conglomerado, que fue el primer grupo de mujeres organizadas, las pioneras en su comunidad.
Mientras esperan la visita del presidente del Banco, que está por empezar el recorrido por la Feria, María Eugenia recuerda que una vez ella logró una acreditación en otro banco, pero con requisitos engorrosos: hasta tuvo que dejar un documento de la propiedad de su casa. “Mi esposo me decía: ‘¿tú tas loca? ¿Por 10 mil bolívares vas a empeñar la casa?’ Aquí las cuotas y los intereses son bajos, es accesible y nosotras podemos trabajar”.
Tanto ella como el resto de las mujeres se muestran alegres cuando posan junto al pendón de “Las Vencedoras”. Casi que responden a coro cuando dicen que la esperanza es ir rumbo al MERCOSUR, que eso es lo que sigue. María Eugenia resume ese sentimiento: “el hecho de venir para acá es una de las experiencias más grandes, la capacidad de sentir que somos productivas y seguir el legado que dejó nuestro presidente. Estamos felices y agradecidas, son oportunidades que no vamos a desaprovechar”.
Fotos: Yacmaily Perdomo- José Antonio Rivas