En tiempo de asumir posiciones:

Con la moral en alto, somos chavistas pa' lo que salga

 

Este planteamiento es uno más de los tantos decires que en este momento hacemos millones de chavistas a través de conversas, movilizaciones y asambleas en todo el país. Vemos como masivamente un pueblo se encuentra en la calle buscándose, preguntándose y planificando su hacer en medio del complejo panorama que se nos presenta. Este escrito surge de la necesidad de sumar y sumarnos a las múltiples expresiones de este país en movimiento, con la certeza de que somos parte del chavismo y es desde ahí que sabremos dar respuesta a los próximos escenarios: sigamos confiando en la fortaleza del nosotros, pueblo en revolución. Sin duda alguna, allí están las claves para seguir avanzando.

 

Que la crítica sirva para seguir construyendo juntos

 

El 6 de Diciembre del 2015, entre otras cosas, se vuelve a evidenciar que el actor fundamental somos nosotros es un pueblo. Revolución, gobierno, partido e historia no avanzan sin nosotros, el pueblo. Serían simples imprecisiones abstractas pa’ hablar de algo en un cafetín.

En consecuencia, nada se reestructurará sin gente, se renovará, se profundizará, mucho menos se defenderá sin gente.

No es tiempo de que nos caigan piedras que nos lancemos de todos lados y a todas direcciones. Más bien que se eleve el criterio y la conducta consciente. Porque no es con pedradas que una realidad se transforma, sino con ideas nuevas y cuerpos puestos pa’ la cosa.

Partamos de vernos en la historia que hemos parido juntos, que la crítica y el horizonte a proponer surjan de allí. Porque nada se crea de la nada y todo parte de un origen, de ideas pensadas en un lugar y un momento; mucho más una revolución cimarrona, referente por su firmeza ante el mundo y, por ello, sometida a un constante asedio por los dueños de la guerra.

Que sigamos estudiando lo que somos, lo que nos fundó y lo que nos hace estar de pie, vivos, porque un pueblo que no está de pie, puede ser lo que sea pero nunca una fuerza viva.

Esta revolución surge por una crisis de la cultura representativa. En medio de esa cultura-política, ser radical era quien más duro lanzaba la piedra o se revelaba contra el sistema-gobierno de turno y en consecuencia la radicalidad se expresó en dos momentos fundantes de una nueva cultura política: El desconocimento a las reglas de juego y valores impuestos por la representatividad del poder (27 de febrero de 1989) y la confrontación directa a dicha representatividad (4 de febrero de 1992).

De ellas emergió esto que somos: el chavismo.

Al irrumpir en la historia se comienza a construir una idea, más allá de la resistencia a esa vieja cultura política, que se vuelve propuesta una nueva manera de hacer las cosas.


 

Asumir responsabilidad

 

El chavismo es por excelencia creador de la participación protagónica. A través de él, como movimiento, nos hacemos gobierno y gente en un territorio, en batalla por ser dignos.

Y eso hace del chavismo la posibilidad concreta para diseñar otra sociedad.

Y cuando nos volvemos movimiento histórico, propuesta colectiva, ya la esencia de ser radical no está en la piedra que muestra o esconde la mano, sino en la capacidad de criterio, de organización, de acción, de desprendimiento de las viejas maneras de hacer las cosas, que tengamos como movimiento para avanzar como pueblo que se gobierna a sí mismo.

Y eso hace del chavismo un proyecto ético, que nos obliga a todos a la participación y la responsabilidad.

El 4 de febrero de 1992 asumió responsabilidad un comandante en rebelión, trastocando la idea de política (de irresponsables) que existía en el momento. Pero resulta que hoy, en el 2015, es otra la idea política que nos hemos dado a construir desde entonces (a diferencia de la que existía cuando el comandante se rebeló). Por lo que, ante los resultados del 6 de Diciembre, decimos TODOS como chavismo: “Por ahora los objetivos no han sido logrados” y NOSOTROS COMO FUERZA HISTÓRICA, CREADORES, DOLIENTES Y DEFENSORES DE ESTE PROYECTO ASUMIMOS LA RESPONSABILIDAD.

Y asumir responsabilidad no es la escuálida, currutaca, frijolita y majunche idea que niega que el capitalismo es dueño y señor de esta guerra. Responsable de ella. Que niega que los grandes y verdaderos ladrones de este mundo sean los que le ponen precio a nuestro país, a nuestro petróleo y a nuestra cabeza, y actúan en consecuencia. Asumir responsabilidad no se trata entonces de obviar u olvidar que LA GUERRA NO ES NUESTRA SINO CONTRA NOSOTROS.

Porque lo que tenemos lo quieren y a nuestro cimarronaje lo odian.

Pero entonces, ahora, esos mismos ladrones de cuanto mundo existe nos ofrecieron una cajita feliz y que, con ella, se resolvería toda la molestia que nos generó su misma crisis (su misma guerra económica impuesta) si tan solo compráramos la fulana cajita mágica-feliz del “cambio”.

Pero bueno, con el parquecito y el payaso y el juguetico de plástico y las papas fritas, juegan a marear.

Y si bien somos un montón los que no cedimos al mareo del embuste (a pesar de ser también objetivos de esta guerra económica), si bien es de reconocer el inmenso esfuerzo de UBCH, consejos comunales, equipos, mujeres de nuestros barrios y comunidades, chavistas en general, que le ponemos un mundo pa’ seguir siendo esta fuerza que somos y que de ninguna manera puede desconocerse esos millones de esfuerzos; asumir la responsabilidad como movimiento, pasa por ser el mismo bloque que, al igual que sentimos como propias las victorias de cuanta batalla hemos librado y salido airosos, también sintamos el peso de estos resultados sobre nuestros hombros, como protagonistas de la historia que somos.

Entonces, de cara al actual escenario, miremos cómo son las cosas, que este país ya no es el mismo país de derrotas seculares. Aquí hay una revolución y en una revolución la mentira no dura un día.

Todo el país está pendiente de discutir lo que pasa, porque la papita frita después de imponerse sabe a cianuro, el juguete se volvió un gremlin, el payaso es chuky y el parquecito la prisión de Guantánamo.

Y entonces se vuelve a poner interesante el panorama…

 

Que nadie se quede en su casa

 

Si en la campaña admirable la candidatura nuestra fue la participación protagónica pues con los resultados lo que está en juego es ella, la constitución que la ampara y el chavismo que la construye. No individuos en cargos.

Que cada uno de nosotros asumamos responsabilidades en función de lo que hemos hecho y propongamos en función de lo que vamos a hacer.

Lo importante es que no se quede nadie sin hacer nada, sin cuestionarse nada, sin proponerse nada.

La realidad nos está diciendo que es toda la fuerza como bloque, o no es. Asumamos como chavistas esta realidad. El presidente habla de una elitización y sectarismo de ciertas instancias decisorias y no solo valoramos su autocrítica sino que seguimos tal ejemplo.

Es verdad eso, sí, en el partido, en liderazgos regionales y cargos medios, sí, pero también es verdad, que quienes nos hemos asumido desde otras posiciones, llámese consejo comunal, movimiento social, colectivo, equipo de propaganda, nos hemos atomizado y estamos seguros que no estrictamente por causas mafiosas, porque son muchos los ejemplos donde, lejos de acumular, en cada batalla se entrega todo; pero sí nos ha sucedido y la realidad nos demuestra que como movimiento no nos movilizamos lo suficiente, como equipo de propaganda no comunicamos lo suficiente, no supimos leer la realidad lo necesario, como colectivo repetimos esquemas egoístas, atomizados, sectarios (no estamos exentos de nada de eso) y no bastamos para vencer, ni fuimos suficientes para avanzar.

Y si nuestro presidente Nicolás Maduro está escuchando y él y la dirección revolucionaria está evaluando planteamientos de todo mundo, cosa que valoramos, sigamos el ejemplo, escuchémonos también a cada uno de nosotros y revisémonos todos si nos hemos desmovilizado en algún momento, desconectado de la realidad en algún nivel, si hemos dejado de comunicar elementos necesarios o de asumir ofensiva ante la guerra económica. Porque a nadie lo desconecta ni desmoviliza otro.

Asumamos lo que tengamos que asumir y construyamos con los pies en la tierra nuestro hacer, porque la representatividad permanentemente se acomoda y nosotros a ella.

Que la vanguardia sea el ejemplo de la acción colectiva, no el señalamiento individual.

 

En tiempos de asumir posiciones

 

Ser chavista, como lo dijimos, es una ética que se hace fuerza en la unidad de un gran movimiento revolucionario. El chavismo a la medida no existe. El chavismo es esto que somos y desde ahí tenemos que jugárnosla juntos.

No esperemos ser la expresión única ni mejor del chavismo. No pretendamos dividir la fuerza chavista (a sabiendas o no) entre los arrechos, cuatriboleaos, sensatos, pensantes, conscientes, revolucionarios de convicción y desprendimiento total, donde por supuesto siempre creemos estar, poniendo al otro lado un saco e’ papa a quien le echamos toda la culpa del escenario actual.

Porque no es la pretensión de superioridad, ni de diferenciarse la que justifica al chavismo en su existencia.

El chavismo es una propuesta política de iguales, una militancia codo a codo, un andar juntos en las buenas y en las malas, una idea que nos amalgama, un proyecto de país y de continente unido desde la solidaridad.

Si algo molesta al chavismo es la desigualdad; por eso los ricos, sus defensores y los imperios nunca estarán con nosotros. Ni nosotros con ellos.

Por eso ser gobierno (trinchera que tomamos y no estamos dispuestos a perder), manejar recursos, cuotas de poder, no deja de ser una contradicción a resolver para nosotros los chavistas, porque nos va diferenciando y nos pone a asumir la guerra desde condiciones diferentes a lo interno del chavismo. Y en medio de un plano de la guerra brutal, como el actual, esas contradicciones afectan más.

Pero no entendernos más allá de esas contradicciones trae sus consecuencias y siempre son contra nosotros como pueblo en conjunto. Porque un objetivo de la guerra es crearnos la ilusión de ubicar al enemigo dentro de nosotros mismos pa’ que nos diluyamos en confrontaciones intestinas.

Por eso sigue siendo el tiempo de mantenernos convocados, reconociéndonos como fuerza ética, para comprender esta guerra y nuestra revolución bolivariana, cada escenario que surge y desde esa ética que somos actuar frente a ello.

Tenemos que aprovechar estos escenarios para entender de una vez por todas, asimilarlo, no decirlo de la boca pa’ fuera, que el CDI, el comedor, la comuna, el consejo comunal, el parlamento comunal, el país en su totalidad es nuestro, no de una institución.

Que decidimos ser gobierno más allá de horarios, y de oficinas.

 

Chavistas pa’ lo que salga

 

El 6 de Diciembre no triunfó la democracia, porque fuimos a elecciones bajo asedio de guerra. Y una guerra no se vence con campañas electorales. Esa es otra contradicción con la que tenemos que aprender a lidiar y salirle al paso: el apuro al que nos somete esta guerra suele hacer que se imponga en nuestras decisiones, por lo general, el manual, el marketing, la encuesta, los lugares comunes y el atropello. Entonces hay que pensar y definir métodos propios para estos nuevos escenarios, porque el barril de petróleo, el consumo y la inercia con la que el capitalismo nos ha acostumbrado a resolver no nos sirven para la actualidad y, más allá de eso, porque las respuestas con las que hemos vencido en batallas anteriores tampoco nos sirven del todo para la actualidad.

Actualidad en la que tenemos que construir la abundancia en el país desde dos flancos: comida y voluntades.

Blindar el estómago desde la siembra soberana y blindar la conciencia de que estamos en guerra y debemos avanzar como fuerza revolucionaria ante lo adverso.

Y uno no está separado del otro, porque blindar el estómago es asimilar, más allá de la repetición en el discurso, que el petróleo y la esclavitud de los campos mundiales nos han alimentado por más de un siglo, y tenemos que asumir postura y acción ante ello.

Blindar la conciencia es, en definitiva, lo crucial en esta guerra. Comunicarnos, explicarnos entre todos cómo funciona, aprovechar la coyuntura y discutir la guerra y nuestra ofensiva ante ella.

Pero no con la arrogancia de la sabiduría que aflora después que pasan las cosas, sino con la humildad ante los tiempos futuros. El presidente, en este punto, sigue siendo un ejemplo: es tiempo de escuchar, revisar, estudiar y seguir de pie.

Digámonos la verdad y desde ella sepamos convencer, que ninguna molestia, por legítima que sea, contra un servicio público, contra un banco del estado, contra un policía, un guardia, un alcalde, el partido, la misión tal o el ministerio cual, puede privar sobre la gran bronca contra los ricos del mundo y sus operadores locales, ni ponerse como condición para mantenerse dentro de las filas revolucionarias.

Sepamos explicarnos y asimilar eso, que estamos en guerra, porque el que está en una guerra y no tiene conciencia de ello, lejos de escapar de esa guerra, se vuelve carne de cañón para ella.

Desechemos las ilusiones y preparémonos para los escenarios que vienen. Ninguna instancia del gobierno, ni individuo alguno, va a poder con una arremetida venidera, sin gente dispuesta a defenderse y luchar por lo construido y lo por construir.

En esta guerra se cerramos filas con el liderazgo de nuestro presidente Nicolás Maduro, con la confianza en sus decisiones porque es la trinchera que le hemos dado y que es vital preservarlo allí. Pero también con nuestra capacidad de acción para preservar la fuerza e incrementarla. Y fuerza es gente consciente y organizada en un territorio.

Trabajemos entonces en profundizar la revolución, en fortalecer el criterio, la comunicación, el territorio, la siembra soberana y la organización frente al actual escenario de guerra, para que en próximas batallas coyunturales (electorales o las que salgan) nos encuentren cada vez en mejores condiciones de unidad, de lucha y de conciencia para vencer.

 


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