¡Ni un diputado merecen!

Evidenciados ya el légamo, la viscosidad oscura de que están untadas la mente y la intencionalidad perversas de eso que llaman "derecha" opositora venezolana, uno medita sobre la posibilidad de que alguno(s) de estos tipos tuviesen ascendencia en cualesquiera decisión trascendente (económica en especial) que involucrara la orientación político-social del país, con esa acendrada vocación de mercachifles de lo ajeno, de patanes traficantes de todo lo venezolano. ¿Cómo es posible que, como lo demuestra el vomitivo diálogo entre el harinero Mendoza y el tal Hausseman, un ente como el Fondo Monetario Internacional (verdadero engendro de la maldad económica y de tragedia social para los pueblos) tenga tanta purulencia dañosa dispuesta a repetir la traición, la mortandad? Sólo con recordar la experiencia horrorosa del año 1989 (El Caracazo); sólo con verse en el espejo de la indignidad a que es sometido el clásico y ahora sufrido pueblo griego ( se aseguraron de apropiarse de sus aeropuertos); nada más ver la lucha encarnizada de Argentina contra los "Fondos Buitres" y tantas malignidades que ejecuta ese fondo, bastaría para excecrar la sola idea de mentarlo. Pero no, lo desean y añoran la decadencia y la esclavitud de la Nación.

Piensa uno también hacia lo interno: asesinan a nuestro muchacho diputado Robert Serra y su compañera María de una forma tan salvaje que el mismísimo Jack "El Destripador" hubiera bajado la frente sonrojado y ellos giran la vista casi con regocijo y lo difaman; sobreviene un decreto de guerra prepotente y calculado para cuando algún gringo desquiciado (¡con tantos que hay!) lleve gusto en concretarlo y ellos lo celebran, escurriendo el bulto se niegan a todo acto condenatorio, no firman la reacción puntual de rechazo de más de once millones de venezolanos ante tamaño oprovio; se aprueba un presupuesto nacional que prevé miles de viviendas para nuestros compatriotas, entre otros beneficios sociales, y ellos no lo votan; se producen peligrosas deslealtades injerencistas hacia lo interno y soberano de nuestro devenir o desplantes de soberanía prestada por parte de gobiernos que nos colindan y ellos sonríen, añorando más; se dispone un decreto que aumenta los sueldos (30%) para combatir la guerra económica instaurada por la codicia enfermiza de los grandes "empresarios" y ellos niegan; asesinan con saña a un joven estudiante de una universidad "autónoma" y ellos vuelven a girar la vista para hacer banal el reguero de sangre; se desata una campaña bestial, inhumana e irrespetuosa contra dos importantes damas, de desempeño público ejemplar: la doctora Tibisay Lucena (Presidenta del Poder Electoral) y la doctora Cilia Flores (Primera combatiente y esposa de nuestro Presidente obrero, Nicolás Maduro) y ellos salen a tongoneársele al gringo, cohonestando la vileza de esos medios de adentro y de afuera que con placer y sin escrúpulo difunden las falacias. ¿Soterrada misoginia? Y, últimamente dos personajitos envalentonados, del sur, la emprenden contra Venezuela y ellos le obsequian el beneplácito del silencio cómplice que otorga.

Son sólo aspectos que resaltan esa conducta ignominiosa que los coloca en situación permanente de vender o regalar al país y que, de suyo, justifica el certero epíteto de apátridas. ¿Acaso una guerra no acabaría con ellos y los suyos también? ¿Quién distingue a quién en Irak o Libia hoy? ¡Será que hay muertos más chéveres que otros o "menos" muertos? Hoy recuerdo una aseveración puntualísima que hizo nuestro inmenso comandante Hugo Chávez luego de la brillante victoria del referendum (60%), dijo más o menos que si no hubiese habido la intervención parcializada y manipuladora de los medios de "comunicación" privados, en esa oportunidad se habría superado el 80% de la votación. Tenía razón. Y de nuevo es con esos medios, de adentro y de afuera, con los que ellos cuenta ahora; por eso no les importa mucho la campaña, quizá por las segundas ¿o primeras? intenciones. Se podría preguntar uno: ¿Y si el pueblo se vuelca todo a defender sus logros en estas elecciones? ¿Si falla lo mediático? ¿Los gringos? De cualquier manera, vayamos a votar. Hagamos realidad la consigna: El 6 de diciembre próximo ¡Gana Chávez!



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