Notas de psicología política

Emociones y campañas electorales: Análisis de la coyuntura actual venezolana

No puede haber transformación de la oscuridad en luz

ni de la apatía en movimiento sin emoción

Carl G. Jung

La motivación a la acción en los humanos, su continuidad en el tiempo o su paulatino o abrupto deterioro, no se fundamenta primordialmente en la razón. La psicología como ciencia así como en su momento lo hiciera acertadamente la filosofía, ha comprendido que los procesos motivacionales humanos, en este momento histórico, tienen su acento en la emoción y no en los instintos o pensamientos. Muy a pesar de las aspiraciones ideológicas de la modernidad que privilegiaron el razonamiento y la lógica, son los mundos de vida afectivos de los individuos y los grupos sociales los que mueven a la acción y por ende a la acción política y en consecuencia al voto, votamos desde la emoción no desde la razón, desde "argumentos" afectivos que no siempre son del todo conscientes, por lo que movilizan el comportamiento humano aunque la persona no los reconozca y hasta los niegue.

Partiendo de esta premisa, tratare de analizar los fenómenos afectivos que se desarrollan en contexto del proceso eleccionario por venir en Venezuela el 6 de diciembre y finalmente ofrecer un conjunto de consideraciones en este plano que puedan servir para orientar una acción y discurso más efectivo a la hora de potenciar la motivación del votante en la fase final de la campaña, sin que esto signifique que este sea el plano más relevante, único o decisorio en una elección, entendiendo que los procesos electorales solo pueden concebirse como procesos sociales, políticos y humanos complejos.

Sobre las emociones como fenómeno social

Las emociones no surgen de forma natural, no son solo reacción fisiológica o conductas aprendidas frente a los estímulos del ambiente y tampoco se encuentran hundidas en las profundidades inconscientes de la historia infantil individual; así mismo sería erróneo concebir que los afectos analizados como fenómeno colectivo pueden equipararse a como estos se experimentan de manera individual.

Las emociones entendidas como fenómeno psicosocial, se expresan en un proceso dinámico de interacción con el medio en el que se desarrollan, las relaciones en que se fundan y la construcción de sentidos que las personas conforman, enmarcadas siempre en su particularidad histórica y cultural. Es decir, sería un error concebir a los seres humanos como pasivos consumidores de ideologías dominantes, contenidos mediáticos, coaccionados por el sistema y los dispositivos de poder existentes en una sociedad dada; los seres humanos somos constructores activos de significados y sentidos, seleccionamos, priorizamos y rechazamos mensajes y contenidos, relaciones e interacciones personales, institucionales y económicas; lo que no implica que lo hacemos a libre voluntad y albedrio individual, esta construcción siempre ocurre dentro de los límites del momento histórico en el que la persona se desarrolla y el sistema socio-económico y cultural en el que existe, conformando una subjetividad consustanciada con el lugar que ocupa ese individuo o conjunto de individuos en las relaciones de poder y de producción material. En nuestro caso en particular, los límites históricos y subjetivos a los que hago referencia son el conjunto de significados, valoraciones y formas de relacionarnos que surgen del sistema económico en el que existimos, el capitalismo.

Cualquier análisis que soslaye esta evidente pero intencionalmente ocultada premisa, tendera a confundir las estructuras socio-económicas y culturales referidas a un momento histórico, con formas naturales e inevitables de organización social y expresión individual, cuando son realmente la expresión de la dialéctica en la se ha desarrollado el capitalismo.

Solo entendiendo esto, podremos comprender que sean los iconos, símbolos y premisas del capitalismo, aquellos que inciden con mayor fuerza en los afectos de las personas. Son disparadores afectivos entonces, todo aquello relacionado con la propiedad privada, el consumismo, el individualismo liberal, el intercambio mercantil, el fetichismo de las mercancías y las relaciones desiguales de poder; mismas que se encuentra en constante conflictividad (relación dialéctica) con las aspiraciones de bienestar grupal, propiedad colectiva, igualdad de condiciones de vida y justicia social.

Sentadas estas condiciones ahora podemos adentrarnos con mayor claridad en el análisis de las emociones en relación con el tema electoral en la coyuntura actual. Todos los informes y análisis serios sobre el clima emocional del venezolano en la actualidad hacen referencia a la predominancia de dos proceso afectivos: la incertidumbre y la frustración, la incertidumbre genera miedo, ansiedad y la frustración rabia y agresión. Este "clima emocional" no tiene porque corresponder directamente a la situación económica actual, entendida como crisis por unos y como guerra por otros, cuya consecuencia de mayor incidencia en la población general son la escasez, las colas y la inflación. Me interesa reflejar que esta incertidumbre y frustración, se anclan en una subjetividad construida en tono a esos valores referenciales del capitalismo que aun siguen ejerciendo su función como marcadores emocionales movilizadores del comportamiento.

En Venezuela a pesar de las transformaciones estructurales e ideológicas que se han desarrollado en los últimos años y en particular aquellos asociados al proceso Bolivariano, se mantiene vivo el imaginario socio-cultural capitalista de la misma manera que el sistema económico venezolano se mantiene anclado a un modelo mono-productor, rentista y dependiente. Es por ello que (aunque con sus diferencias) independientemente de la autodefinición como opositores al "régimen chavista" o como aliados y fieles militantes del chavismo, experimentan por igual reacciones afectivas similares aunque responsabilicen a diferentes actores. De esa manera, vivirán con temor cualquier ataque a la propiedad privada que asocian a la propiedad personal y experimentaran frustración al no poder "desarrollar" su potencial económico individual; del otro lado y siempre en tensión se encuentran haciendo vida simultáneamente las esperanzas y los anhelos de bienestar colectivo y sustentabilidad grupal, que se experimentan contradictoriamente, con esperanza de un mundo mejor y miedo a perder lo que ahora supuestamente se tiene.

Una Campaña Electoral no Tradicional

La campaña electoral que hoy se vive en Venezuela es una campaña alejada de los enfoques tradicionales que inundaban calles y medios con consignas, músicas emblemáticas y comerciales vendiendo candidatos, que seguramente harán su aparición en la fase final y periodo legal de campaña. Este enfoque no convencional de campaña electoral se ha basado en el formato y las estrategias presentes en las guerras de baja intensidad o de cuarta generación que hace del escenario psicológico individual y colectivo un campo de batalla. En este contexto, gran parte del esfuerzo de la campaña electoral ha estado dirigida a encauzar la incertidumbre y el miedo experimentados por gran parte de la población, que se transforma en miedo y rabia que mueven a las personas a la acción bien sea para huir, evitar, defenderse o atacar; siempre con el objetivo de preservar el bienestar y la integridad individual, familiar o del grupo social con el que se identifica.

Oposición y gobierno, alejados de los comerciales y la publicidad tradicional, haciendo uso de las redes sociales, de los medios de comunicación privados y públicos, nacionales e internacionales aliados a unos u a otros, intentan posicionar "noticias" que generan matrices de opinión orientadas despertar el temor de sus simpatizantes y militantes frente a las amenazas que se ciernen sobre ellos si el otro bando ganase la elección y dirigen la rabia hacia aquellos que son significados como los culpables de la problemática actual y catástrofe futura, ambos además dirigen sus esfuerzos a fomentar la tristeza y la resignación del adversario como forma de promover la abstención. Es importante recordar que no estamos analizando aquí las causas o responsables de este escenario económico y electoral o la veracidad de una u otra versión. Lo importante acá es entender que esta vivencia afectiva es real para la persona y por lo tanto las estrategias utilizadas tienen un efecto directo sobre comportamiento. La estrategia se fundamenta entonces en un discurso aparentemente racional y objetivo, pero no está dirigido a convencer a través del análisis lógico sino a posicionarse en el mundo de vida afectivo del votante.

Es un buen momento para preguntarnos por las emociones que han quedado fuera de esta batalla electoral, que como toda contienda política es una batalla por el poder desde el poder. ¿Donde ha quedado la alegría y la esperanza dentro de las estrategias electorales planteadas?. La oposición ha apostado en este sentido a posicionarse como posibilidad de cambio pero esta significación pierde valor y sentido para la gente al no estar acompañada de un proyecto explicito y creíble de país, además de las contradicciones propias de unos actores que representan proyectos políticos y económicos del pasado. Por su parte el gobierno intenta mantener vivo ese discurso lleno de esperanza, creíble, empático, reivindicativo, compartido por las mayorías populares que encarno Chávez, que hoy tras su muerte todavía busca recomponerse en el discurso oficial. Hoy ha menos de un mes de la elección se hace imperioso reconstituir esa esperanza abrazadora cuyo código siempre le ha resultado indescifrable a la oposición venezolana por verse imposibilitada desde el punto de vista ideológico para comprender los padecimientos y anhelos de las clases populares venezolanas por no haber pertenecido nunca a ellas y representar políticamente los intereses de sectores privilegiados de la población.

Los desafíos de lo que resta de campaña

Como bien ya hemos expuesto, este análisis solo se asoma en un factor particular de los procesos sociales y políticos humanos que se asocian al voto, el de las emociones, que como ya exprese, lejos estoy de considerarlo único o por si solo determinante. Pero si es esencial entender que si no tomamos en cuenta este factor primordial en la motivación de los seres humanos se puede estar dejando de lado un elemento esencial en el éxito o fracaso de un proceso electoral y que podemos ver con mayor claridad analizando a los actores políticos de la contienda por separado.

La oposición: He escuchado una y otra vez a voceros que apoyan el gobierno decir que la oposición no está haciendo campaña. Esto sin duda es parte de una estrategia política, pero creerlo será un terrible error, la oposición esta haciendo campaña, una campaña global, constante, desbordada y no controlable por las reglas democráticamente establecidas. Esta campaña consiste en mensajes fatalistas y catastróficos sobre la situación actual y futura, promovidos por los grandes poderes mediáticos internacionales desde fuera y replicados dentro por medios nacionales y redes sociales o mensajes de texto y lo que es más importante y sería además un buen índice para medir lo eficaz de los mismos, estos mensajes y matrices de opinión se propagan de boca en boca, en forma de rumor u opinión generalizada.

Estas matrices mediáticas, si bien es cierto que se originan en intereses corporativos, neo-colonizadores y comerciales extranjeros y nacionales, que ningún interés han tenido, tienen, ni tendrán en el bienestar de clases populares de nuestro país, adquieren legitimidad en el pueblo, no porque el pueblo este "falto de consciencia", sino porque estos se anclan en su vivencia cotidiana, en sus padeceres, frustraciones y preocupaciones. Mensajes que se fundamentan en los temores de un pueblo que forjo su subjetividad en el capitalismo.

Mensajes que se anclan en temores, problemas, frustraciones, de los cuales el gobierno y su campaña ha decidido no hablar o solo tocar en segundo plano para culpar a otros; el discurso de la oposición entonces encuentra la resonancia que nunca habían tenido en el pueblo, ya que le habla a la gente de sus problemas cotidianos y que les señala al gobierno como culpable, esa es su gran fortaleza discursiva. Su debilidad está en que posiblemente ese discurso neurotizante, catastrófico, promotor de miedo, tristeza y desesperación, se enraíce en sus votantes duros tradicionales y promueva la abstención en sus propias filas, fenómeno que ya podemos vislumbrar a la luz de las migraciones recientes de la clase media venezolana, que se hacen acompañar de un discurso desesperanzado sobre la situación nacional y orientada a la resolución de sus problemas económicos individuales.

El gobierno: Por el contrario el gobierno, dicho por sí mismos y sus adversario, si se muestran en campaña, movilización y actividad constante. La llamada maquinaria política, con toda su carga ideológica y afectiva conformada en estos últimos años en torno al liderazgo y la figura ya mitológica de Chávez, pretende hacer frente al descontento por la gestión de gobierno; ya no de una oposición que siempre ha votado en contra, sino dentro de sus propias filas.

Para ello se atrinchera en un discurso que se orienta a promover las misma emociones que está promoviendo su adversario: el miedo y la rabia; miedo a perder lo conquistado hasta ahora, Miedo a volver no solo al pasado sino a algo peor, que aun no hemos vivido, el neo-liberalismo en toda su expresión; rabia hacia el que es causante de su mal-estar y padecimiento, que no es el gobierno, sino el empresario, el imperialismo siempre habido de nuestros recursos naturales, en fin el capitalismo. Todas estas son categorías y significaciones que aunque cotidianas, se han naturalizado y han quedado cubiertas por el velo de la ideología dominante y dominadora.

En esta lucha, sin duda necesaria, en el terreno ideológico, se ha perdido el contacto discursivo con los problemas cotidianos que vive el pueblo, llegando en ocasiones hasta a negarlo. Se hace esencia hablarle a la gente desde sus padecimientos y pesares, recuperar el discurso que se ponía del lado y visibilizaba los grandes problemas y anhelos populares. Chávez nunca negó los problemas, él siempre se mostro como el primero en sufrirlos y en combatirlos. En lo que resta de campaña debe hacerse un gran esfuerzo por descomponer definitivamente ese discurso constructor de significados compartidos entre un proyecto político y el pueblo, ese discurso creíble por que hablaba de lo que la gente experimentaba como real.

Los partidos aliados al gobierno: De los partidos aliados, he escuchado constantemente, la autoafirmación de que son ellos los que aglutinaran el descontento del llamado Chavismo, que las masas populares descontentas con la gestión de gobierno, siempre serán fieles a Chávez y no votaran por la oposición aunque si pudieran abstenerse; que por tanto, ellos podía podrían representar ese espacio para que conjurar el fantasma de la abstención. Pues bien, lo primero es precisar que las fidelidades de las masas son dinámicas, cambiantes, no son eternas, ni ideales, sino que responden a las experiencias cotidianas y la valoración que se haga de ellas. Así mismo, es necesario recalcar, que no será posible que los partidos aliados se hagan receptores del descontento si sus discursos, programas y acciones políticas, son replicas más o menos similares a las que expresa el partido de gobierno.

La diversidad dentro de la unidad, la dirección colectiva y democrática del proceso revolucionario, son atributos a resaltar en el Polo Patriótico, no ha disimular. La unidad alcanzada en el Polo Patriótico, es una fortaleza política, orgánica y funcional todavía no suficientemente aprovechada que solo debe superar lo que parece ser un problema histórico de la izquierda, el sectarismo. En ausencia de la figura aglutinadora de Chávez, es esta unidad lograda la única que puede realmente continuar un proceso político orientado a consolidar la independencia de poderes económicos y políticos extranjeros y construir una propuesta alternativa al capitalismo.

La utopía y la esperanza como clave del triunfo electoral

La esperanza como fenómeno afectivo en este proceso electoral, no está representada en promesas aéreas como las que proliferaban en la forma tradicional de hacer política tradicional y sus campañas electorales. En este caso me refiero a la esperanza que asienta su base en la construcción de un discurso comprensible y creíble, con el cual las masas puedan identificarse, sentirse visibilizados, un discurso que se conecte como ellos narran su historia, su vida cotidiana, que reconozca sus temores y descontentos, un discurso capaz de poner en palabras sus más profundos anhelos de justicia, igualdad, dignidad, bienestar individual y colectivo.

Esto no se puede construir solo con asesores políticos y publicidad, por mejores que estos sean. Largas es la lista de contendientes del chavismo que por su discurso falsamente popular, hipócrita y mal actuado quedaron el camino derrotados; por lo que el gobierno debe conocer bien esta lección. Ese discurso lleno de entusiasmo y esperanza solo puede surgir de consustanciarse con los procesos históricos vividos, que en conjunción con la praxis política llegan transformarse en una idea, un partido o una persona que cataliza la fuerza humana de determinados grupos sociales para transformar su situación vital, eso que llamamos momento revolucionario. En ese instante se resquebraja el velo socio-cultural del sistema de poder imperante y por las rendijas se logran ver nuevas formas posibles de relación y de vida que llenan de esperanza y mueven a los seres humanos a la acción, es esto lo que podrá realmente mover el voto y superar los obstáculos surgidos de la coyuntura política y económica actual venezolana.

Decía Unamuno frente al fascismo español: "…Venceréis, pero no convenceréis", y así fue, pasados los años y luego de miles de muertos, desplazados, asesinatos y todo el cumulo de crimines e injusticas del fascismo en España, este no venció definitivamente pero su terrible herencia aun recorre el imaginario político y social español y mundial. La historia latinoamericana parece signada por historias similares donde todos los esfuerzos libertarios fueron finalmente ahogados por los poderes imperiales o nacionales que se oponían a cualquier cambio a favor del bienestar colectivo y la independencia. Pero este destino fatal que parece acompañar a los latinoamericanos aun puede conjurarse, seguros de estar del lado correcto de la historia, nuestro deber es luchar llenos de esperanza por la victoria.

gerardosan73@hotmail.com



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