Después del 6D: Un traje que los tontos no podemos ver

"Hay que desarrollar las fuerzas productivas al costo político y social que sea. Eso, como dijo nuestro comandante, será "por ahora". Para eso se necesita una alianza con la empresa privada, dejar que se desarrolle el país, que Venezuela sea una "Venezuela Potencia", que haya muchos productos qué vender, que nuestro pueblo tenga la opción de muchas cosas qué comprar. Que el intercambio comercial fluya; solo un tonto no se daría cuenta de qué es lo que hay que hacer para conquistar el verdadero socialismo".

Entonces el Rey, que no tiene un pelo de tonto, así como los ciegos de nacimientos, luego de ser operados, cuando les retiran las vendas comienzan a distinguir luces, desarrolló de pronto un sexto sentido que le mostraba la fastuosidad de aquel "noble traje", la delicadeza de sus telas, su corte perfecto que casi no se hacía sentir. Los sastres, pícaros maliciosos, insistieron en el hecho de que solamente "una inteligencia tan perspicaz como la del Rey" podía percibir lo acertado de aquel plan, la ¡victoria perfecta!, para poder conquistar al "auténtico socialismo", y el amor de su pueblo.

Luego de que sus taimados asesores tecnócratas convencieron al Rey de su "elegante elección"; que ahora el Rey convenciera de "ella" a su gobierno, a sus ministros más obtusos y al pueblo, no era una cosa difícil. Solo los enemigos del reino se atreverían a insinuar que Él estaba desnudo. Lo que al soberano no lo ofendía ni de cerca, conociendo lo tonto que serían todos al no ser capaces de percibir algo que brilla a la vista de los más avezados en los asuntos de Estado.

En esta interpretación del cuento del Rey desnudo, quienes somos capaces de advertir sobre el engaño, decir que algo huele mal en esas "voces" consejeras, ahora pasamos por tontos. Si partimos de la premisa que nos indica que el traje del Rey no lo pueden ver los tontos, y que los críticos del Rey no podemos ver el traje, ergo, los críticos del rey somos unos tontos. Por ahora.

Hasta ahora no podemos entender cómo es posible que invitar a un "diálogo nacional" con los enemigos (políticos, de clase, con los empresarios y sus lacayos) sea el camino correcto para conquistar el corazón del pueblo chavista. Así es, al pueblo chavista. Porque al que no lo es (digamos que a la clase media más despierta), con tantas ambigüedades, con tan pocas explicaciones racionales, o falta de carácter, la soberbia del Rey desnudo ha terminado lanzado a esa pobre gente a la oscuridad de un odio demencial, simple y llanamente. Y digo esto, si es que con ese "diálogo nacional" se pretende "tender un puente" para llegar a la orilla de la siempre anhelada "clase media" (aclaro por enésima vez que aquí por clase media nos referimos al "espíritu" gregario que la domina, que representa a ese pedazo de la población, no a las particularidades. No es nada personal).

Hasta ahora no entendemos los matices, las sutilezas tácticas de esta revolución mal vestida. Porque nadie dice nada, nadie explica nada, en nombre de la Paz. Y uno y otro se cansa de gritar que sin socialismo no puede haber paz. Que solo en una sociedad justa, igualitaria, saludable, educada y consciente de su ser social; que solo en socialismo y sin capitalismo puede haber Paz, y sigue el rey pavoneándose con los géneros de sus andrajos reformistas, socialdemócratas. Porque ahora no se trata del socialismo, se trata de la Paz. De un país trabajando en Paz. Pero nadie dice si se trata de la paz del pacto de Punto Fijo, de la Tripartita, la paz de la sumisión de las mayorías a las leyes del mercado, a las reglas de la democracia burguesas de siempre. Nadie dice claramente si el sacrificio del pueblo es el de votar y ser engañado, el de seguir atados de pies y manos a voluntad de unos sastres, asesores, consejeros o lo que sea, pícaros y arribistas, oportunistas. No dicen nada, hasta que nos arrebate la muerte, hasta que sobrevenga otro peo o se consolide la tiranía.

Los tontos que no vemos "bien vestida" a la revolución podríamos ser los cuerdos de la historia, y ahí sí: si el Rey constata su "facha" sería capaz de reconocerse engañado y admitir que lo falsificaron, que fue un pendejo (como una vez lo haría Chávez). O embestir con furia contra quienes osamos gritar desde lejos "El Rey está desnudo".

En esta historia solo puede haber un tonto y muchos pícaros. Tonto, el que ve el vestido del Rey o el que no lo ve, sin embargo los picaros y sus picardías nos confirman que el vestido no existe. Aquellos que falsificaron el Plan de la Patria hicieron que algunos negadores se duerman cuando le hablan mal de su familia. Pero el traje no existe. Quisieron tender un velo de frases vacías, de tecnicismos rebuscados para disimular sus verdaderas intenciones: hacer Ley una cantidad de licencias para la explotación capitalista despiadada en la Zonas Económicas Especiales; desmontar las Empresas de Propiedad Social o convertirlas en una familia cercana a las cooperativas, una especie más de empresas auto gestionadas, criticadas fuertemente por Chávez; asociar empresas como Venalúm con el sector privado, so pretexto de atraer inversiones y pacificar el país; entregar el control gerencial a las petroleras privadas de las empresas mixtas (también, para atraer inversiones). En fin, como una meretriz desnuda que se hace muy interesante a la mirada de los libidinosos, la socialdemocracia interna intenta vestir con el manto de un "socialismo pálido" las formas angulosas y desnudas del capitalismo, para el gozo concupiscente de los capitalistas. Palabras, frases, publicidad, propaganda, imágenes fantasmales, "lucecitas montadas para escenas", donde el ojo atento del enemigo no ve ni siente ninguna amenaza a sus intereses pero sí una oportunidad única de obtener grandes ganancias a través negocios redonditos.

Y las elecciones "visten mejor" la vocación capitalista que tienen las políticas del gobierno, pero ni siquiera la disimulan con el "socialismo traslúcido" que enseña las partes íntimas del capitalismo, sino la cubren de democracia, de democracia representativa burguesa. Lo que para el presidente resulta alentador de las fuerzas chavistas (inclusive, para salir y votar contra la derecha), para nosotros, los tontos que vemos al Rey desnudo, es una certeza de que verdaderamente está desnudo. Y nos referimos a su reiteración al "diálogo" en enero con los miembros de la asamblea, sean estos del bando que sean. Siendo así, amigo mío, da igual votar o no votar. Si gana la derecha el presidente se reunirá con ella a dialogar ¿Qué?, no se sabe, se sospecha; ese anuncio es un mal indicio y un mensaje negativo, contraproducente.

Desde ya, como revolucionario y chavista el presidente Maduro debería diferenciarse de plano con los intereses de la derecha, de los representantes del capitalismo y del imperio. Debería, en cualquier circunstancia, no dialogar con ella, o pactar con ella, hacerle ninguna concesión, y ese diálogo ya es una y muy significativa. Una revolución socialista es, sobre todo, una confrontación ideológica y de intereses encontrados en virtud de los cuales no se debe tener jamás ningún reparo con el enemigo. No somos iguales propietarios o patrones y trabajadores, no somos iguales ni tenemos las mismas oportunidades ricos y pobres. No son iguales los intereses de los obreros de Empresas Polar a los de Lorenzo Mendoza, solo porque este último da empleo, porque puede comprar o no su fuerza de su trabajo.

Pero parece que después del 6 de Diciembre estas fuerzas antagónicas pasarán a formar parte de un solo interés supremo, la Paz del país en el capitalismo, la paz de la resignación del obrero y del pueblo chavista y humilde, otra vez la desesperanza; de nuevo acumular tensiones sin un líder, o con el líder asesinado y olvidado. El presidente Maduro debería revertir ese diálogo ahora. Una Paz indigna, un país de nuevo domeñado por adecos y copeyanos, por socialdemócratas, a ese precio… es preferible la muerte en combate.

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Héctor Baíz

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