¿Porqué nos dejamos estafar, a qué tememos?

Quizás los excesos de confianza, presumir todavía buena voluntad ajena compuesta de inasible ira, en estos momento tengan y sean culpa visible; pero, valiéndonos del siempre pero, no fue acaso, qué Hugo Chávez nos habló hasta el cansancio del Poder Popular, no nos advirtió los panoramas de irrupción derechista que hoy vivimos en carne propia, y nos indicó que era y es el camino a las grandes soluciones revolucionarias, no nos refrendó lo que aún truena en los sórdidos oídos de un constituido negado a ceder y constante asechador de La Comuna. Que nosotros compungidos y confusos manoseamos la vieja maña del vicio de la ostentación del poder, que no nos atrevemos por los mal sanos egos a dar pasos cruciales amparados en los esquemas de un sistema que casi resuella en su lecho mortal, pero que con oraciones adecas-copeyanas le damos vida rezando efusos en su tumba. Que "opuestos" y ávidos a su vez del asco político frecuentamos su patraña, que errados y entre mojigatos pretendemos tener en nuestras "pulcras" manos una barita mágica para manejar con capricho infantil políticas de profundidad y de cambios estructurales. No temamos más o dejemos de ser Pueblo Constituyente. El que une, lucha, el que batalla, ostenta victorias. La cómoda placidez del Poder Prestado no deja ver a muchos que sin políticas de ojos claros, sobre atizan la aguda penumbra por la que atravesamos, pues, desde el Burócrata Poder Constituido, no se siente de piel descarnada cuánto se sangra desde la arena del constituyente, no derrama ni una gota de sacrificio, por tanto, no comprende, no le está de cuerpo y dolor-mayor, no es capaz aún de rasgar vestiduras por el legado bolivariano-chavizta; y todavía le es perecedero entre uno que no muere y otro que no le dejan nacer ni vivir, pero que le apalea para que solo gima con derecho a reclamo, más no, el de la asunción a su propiedad colectiva de Poder Popular, de la Comuna; hay un dictatorial, se encasqueta lo ajeno, obstruye, que disipa u obstaculiza, hay unos viva la pepa que nos estafan; por qué temerles más.



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Omar Ignacio Pinto


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