Estrategias de poder

Utilizo esta figura del autor francés Foucault para destacar lo que me luce está presente y es visible en la acción de la derecha venezolana, de la hegemonización mundial capitalista, la globalización, pero parece no estarlo en nuestras respuestas, las cuales se queda en la defensa y no pasamos al contraataque.

Se quedan en propuestas, quizás acciones con pretensiones contra-hegemónicas que no logran asentarse en esa condición, lucen como cuestiones que esa derecha internacional y, como reflejo, la de aquí, ya superaron. Porque, no podemos engañarnos, el capitalismo mundial ha logrado ajustarse cada vez que, algún movimiento popular, logra una victoria parcial, y, por ello, no alcanzan la posibilidad de ser un ataque, una contra-hegemonía.

Debo decir que mucho de esto ya lo han dicho unos cuantos, no estoy en una interpretación novedosa, como si lo están otras que supongo provienen de la experiencia constructiva de aquellos que han dirigido “combates”. Por lo que disculpen si repito, es mi angustia.

Puedo comenzar con aquello muy conocido de que el enemigo armará su ataque sobre nuestras debilidades, sobre aquello que está en nuestra propia forma de hacer las cosas, inclusive algunas costumbres, algo de nuestra cultura que erosionan la estabilidad de la sociedad que vivimos y, peor aun, los avances que pretendemos. Pretendía referirme a dos de ellos, que están perfectamente coaligados, en el sentido de que son expresión de lo mismo: uno, que asumo como interno, el que tiene que ver con lo que puede llamarse nuestra vida en la “lógica del capital” y, otro, que puedo considerar externo, el referido a la disminución de la presencia de Estado. Sólo que, en este caso, escribo sobre la primera. Si logro que alguien se interese, la segunda, será la próxima vez.

Esta estrategia del sector más conservador tiene, como brazo de lucha, el uso de los medios de información masiva, sobre todo en esa formula de lanzar una mentira en el sitio de manera que no pueda haber respuesta más que defensiva. Frente a ello, por ejemplo, tales respuestas, las hacemos en opciones de medios que posiblemente utilicemos sólo quienes nos acompañan. Aquí entran perfectamente sus propagandistas de calle, esos que son voces populares reclamando, que antes eran chavistas, y que dicen en voz alta las fallas de lo que se ha generalizado como “escasez” de productos y de servicios, que también es una voz de ellos. Sólo que es algo tan evidente que se dificulta una respuesta.

Pero esta no es el único ni principal componente de la estrategia de poder de la que hablo. Me refiero a una puerta de erosión de la estabilidad y la credibilidad que nos agobia en la propuesta del proceso que pretendemos. Me refiero a una expresión local, que se convierte en significante de los intereses internacionales y opositores nacionales, como lo es la creciente presencia de los revendedores de productos subsidiados, no sólo los buhoneros establecidos, incluidos los comerciantes de los mercados públicos, sino otros muchos que son nuestros vecinos y nos ofrecen esos productos con sobreprecio. Pero también está la aparición de gestores de aquellos servicios, supuestamente escasos, como por ejemplo, el transporte interurbano: avión, autobús, inclusive ferris, en lo que respecta a Margarita. Tales cobran dos y tres veces el pasaje a cualquier destino, más o menos lejano.

Pareciera darse la necesidad de conseguir dinero lo más rápido, en la mayor cantidad, con el menor esfuerzo, con el agravante que es para consumir la mayor cantidad de productos y servicios que le den satisfacción de “riqueza”; comodidad y placer, sentido de seguridad que da el tener dinero suficiente para casi cualquier eventualidad, que nunca se presenta. Evidente, no para invertir, como diríamos del capitalista, aunque en su mayoría ellos, los capitalistas, parecen comportarse de igual manera, recordemos que son rentistas.

Algunos autores para caracterizar esta actitud, siguiendo a Marx, hablan de la “lógica del capital” que nos envuelve. Lo señalan como elemento subjetivo producido por la acción de los medios, considero, más bien, que éstos los agrandan, lo exacerban. Ya está allí en nuestras vidas, por ejemplo, cuando el derecho humano de privacidad, de existencia de la condición de vida propia y personal lo ampliamos al derecho a la propiedad privada, que, según Marx, no importa cual es el nivel de propiedad, desde la individual hasta la corporativa transnacional, todas generan egoísmo, competencia. Dejan penetrar ideas, como por ejemplo, el que nos lo merecemos frente al otro que no ha trabajado tanto como nosotros, no importa si lo que llamamos trabajo es en hacer manual, estudios, desarrollo de habilidades o, también entra, actividades delictivas bien colocadas en la final aceptación social. La especulación, la llamada viveza, la relación con el proveedor corrupto o el adecuado, es, también en esta lógica, un trabajo, similar al del obrero, trabajador de servicios, es decir, es igual al esfuerzo de todo asalariado que no tiene esa posición, esa posibilidad.

Frente a ello, creo, sólo utilizamos, los que de alguna manera intentamos diferenciarnos de esa lógica, la intención de convencernos de ¨tener o adquirir la conciencia de justicia¨, de no aprovecharnos de nuestros propios iguales para especular y obtener más dinero. Después lo convertimos en un delito, que, en la mayoría de los casos no se logra castigar, en muchas ocasiones no tiene sentido, inclusive hay quien lo cree injusto, por aquello de que “es un rebusque para completar el sueldo”. Recordemos que cuando se huele a derrota cada quien busca como salvarse. Y, también, si a nivel de los más grandes hay impunidad, ¿por qué nosotros no podemos participar del reparto?, ¿por qué tenemos que conformarnos con las migajas que nos dan? Si puedo y tengo con qué.

En este escrito, lo que llamo “no tener la estrategia necesaria”, es porque debemos buscar una repuesta a preguntas como ¿dónde se adquiere la conciencia de que es contra los intereses de los conservadores, de los capitalistas?, los que no aceptan un cambio. Según el marxismo, tal conciencia se adquiere en el mismo sitio donde están adquiriendo la del consumo: en la vida diaria. Con ese acompañante monstruoso que la exacerba como son los medios masivos de información. ¿Cómo podemos enfrentarlo de manera que no sea una respuesta defensiva sino una de ataque? Parece ser que accionando en el mismo sitio donde erosiona la lógica del capital: diario vivir y exacerbación del mismo por los medios, en general, quizás como noticia, nuestra respuesta es muy débil, no alcanza la “conciencia” de un nuevo orden.

Posiblemente no está ahí la respuesta. Mao se fue al campo a plantear su guerra porque en les ciudades la corrupción no lo hacía posible. ¿Tenemos un campo para esa opción? Si no lo tenemos porque casi todos somos urbanos, ¿hay una opción urbana al campo de Mao?, ¿Será la comuna de la que hablo con tanta angustia Chávez? Y si es así, ¿Cómo se hace para que no sea administrada por un poder limitado por su propio tiempo de existencia, como el de los gobiernos?. Quizás podría, en su existencia popular, alcanzar su autovaloración, más allá de lo que critiqué antes. Digo comuna como forma local más organizada, pero también están todos los otros movimientos populares, inclusive, otras organizaciones, como sindicatos y partidos, así sean administrados por la instituciones gubernamentales, o, tal vez, por la lógica del capital.

Volveremos sobre el asunto.


aldocolmenares@gmail.com


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