El declive de los Consejos Comunales en Venezuela

La pérdida del entusiasmo y con ello la mengua de la participación de los venezolanos y venezolanas entorno a la novedosa e importante figura de los Consejos Comunales va siendo un dato sumamente visible que vamos registrando en la Venezuela de los últimos años. Fenómeno observable ya (incluso) en los años finales de vida del extinto Comandante/presidente Hugo Chávez, quien fuera su más importante mentor.

Estamos consientes que cualquier clase de mirada o interpelación crítica sobre la corporeidad y dinámica que nos dejan observar tales microfísicas del sentido local ha de realizarse bajo el saber que se trata de creaciones sociopolíticas sumamente novedosas, aún con muy poco recorrido temporal y un débil arraigo de tradición, lo cual si bien nos obliga a ser comprensivos con ellas, para nada sus comportamientos públicos nos impiden generar las necesarias visitas reflexivas que ahora mismo comenzamos a ensayar.

No se trata que nuestras inquietudes estén sembradas en la premisa (falsa) que ahora existan menos Consejos Comunales en el país que hace un par de años, al contrario, pues bien sabemos que desde que se estableciera (con Chávez) una cierta pasión cultural y política por la organización comunitaria, y con ello la casi obligatoriedad que tienen las comunidades de asociarse bajo dichas modalidades para accesar a recursos del Estado, aunado al establecimiento de las leyes del poder popular, especialmente la Ley de los Consejos Comunales (2006), los ímpetus por lo consejal comunitario no han cesado de crecer, al menos desde el punto de vista de sus formalidades.

A propósito de lo dicho, vale la pena recordar que para el momento en que tales formatos fueron creados (decretados) por iniciativa del ex-tinto Comandante en el año 2000) los mismos alcanzaron una cifra significativa, la cual, según el último censo comunal efectuado nacionalmente en el 2013, éstos llegaron a superar las 40.000 organizaciones.

Obviamente que para cualquier observador lejano de la sociopolítica nacional, especialmente de lo molecular comunitario, así como para cualquier hombre nacional afirmado exclusivamente en cantidades, estos datos le resultarán suficientes para pensar, por ejemplo, que la vida política de la Venezuela presente cambió radicalmente respecto a la participación social labrada por los venezolanos y venezolanas en tiempos de la "IV República".

Sin mayores ánimos por pleitearnos aquí con la gente de los números, y sin quitarle valor e importancia a la singular estadística levantada por el Ministerio de las Comunas y Fundacomunal, queremos destacar en estos espéculos unas observaciones puntuales respecto a un expreso declive que (en nuestra opinión) van dejando deslizar ahora los Consejos Comunales en Venezuela. Notas que nos van sirviendo –en otros lugares- como elementos de base para el armado de un Proyecto de Investigación Nacional, capaz de dar cuenta pormenorizada del estado actual y tendencial que presentan dichos consejos en toda la sociogeografía nacional, a saber:

1-. Con la excepción que impone la regla, es constatable en la mayoría de nuestros espacios residenciales actuales, sobre manera en los urbanos, una visible pérdida del interés, motivación y entusiasmo (valoración) por la figura de sus Consejos Comunales.

Aquel microclima animoso que unos cuantos años atrás dejaban traslucir los habitantes de las barriadas populares, así como de muchas urbanizaciones consolidadas y (hasta) elegantes a favor de participar en la organización y el empuje de sus respectivos "gobiernos matriales", traducible en sus disposiciones a incluirse en cualquiera de los tantos comité exigidos, en asistir masivamente a las asambleas convocadas, en acudir mayoritariamente a los tantos actos electorales acordados localmente, en estar atentos al curso y las acciones emprendidas por los voceros o voceras electas, en querer estar presentes en la formulación e introducción de proyectos sociocomunitarios ante instancias definidas, así como en tener una oportuna vigilancia sobre el destino de los recursos "bajados" por los diferentes entes gubernamentales, etc., obviamente para nada es el mismo que se respira en estos momentos en nuestras disímiles comunidades.

2. Colindante con la anterior nota, el informado declive, se evidencia así mismo en la mengua que van teniendo en las situaciones presentes las estructuras consejales para encontrar voluntades vecinales que quieran proseguir o reemplazar las responsabilidades humanas (nada fáciles) a que obligan las tantas comisiones, unidades, comités y vocerías establecidas uniforme e invariablemente por la precitada ley.

Si en años anteriores sobraban voluntades y (con ello) reinaban pugnacidades entre los vecinos por querer ser electos o participar en cualquiera de los tantos comité existentes (por pretender dominarlos), hoy día va siendo un hecho inobjetable observar que muchos de estos lugares y cargos han quedado literalmente desiertos, bien sea por renuncias o abandonos de sus miembros principales y suplentes o por la indisposición de las personas a no querer colocar sus nombres y tiempos para compensar tales déficits, etc.

3.- La pérdida de fuelle que exhiben los Consejos Comunales en los últimos años es también percibible en el estatuto de legalidad dudosa que presentan (en buena parte de ellos) muchas de las comisiones electorales así como los voceros y voceras electas en su oportunidad.

Ciertamente este hecho admite distintas explicaciones, las cuales en parte tienen que ver con unas vecindades que en el corto tiempo se han vuelto bien indiferentes respecto a saber si sus mediadores y mediadoras están o no al día en sus funciones; pero, sobre manera, con unas unidades de contraloría social que para nada monitorean, observan, interpelan ni toman iniciativas para darle paso a la realización de nuevas elecciones a objeto de subsanar tales faltas.

La condición de comisiones y vocerías con los plazos de legalidad vencida igual va generando en muchos vecinos y vecinas actitudes de recelo y desconfianza sobre la validez de sus actuaciones, lo cual conspira contra los micro climas de armonía y credibilidad que han de tener internamente tales miembros.

La misma desmotivación de los vecinos y vecinas para participar en las comisiones electorales, al igual que en los distintos comité a votar, ha llevado a un peligroso modo de obrar consejal, el cual estriba en que las pocas voluntades animadas para "seguir luchando" se ven obligadas a pedirle, casi como un ruego o favor a algunos de sus co-residentes, para que sólo presten sus nombres y firmas a objeto de formalizar la situación del consejo en cuestión, con los costes posteriores que ello traduce.

4-. La ostensible disminución del (antes ya bajo) interés otorgado por las instituciones públicas del "Estado Burgués", de sus ministerios, gobernaciones y alcaldías, para con las personas, programas, proyectos y demandas que, en general, han venido tramitando y exigiendo -casi estoicamente- las referidas micro maquinas comunitarias.

Pese a las responsabilidades y obligaciones que establecen a los poderes y funcionarios públicos nacionales, regionales y municipales las leyes del poder popular promulgadas, y a las tantas desgarraduras mediáticas que favor del empoderamiento popular viven haciendo constantemente (frente a cámaras y micrófonos) los funcionarios gubernamentales (grandes, medianos y pequeños), lo cierto es que casi en la mayoría de nuestros espacios residenciales, los viejos problemas de agua, aseo, calles deterioradas, delincuencia, inseguridad, alumbrado público, etc., continúan per-se, afirmados con los de nueva data.

5-. Con la excepción que nos impone la docta de las generalizaciones, es bien observable en numerosas comunidades del país una muy baja obra de gobierno efectuada por los Consejos Comunales, la cual (incluso) en algunos casos llega a resultar prácticamente nula.

Es de esperar que en aquellos espacios residenciales donde la gestión y logros conseguidos por quienes asumieron electoral y públicamente sus responsabilidades de liderazgo local, resulte francamente bien precaria, o donde los mismos vecinos y vecinas no obtuvieron mayores participaciones a favor de ella (en los casos que la hubiere), la identidad y frenesí del vecindario para con su micro lógica gubernativa sea cada vez menos expectante.

Bien sabemos que toda política pública obtiene apoyo, respaldo y credibilidad allí donde los actores políticos la traducen positivamente en logros y obras sobre las cuales las mayorías sociales llegan a beneficiarse, en tal experiencia nacen (por lo demás) soldaduras de buenas aleaciones, situación relacional ésta que no es precisamente aquella que van dejando ver ahora las comunidades y sus Consejos Comunales.

6-. Al menos para buena parte de los vecinos y vecinas que indistintamente hemos venido entrevistando (por aquí y por allá), las razones que juegan fuerte para no tener mayor comunicación con sus Consejos Comunales estriba en que los mismos no saben dónde funcionan dichos organismos, lo cual toma credibilidad especialmente en aquellas localidades que logran alcanzar considerables tamaños físicos y demográficos, derivado del hecho que tales agenciamientos puntuales no cuentan aún con sedes físicas permanentes.

Para aquellos Consejos Comunales que a la fecha no han llegado a gozar de algún tipo de edificación física permanente es indudable que su funcionamiento se hace más cuesta arriba, pues son bien conocidas las penurias, pérdidas de tiempo y enredos que deben pasar sus miembros para poder reunirse regularmente, pues no siempre les resulta tan fácil conseguir prestada al momento la escuela, la casa, el patio o el garaje de alguna familia residente en el sector.

La misma carencia de espacio físico formal produce en muchas ocasiones reiteradas faltas de asistencia por parte de los voceros o voceras electas o, en determinados casos, de las personas del vecindario que voluntariamente quisieran concurrir a tal o cual reunión de su interés, pues en este tipo de casos es normal escuchar singles del tipo: " Yo fui a la casa que me dijeron pero allí nadie sabía nada de eso, entonces me devolví pa’la mía. Luego fue que me enteré que la reunión la habían movido pa’otro lado y nadie me dijo eso".

Sumémosle a lo señalado el dato que no siempre los espacios prestados que consiguen esta clase de Consejos Comunales para sus labores cuentan con los ambientes y servicios más adecuados para asegurar encuentros grupales numerosos, amenos y cordiales, entre sus asistentes, lo cual, por supuesto, incide en la calidad y rendimiento que obtengan los mismos.

7-. Aquellas otras notas de valor y experiencia que seguramente nuestro amigo lector querrá asentar en este lugar.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 3682 veces.



Edgar Balaguera

Antropólogo, Sociólogo, Magister en Ciencias Políticas, Doctor en Ciencias para el Desarrollo. Docente.

 edbalaguera@gmail.com

Visite el perfil de Edgar Balaguera para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: