¿Existe cultura revolucionaria?

Cuando mi amigo H.M. me dijo que la abstención en estas elecciones rondaría entre el 25 y el 35% tuve que mirarle fijamente a la cara a ver si era que estaba bromeando. Al percatarme de que no era así, salí en defensa de la lógica para decirle que eso era imposible, que la población, cualquiera que fuera su preferencia, saldría a votar. Los chavistas, por convicción o como mínimo a razón de un sentimiento de compromiso con el recién fallecido presidente; y los anti chavistas porque qué mejor oportunidad para hacerse nuevamente del poder. Votaron un poquito menos que en las elecciones del 7-O, pero fueron muchos los que salieron a votar. Los resultados obtenidos dejaron a más de uno boquiabierta. Creo que los mismos opositores no terminan de creer que hayan llegado tan cerca de ocupar de nuevo Miraflores. Son muchas las interpretaciones que pueden hacerse a partir de los numeritos de estas elecciones. Dejando a un lado las tristes y patéticas declaraciones del candidato opositor, porque si alguna cualidad tiene el señor Capriles, si algo hay que decir de él, es que jamás nos decepciona: se esperaba que cantara fraude y fraude cantó.

De hecho, si hubiera ganado igual hubiera dicho lo mismo porque es que ese es libreto lo tiene más que aprendido desde, digamos, hace unos once años, de modo que la reflexión sobre los resultados no abarca los profundos abismos en los que uno corre el riesgo de sumergirse cuando hablamos de H. Capriles en particular ni de los anti chavistas en general. El análisis de lo sucedido tienen que hacerlo los propios chavistas. Si tenemos suerte, desde las filas del PSUV, se podrá oír que Maduro no es Chávez, y que en esa medida Maduro tuvo suerte. Se podrá oír quizás que Jorge Rodríguez y los comandos no hicieron el trabajo; que se confiaron en que la gente extendiera su duelo hasta el 14; que los pequeños errores en el discurso de Maduro fueron aprovechados al máximo por el candidato opositor y por el cerebro que coordinó todos sus actos, vale decir J:J. Rendón (supe de muchos “chavistas” que se inclinaron por Capriles faltando dos días para los comicios porque Maduro dijo que al que no votara por él le iba a caer una tal maldición indígena) Todos estos elementos, ciertamente, pudieron incidir en los resultados y así, la causa de que el anti chavismo alcanzara una mayor cifra en relación a los comicios del 7-O, y que Maduro haya bajado las cifras chavistas, sea precisamente la suma de todos esos factores a los que se agregan otros realmente asombrosos:

ayer domingo, hice esas pequeñas encuestas que suelo hacer en fechas parecidas, con la sorpresa de que cinco jóvenes de los siete que estaban en mi casa, uno de ellos mi hijo, y que habían votado por Chávez en Octubre, esta vez lo hicieron por Capriles aludiendo que éste tenía mayor experiencia como gobernante que Maduro. ¡Es que uno creía que lo había oído todo en la vida! En fin…Si tenemos suerte oiremos estas y reflexiones parecidas, pero si no la tenemos, el PSUV guardará el más dañino de los silencios. En particular me explico lo sucedido a partir de estas consideraciones. Pero expongo con preocupación una más que quizás no sea del agrado de los chavistas pero que tiene que ver con el carácter revolucionario de este movimiento. Si el presidente estuviera vivo estaría de lo más arrecho porque chavistas como los que he ejemplificado son exactamente los que no necesitamos en nuestras filas, por lo menos no en las filas revolucionarias. Chavistas “inocentes”, “ingenuos” “pendejos” o de “fácil manipulación” no son los necesarios dentro de las huestes revolucionarias, así no los queremos, así no los necesitamos.

Pero que ha hecho el Partido, que hemos hecho los de convicción más firme con relación a estos compatriotas cuyas excusas nos sorprenden tan ingratamente? Sería muy fácil culparlos a ellos por su ligereza. Pero, ¿en realidad tienen la culpa? ¿Debemos culparlos por no votar por Maduro? No creo. Es evidente que existe un nexo muy débil entre ellos, ese chavismo “Light,” y la causa revolucionaria. ¿O fue que el chavismo dejó de ser revolucionario y yo ni me enteré? Adherirse, sentirse comprometido con las ideas revolucionarias no tiene nada que ver con que nos hayamos beneficiado con una casa o con que el gobierno haya hecho una escuela o una cancha en el barrio donde vivimos.

No tiene que ver con una Plaza Bolívar por donde ahora podamos caminar a las tres de la mañana y no morir en el intento o con que el gobierno me haya dado un crédito. No necesariamente. Eso en países capitalistas también se hace. La causa revolucionaria tiene que ver con la discusión y afianzamiento de las ideas revolucionarias, con la discusión de las ideas de igualdad, de justicia social, con la discusión y análisis de la lucha de las clases sociales, de crear conciencia de nuestra historia que es la historia de una minoría que siempre ha jodido, y de una inmensa mayoría que siempre hemos estados jodidos. Hay que ganarse la voluntad y el corazón de las masas oprimidas siempre por los mismos individuos y sobre todo hay que hacer un trabajo profundo de discusión y análisis con los niños y jóvenes, porque aunque usted no lo crea los medios nos están narcotizando a esos muchachos que dentro de seis años van a votar. Las casas, las becas, los éxitos de la vinotinto son accesorios que uno celebra y que uno valora en la medida del ya era hora, pero no ganamos nada con sólo darle a una señora adeca una casa (con justa y sobrada razón), porque ese gen adeco sigue allí vivito y coleando y más tarde que temprano responderá al tan bien elaborado bombardeo de la Derecha. La pregunta y la reflexión entonces que cabe hacerse a estas alturas de la revolución es: ¿esas discusiones existen, se dan al nivel del pueblo, del barrio, del rancho? ¿Existen talleres o núcleos de discusión de las ideas revolucionarias? ¿Existe la cultura revolucionaria?


marinaoropeza@gmail.com



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