Alquimia Política

La axiología ambientalista

La visión unificada del mundo se apoya, además de la globalización, en la aparición de nuevas estructuras económicas, tecnológicas y culturales en el reconocimiento de que determinados problemas ambientales solo se pueden aprehender, tanto en sus causas complejas, múltiples y sinérgicas, como en sus efectos diversos e impredecibles, si se contemplan en la biosfera y la sociosfera en su conjunto.

En este aspecto, se confronta un problema muy particular en el mundo moderno, y es el deterioro del medio ambiente producto del uso no controlado de la tecnología y los mecanismos tecnológicos para transformar la materia prima en productos de utilidad energética para la vida humana. El estado en que están los polos terrestres, que hacen que el agua de los mares suba de nivel comiéndose las playas, el uso indiscriminado de los automóviles, de los acondicionadores de aire, la polución, los basureros al aire libre, la falta de lluvia en un lugar y la sequía, la mortandad de animales por falta de agua y alimento, la lluvia ácida, entre otros; hace que la supervivencia de la vida humana se vea seriamente afectada. El principal problema es “humano”, y la  solución, aunque obvia, tomar conciencia ecológica y ambiental, haciendo lo propio para preservar el medio ambiente, tiene en el silencio su aliado y aparece ocultando cualquier vestigio de cambio o actitud hacia esta realidad.

En este sentido, hay preocupación en la comunidad científica mundial en razón de los límites y la impotencia del propio conocimiento para comprender y solucionar los problemas que acarrean las particulares formas de conocimiento que hoy existe sobre el desarrollo y sus implicaciones. Un ejemplo de ello se encuentra en la presencia de los términos sustentable y sostenible que en su trasfondo opacan las reales crisis ecológicas y ambientales producto de la actividad económica; la expansión del capitalismo hacia actividades emergentes cada vez más degradadoras del medio ambiente; la acción depredadora del hombre mismo cuando no se preocupa por su entorno, y las conductas utilitaristas carentes de sentido del nosotros.

En la vida real el hombre aprende primero a estimar y a desestimar, a evaluar y a devaluar, en fin, a valorar, antes de tomar conciencia plena de qué es en sí el valor o determinado tipo de valor, e indagar acerca del camino de su conocimiento o aprehensión espiritual y exposición teórica. En este sentido, la palabra axiología,  descrita con sabiduría por Miguel Martínez Migueles, la cual viene del griego axia-valor, y logos-estudio, es de origen reciente, pues su introducción se produce a principios del siglo XX; no obstante, ya los antiguos griegos dedicaban una parte de la reflexión filosófica a los llamados problemas de valor, tratándolos dentro de la llamada “filosofía práctica” o “conciencia práctica”. Ellos comenzaron por constatar intuitivamente la existencia de los valores, y solamente después se ocuparon de su análisis filosófico.

De la misma manera procedieron los griegos, con la especificidad de que la moral fue el objeto por excelencia de sus meditaciones axiológicas, la plataforma ideológica de la ecología profunda se  puede resumir en los siguientes ocho postulados: 1. El bienestar y el florecimiento de la vida humana y  no humana en la Tierra tienen un valor en sí mismo; estos valores son independientes de la utilidad del mundo no humano para los propósitos humanos; 2. La riqueza y la diversidad de las formas de vida  contribuyen a la realización de estos valores y también son valores en sí mismos; 3. Los seres humanos no tienen derecho a reducir esta riqueza y diversidad excepto para satisfacer sus necesidades vitales; 4. El florecimiento de la vida humana y de las culturas es compatible con una disminución sustancial de la población humana. El florecimiento de la vida no  humana requiere tal disminución; 5. La interferencia humana actual en el mundo no humano es excesiva, y la situación está empeorando rápidamente; 6. Las políticas actuales, por tanto, deben ser cambiadas. Las nuevas políticas deben incidir en la base de las estructuras económicas, tecnológicas e ideológicas. El resultado será profundamente diferente al estado presente; 7. El cambio ideológico está principalmente en apreciar la calidad de vida más que en adherirse a un nivel de vida cada vez más alto. Habrá una profunda conciencia de la diferencia entre grande y eminente; y 8. Quienes suscriben los puntos precedentes tienen la obligación, directa e indirectamente, de tratar de poner en práctica los cambios necesarios.

Por un lado, bienestar y progreso humanos no son valores de la misma categoría; el que vayan interrelacionados no los hace ontológicamente equiparables: al progreso humano se llega antes por el “bien ser” que por el “bien estar”. Por otro, todo lo creado aparte del hombre, goza de una característica muy  suya: tiene sentido en la medida que se puede relacionar  con el hombre, una relación que nunca debería ser de dominio ni de tiranización, sino de prudente administración y servicio recíproco.

En un sentido concreto, una característica distintiva es que la axiología ambiental es que toma la naturaleza en su conjunto, y agrupa las  distintas especies en una función georreferencial; la  ecología humana se centra en una especie muy singular que no está sujeta a las contingencias medioambientales, sino que tiende a modificar el medio para hacerlo más habitable, menos inhóspito. Pero que también interfiere en los equilibrios naturales. Mientras el hombre fue recolector, cazador, pescador,  agricultor o ganadero tales interferencias no fueron mayormente lesivas para el medioambiente. Pero cuando el hombre comenzó la carrera industrial y tecnológica empezaron unos problemas inéditos, de los que ahora estamos cosechando sus consecuencias.

Es decir, la civilización ha llegado o está por alcanzar un punto en el cual se están tornando crecientemente insustentables los actuales niveles de consumo de su población. Se está ante un enfrentamiento como única salida posible, a dos opciones de una reducción de la población o una reducción del consumo. La reducción de la población ha sido un camino ya experimentado por la especie humana en el pasado mediante guerras, hambrunas, emigraciones masivas y pandemias. Sin embargo, la historia demuestra que ese camino sólo ha podido resolver temporal y localizadamente el problema de la insustentabilidad, produciéndose desplomes civilizatorios, emigraciones masivas y pestes, entre otros procesos o eventos vividos. Con posterioridad a ellos, no obstante lo anterior, ha continuado el incremento demográfico y del consumo. Lo absolutamente nuevo es que todas las civilizaciones anteriores fueron regionales, miradas desde la actual perspectiva histórica y que por primera vez tenemos una civilización global y planetaria que afecta todo el territorio del planeta, en términos de estilos de vida y de espacios vitales, por lo que no existen puntos de fuga como lo hubo antes.

En un plano concreto, existe un conjunto de valores, propios de la identidad latinoamericana profunda, que aparecen no solamente como pertinentes para el tránsito hacia una cultura de sustentabilidad, sino además como indispensables para transitar hacia una nueva moralidad. Desde una visión anclada en la teología de la liberación, surgida en el acompañamiento a la prácticas de los movimientos sociales de nuestro continente, ha ampliado su mirada a la consideración de los problemas relacionados con el medio ambiente y propone, para el rescate de la dignidad de la Tierra, un nuevo paradigma que demanda un nuevo lenguaje, un nuevo imaginario, una nueva política, una nueva pedagogía, una nueva ética, un nuevo descubrimiento de lo sagrado y un nuevo proceso de individuación (espiritualidad).

Como puntos indispensables para esa transformación plantea la necesidad de: a) una recuperación de lo sagrado; b) una pedagogía de la globalización; c) la escucha del mensaje permanente de los pueblos indígenas; d) el cambio hacia un nuevo orden ecológico mundial; e) una ética de la compasión sin límites y de la correspondencia.

En la actualidad el papel de los facilitadores del área ambientalista, enfatizan en  el  desarrollo de objetivos conceptuales y procedimentales y no tanto el fomento de valores actitudinales hacia el ambiente;  en realidad  deberían privilegiar la búsqueda colectiva de las causas y los efectos de los problemas ambientales, para fomentar  cambios de actitudes, respecto a los problemas que aquejan el entorno de la vida comunitaria dentro de las universidades y que, de una manera u otra, afectan negativamente la calidad de la vida.

En una palabra, la  axiología, como reflexión filosófica acerca de los valores, se desarrolló sobre todo en el siglo XX, y se sigue desarrollando en este siglo XXI, ha estado a la orden del día las definiciones de “valor” y “valoración”. Uno de los fundamentales exponentes de la línea axiológica en la filosofía fue, según lo señala el filósofo chileno Humberto Maturana, es el alemán Wilhelm Windelband (1848-1915), quien internaliza esta visión desde la filosofía como tarea de buscar los principios que garantizan la solidez del conocimiento, que para él no son otros que los valores. Según Windelband, la filosofía no tiene por objeto juicios de hecho, sino juicios valorativos de la clase: “esta cosa es verdad”, “esta cosa es buena” y “esta cosa es bella”. Considera que la validez de los valores es normativa, mientras que la de las leyes naturales se sustenta en hechos y, por tanto, en la imposibilidad de ser de otra manera; de ahí que entienda que nos encontremos ante dos tipos diferentes de realidades: una ontológica (del ser), propia del mundo de la ciencia, y otra deontológico (del deber ser), inherente a los valores. Su conclusión es que los hechos se aprenden, pero los valores se aprueban o se desaprueban.



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Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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