(Me muero de penas y sin alegrías por igual)

Señores de la CIDH, os ruego, que me den su comprensión

Mi amada Comisión, oportuno y contagioso el momento de este año par, para acudir ante su presencia, para exponerles con puntos y comas y demás flaqueza de mi mal lenguaje castellano, que haga posible recostarme a la piedad que ofrecen a los desamparados de este Continente, para que me acojan sin desmedro y con toda su buena voluntad los encontronazos y malos ratos que el régimen actual que impera en Venezuela haya sacudido mis ascuas ocultas en otra dirección y descalzo de protección me hallo flotando como ciudadano oposicionista que debe gozar sin menoscabo de sus opiniones como cuota de demócrata y, entre más críticas mejor, las que sin que me quede un ápice de incredulidad ni de desasosiego, acudo a su presencia en busca de su consuelo político que ponga las cosas en su santo lugar y si es posible de una vez, sin mucha agonía, colocar al señor Chávez en la marea del olvido sepulcral por querer acabar con la disidencia a su Gobierno. Motivo por el cual he venido vestido de blanco con una flor roja en mi estrecha solapa de la mirada que esconde mi inteligencia, tratando con ello de demostrarle que soy un ciudadano que piensa en su porvenir sin mirar atrás, porque atrás quedó el pasado y, para nosotros ustedes, son el alimento del padre nuestro de nuestras desigualdades que últimamente andan en picada, buscando traspasar el cero de la horizontalidad de nuestro destino incierto. Sé que han sido sin mucho aspaviento el paño de lágrimas de victimas mas no de victimarios, porque ellos tienen el mar de la felicidad para nadar a sus anchas, en cambio nosotros hemos perdido hasta la vergüenza que nos haga mentir hasta donde sea posible ocultarla, siempre y cuando haya instituciones como está que defienda nuestra fe de vivir en paz y al lado de la burguesía. Dicho esto como un introito flaco, paso a presentarme y luego a definir mis oquedades circunstanciales que han hecho posible mi viaje hasta acá a esta capital del Universo (donde el que no sueña es porque está muerto), para obtener su comprensión y posterior juicio que me haga volver nuevamente a mi amada IV-R sin otra discrecionalidad que la de odiar el injusto poder actuar.


Os ruego señorías que acepten de antemano el atrevimiento de la ligereza que encamina mis pensamientos locuaces a rogar por su sabiduría de dar al traste con las presiones de la dinastía Chávez-revolución.


Ni nombre de pila católico-apostólico-romano es Carlos Andrés Pérez, nacido en las trincheras de Rubio en un año del SXX que no vale la pena recordar, por lo que tampoco diré mi edad vetusta, crecí como crece todo individuo humano y, jamás me salieron pelos en la lengua, me hice político porque, esa ciencia la inventó el diablo en el mundo, pero allá en Venezuela mi gran maestro y guía espiritual al que se le quemaron las manos por mentir a favor de la democracia representativa, me refiero al oráculo de nuestro partido, don Rómulo Betancourt, con el que aprendí de su lógica guerrerista que primero hay que disparar y después averiguar y, fue el conciudadano de mis angustias liberales de la social democracia, el líder de élites y del anticomunismo cubano que todavía libramos al lado de ustedes. Continuo, para aclarar que mi presencia hoy en este recinto de pluralidad indefinida es para denunciar que el presidente Chávez me quiere meter preso y, de acuerdo a mi dignidad de expresidentes dos veces, no debe ser permitido por aquello que dice que el que mandó y estuvo en el poder con AD-Copey, se le deben respetar sus derechos constitucionales, aunque haya cometido fechorías, pero como las mías ya prescribieron debo seguir como ciudadano político, representante diplomático de Venezuela ante todas las naciones del mundo como un Quijote sin Sancho, manteniendo la consigna de mi vida como es, “llueve sobre lo mojado”, porque estoy muerto en vida desde que me sacaron de Miraflores y del poder y del panteón nacional, donde aspiraba a reposar después de muerto en paz.

Señores de la digna CIDH, ansío su perdón, para terminar mis años en paz y como demócrata universal solicito que, me den el respiro de los derechos humanos que quizás no merezco, pero lo mismo da para ustedes que lo importante es llevarse a Chávez y a su Gobierno por el medio con el respaldo del Departamento de Estado y como sé que ésta es una conversación en privado no nos vamos a enredar con sutilezas sietemesinas, porque el pan es pan y el vino es vino, no deben aceptar que me extraditen. Demen su bendición a este hijo desamparado de la ley.

Que Dios los bendiga CIDH y, que la derecha mundial y el gobierno de los EEUU sigan apoyándolos por seguir inflexibles, acusando y jodiendo a Venezuela en la OEA.

estebanrr2008@hotmail.com


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Esteban Rojas


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