Del crepúsculo de las ideologías al retorno de los brutos

Llegaron los hombres del marketing para tomarle el pulso a los candidatos en combate; nunca los habían visto en sus vidas, no sabían qué tenían en la cabeza, ni les importaba. David Garth como manager de Luis Herrera Campins, y Joseph Napolitan, listo para fabricarle algo de punch a Luis Piñerúa Ordáz. Las pegadas de ambos eran muy pobres: fofas, lentas, desorientadas.

Lo más extraño era que Garth en Estados Unidos era asesor de las campañas electorales de los Demócratas, mientras que el gringo manager de Luis Piñerúa, Joseph Napolitan, era asesor del Partido Republicano.

David Garth era un tremendo racista quien le propuso a Menahen Begin que bombardeara a una supuesta Central Atómica de Bagdad. Luego, le recomendó al mismo Begin que invadiera al Líbano., y todo esto para darle vigor y carácter a sus decisiones políticas.

Por su parte, Joseph Napolitan, era el autor de la obra Cómo Ganar Elecciones. Se le consideraba imbatible; le había sido recomendado a Betancourt por José Figueres y Luis Muñoz Marín. Napolitan había formado parte del equipo de campaña de los Presidentes John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson, y venía invicto en siete campañas para gobernador en Puerto Rico.

Cuando a David Garth le mostraron unas cien fotos de Luis Herrera y otras tantas de Piñerúa, las estuvo sopesando con la mirada, entre tragos y tragos de daiquiri, en una playa de Miami; a su equipo le propuso, que a Luis Herrera había que darle mucho brillo en las mejillas; un maquillaje de fondo y de forma para resaltarle más los bigotes; alargarle unas mechas por aquí, reducirle la barriga por allá, ajustarle con fibras el pecho; meterle estacas y tuercas mentales para estirarle y darle forma a una imagen algo estragada por la edad y el abandono; con bastantes esfuerzos cosméticos sería posible darle algún parecido con un macho mejicano, porque (aunque realmente no fuera con su estilo) al tipo de Luis Herrera se le podía presentar como este modelo. Casualmente, Luis Herrera comenzó a hablar mucho de ciertas películas mejicanas, y a recordar a galanes como Jorge Negrete, Luis Aguilar y Tito Guízar. También se revisó la lanza (que es símbolo de COPEI) que debía ensartar a la retorta blanca de AD, para así diseñar un bastión de lucha de logos donde los blancos salieran destrozados por los verdes. Había que darle, pues, paso a los nuevos formatos que estaban en las oscuras profundidades de los genios de la mass media, y que ningún dirigente político venezolano hubiese sido capaz de vislumbrar por si mismo.

Luis Piñerúa Ordáz era un hombre humilde e inteligente que durante un tiempo había estado regentando una pulpería en Guiria, Estado Sucre. Era de los adecos autodidactas que nunca habían tenido tiempo de ir a una escuela. Pero Piñerúa tenía cierta garra para la escritura, cierta abierta habilidad para la lucha política y ciertas condiciones innatas para el mando. Cuando entró en la campaña electoral fue apabullado por un ataque que lo perjudicó mucho: no tenía título ni siquiera de bachiller. Los jefes de campaña de Luis Herrera Campins, dotaron a Garth, todo un maestro en el manejo de la guerra sucia, de suficientes elementos para que estructurar un ataque devastador contra el pobre Piñerúa. En cuanto le sacaron que no tenía ningún título de educación media, Piñerúa sufrió un duro golpe y comenzó a bajar en las encuestas; fue cuando Garth cobró su primer cheque sobre unos diez millones de dólares que implicaba el contrato (lo mismo que cobraría el otro gringo Napolitan, asesor de los adecos, ni más ni menos).

Fue así como se comenzó a presentar a Piñerúa como un hombre inculto, pobre de ideas y hasta ridículo (“Piñita”). Se aplicaba aquello de que “se vota por el afecto al producto y no por una racionalidad ideológica”. Piñerúa era más chiquito que Herrera, y sin un título, aquello resultaba catastrófico; Luis Herrera, aunque más enredado en el discurso, sus defectos eran tapados con el título de doctor; a “Piñita” se le presentaba como feo e ignorante, con una imagen poco representativa como para gobernarnos,… todo esto era lo que necesitaba David Garth para vivir zurciendo su asquerosa campaña contra el candidato adeco.

David Garth propuso que para darle la estocada de muerte a Piñerúa se le desafiara a un debate. Betancourt cuando supo esto, llamó a su pupilo y le dijo que por ningún motivo aceptara esa confrontación porque lo iban a desollar vivo: te quieren llevar al ruedo de la televisión para destrozarte. Tú no tienes imagen para esos combates. A partir de este momento, Piñerúa se sintió acomplejado, acorralado y totalmente a la defensiva; no sabía para qué le estaban pagando 10 millones de dólares a Napolitan, si cada día notaba que estaba perdiendo terreno frente a Luis Herrera.

Betancourt, cuya fiebre anti-comunista aún no le pasaba, le sugirió a Joseph Napolitan que presentara a Luis Herrera con colores comunistas y lo mostrara con la patilla verde por fuera pero roja por dentro. Una total ridiculez, y así se hizo.

La consigna de Garth era “Luis Herrera arregla esto”, mientras que el pobre Piñerúa se defendía con bullarangas de pitos y charrascas, banderitas, gorras y franelas blancas; muchos efectos musicales, bastante licor y el triste slogan, "capacidad y firmeza para gobernar. ¡Correcto!"

Los resultados electorales dieron como vencedor a Luis Herrera Campins con 2.469.042 votos contra 2.295.052 de Luis Piñerúa. El resto de los candidatos, José Vicente Rangel, Luis Beltrán Prieto Figueroa y Héctor Mujica, obtuvieron apenas unos 500.000 votos.

Ese mismo día de la derrota, Betancourt visitó a Piñerúa y fresco como una lechuga le dijo a los periodistas «We will come back», recordando al general Douglas MacArthur.

jrodri@ula.ve


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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