La derrota de la derecha fascista

Como ha sido lo natural en el comportamiento de la derecha fascista venezolana, su jefe natural, el “filosofo” Manuel Rosales fue a Washington a reunirse con la dirección del Imperio. Junto con el pedido de un dinerillo para financiar su acción en el país, llevaba una demanda política. Solicitaba los “buenos oficios” de la Casa Blanca para que presionase a Miraflores a fin de lograr una extensión de los plazos del debate constitucional en curso. Regresó con “el rabo entre las piernas”. Con respecto al peculiecillo creo que no trajo nada. Los gringos no están dispuestos a seguir financiando proyectos políticos ineficaces, incluyendo entre estos el Plan Colombia. Y en cuanto a la solicitud de apoyo estratégico –la presión política- el Secretario de Estado Adjunto para Asunto del Hemisferio Occidental, Thomas Shanon, le contestó simplemente que la cuestión del orden político interno venezolano es un problema de los venezolanos. Desde luego el “sabio” ¿zuliano?, y sus asesores, no tienen conciencia del viraje político de la elite del poder yanqui. Fracasado el proyecto del Nuevo Siglo Americano de los neoconservadores, esa oligarquía, que es lenta pero inteligente –en la medida como lo puede ser un conservador- decidió recurrir a la diplomacia para rescatar su poder militar, gravemente debilitado por los fiascos de Afganistán e Irak, de la misma forma como salió de sus aventuras en Vietnam y Líbano.

No se dio cuenta esa ultraderecha del encuentro “amistoso” Maduro-Shanon en ocasión de la reunión anual de la Asamblea General de la ONU, del cual se resintió Diego Arria, junto con los gusanos mayameros, el vocero en materia internacional de CAP. Menos percibió el cambio de política hacia Irán propuesta por la senadora Hillary Clinton, candidata presidencial, quien aboga por una salida diplomática en el diferendo Washington-Teherán. Y mucho menos de la actitud negociadora de la Casa Blanca en el conflicto con Corea del Norte. De lo que si tomo conciencia la derecha, que en la medida de lo posible es racional. Positivamente Primero es Justicia entendió que la polémica debe transformarse en debate político, si la derecha quiere permanecer en el juego, como lo han hecho los conservadores usamericanos. Una decisión que asegura su participación en el debate constitucional, y representa el aislamiento político de los fascistas.

Pero lo que las fuerzas socialistas tienen que entender es que este es un cambio táctico. El fin político, y por lo tanto el objetivo estratégico, sigue siendo el mismo: la búsqueda de la hegemonía en el sistema político internacional. Un propósito donde no se descarta el uso de la fuerza (recuerden a Kennedy). De modo que la nueva situación demanda de un cambio de táctica en la conducta del gobierno venezolano. Pero no implica ni una modificación de los fines políticos que persigue el movimiento popular, ni una transformación de los objetivos estratégicos del Estado. Por el contrario hay que profundizar la acción a fin de evitar su desviación hacia la “derecha roja”. La forma como la multitud revolucionaria denomina a la nueva burocracia establecida. “Sólo el pueblo, salva al pueblo” dice el viejo lema de la izquierda revolucionaria.


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Alberto Müller Rojas


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